Foto proporcionada por Análisis a Fondo
· Se
ha llegado hasta enfermar a AMLO de un EVC
· Lo
que se busca es desestabilizar las elecciones
Por Francisco Gómez
Maza
El griterío de la
reacción lastima los tímpanos de la mayorías} de los mexicanos. Pero los
autores del escándalo es lo que buscan: desestabilizar, como si fueran mandados
por agentes de la CIA
Que México está ya en
el tercer sitio, después de Estados Unidos y Brasil, y encima de India,
comparado por la cantidad de fallecimientos por covid-19.
Que el culpable o autor
intelectual de la desgracia de los casi dos millones de contagiados, hasta
ahora, de los cuales una gran proporción ya está curada, es el presidente López
Obrador (él mismo, contagiado, “por su irresponsabilidad” de no usar cubre
bocas; que el doctor Hugo López-Gatell, el subsecretario de salud, es el autor
material de la tragedia.
Que los 158 mil 74
muertos, reportados en las estadísticas covid-19, hasta el sábado 30 de enero,
más los que fueron reportados la noche del domingo, en la conferencia de las 19
horas, no son reales, sino tan sólo cifras manipuladas por López-Gatell, porque
el Inegi informó de otros miles más.
Que la estrategia de
salud, de contención de la pandemia, está totalmente equivocada. Que la OMS
(Organización Mundial de la Salud) y la ONU están descontentas con el gobierno
de López Obrador, porque no ha sabido hacer frente a la pandemia; que se le
salió de control o que nunca ha sido controlada por las autoridades sanitarias
y, de ribete, ha contribuido a la debacle económica, al cierre de empresas, al
desempleo masivo.
Los enemigos del nuevo
gobierno están tirándose a matar y, si pudieran, matar se convertiría en un
hecho real. O para tumbar a López Obrador y sacarlo ya de Palacio Nacional, o
para quitarle espacios en la Cámara de Diputados.
El discurso de odio no
es más que parte de una irrefrenable lucha por recuperar las posiciones que los
perdedores –PAN y PRI y hombres de empresa ultraconservadores (los hay
progresistas, demócratas)- ocupaban hasta el año de 2018, cuando fueron
desplazados por poco más de 30 millones de votantes que, por fin, lograron
sentar en La Silla a AMLO.
Los enemigos, que no
adversarios, del nuevo sistema político-económico no descansarán, de ahora
hasta el domingo 6 de junio, cuando se celebrarán las elecciones para renovar
la Cámara de Diputados, ahora controlada por el Movimiento de Regeneración
Nacional, el partido que abandera al actual presidente.
Los voceros del regreso
al viejo régimen, auspiciados e inclusive financiados por la extrema derecha
capitalista, no hablan de la responsabilidad que tenemos los ciudadanos, cada
uno, de cara a la pandemia. Muchos – no creo que todos – de los contagios de Covid-19
son producto de la irresponsabilidad, de la inconciencia, e inclusive del
rechazo (muchos, a un año de enfermedad, aún dicen que el coronavirus no
existe).
Los propagandistas del
odio y del miedo no hablan de esta realidad porque los desmiente. Si culpan al
presidente o a López-Gatell, es porque se sienten muy débiles para poder ganar
en la contienda electoral del venidero junio. De nada están seguros, porque la
mayoría de los votantes sigue apostando por López Obrador, a pesar de la crisis
sanitaria, que está dejando muchos muertos y los seguirá dejando mientras la
enfermedad no acabe; a pesar de la recesión económica que, por cierto, va
siendo domeñada paulatinamente y va dando signos importantes de recuperación.
Y se agarran de todo.
No dicen que mucho dinero robado al Erario nacional –miles y miles de millones
de dólares-, que podría ser invertido en el aparato productivo nacional, se
reproduce, sin oficio ni beneficio, en los paraísos fiscales. No dicen, por ejemplo,
que la oferta de vacunas anti Covid-19 no tiene capacidad para satisfacer la
masiva demanda mundial de los anti virus.
No dicen que el
gobierno de México tuvo que renunciar a buena parte de lo que había contratado
con los laboratorios Pfizer, porque la ONU se lo pidió para apoyar a países
pobres que, precisamente por su pobreza, no tienen la capacidad económica de
firmar contratos con los laboratorios farmacéuticos.
Inventan que la vacuna
rusa no sirve para nada. E inclusive - ¡cómo lo ven! – hay personas de entre el
grupo de ensordecedores críticos, que ya se han vacunado. ¡La hipocresía! Como
aquel cura violador, pedófilo, pederasta que, ante el mundo, aparecía de
rodillas frente al Papa, quien le manifestaba su amor por ser un “santo varón”.
La conseja que en
política todo se vale. Creo que no todo. Y los que practican ese despreciable
libertinaje lo saben. Pero les importa un comino.
Todos tienen derecho de
pataleo, al griterío. Pero nadie tiene derecho a afectar los derechos humanos
del enemigo. Nadie tiene el derecho de decir falsedades y menos y
difundir calumnias. Qué les parece que han llegado a inventar la realidad que
ellos quisieran que fuera la verdad, como esa insostenible versión que puso a
López Obrador como víctima de un EVC.
La verdad, nadie puede
darse por engañado.
Ya se sabía desde antes
de las elecciones del 2018. No iban a dejar que López Obrador llegara a la
presidencia. Lo intentaron por todos los medios. No pudieron. Y si llegaba, no
lo dejarían gobernar. Porque era, y sigue siendo, “un peligro para México”. Las
razones de la hipocresía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario