Foto: Obelisco.
Una de las cuatro columnas de manifestantes de CODECA
Por Ollantay Itzamná
Salieron de sus casas y
comunidades a media noche, en muchos casos. Trayendo consigo pancartas y mantas
con sus demandas. Atol, tortilla y frijoles para su desayuno y almuerzo…
Llegaron, y se encontraron con sus compañer@s de destino en uno de las cuatro puntos
de ingreso al corazón político y económico del país, la ciudad de Guatemala.
Son casi las 6 de la mañana. La ciudad comienza a despertar con pereza a su
caos cotidiano. Las y los recién llegados, con aroma a tierra campesina y
mística indígena, descienden de los buses y camiones…, algunos mastican sus
tortillas en grupo, sentados de cuclillas. Otr@s, buscan sus mantas y carteles…
comienzan a darle forma al río de multitudes multicolores que serpenteantes
ingresarán, por las cuatro entradas, a la “gran ciudad de Guatemala” con aire
colonial republicano y aroma castizo.
Jóvenes manifestantes.
CODECA
Algunos gritan
consignas, otros, miran con admiración los “gigantes bosques de cemento” que
desfilan en sentido contrario a su paso. Y, así, ante la mirada indiferente de
muchos citadinos colonizados, el aplauso de otros vecinos indignados o
solidarios con las luchas y sueños postergados de los pueblos, los NO
CIUDADANOS ingresan. Toman la ciudad, para gritar frente al Congreso de la
República y a la Casa Presidencial sus protestas y propuestas contenidas por
siglos.
Son el movimiento social vapuleado por tradicionales izquierdas y derechas. Son
las y los desprestigiados por los patrones y los caporales del país.
Criminalizados y asesinados por ejercer dignidad, exigir la nacionalización de
los bienes privatizados, y promover un proceso constituyente plurinacional. Son
el movimiento CODECA. Son los indeseados por la bicentenaria República criolla
de Guatemala.
¿Por qué salen ahora
hacia la ciudad que los detesta?
Al igual que en el
resto de los países de Abya Yala, el originario (sea millennials o generación
z) nace para ser sirvienta en las casas patronales de la República. Así lo
asume el sentido común hegemónico del país oficial. Por ello, las y los
originarios jóvenes pueden y deben de ingresar a la ciudad de Guatemala como
“sirvientas o como guardias de seguridad”. Humildes y obedientes… Pero, esta
vez, no ocurre ello.
Manifestante. CODECA
Indígenas y campesinos
organizados en comunidades en resistencia, articulados en el movimiento CODECA,
“paralizan” y “toman” la ciudad desde sus cuatro puntos de escape, para
reiterar su indignación y repudio al putrefacto bicentenario sistema colonial
republicano, y proclamar nuevos tiempos de cambios estructurales.
Proponen la nacionalización de bienes y servicios privatizados. Para ello traen
y presentan un anteproyecto de Ley al Congreso. Proclaman proceso de Asamblea
Constituyente Plurinacional con temas y contenidos que ya vienen consensuando
desde casi una década atrás.
Thelma Cabrera en la
manifestación. CODECA
Durante la Colonia
española a las y los originarios “se los admitió” como sirvientes obedientes.
Durante la República se los asumió como “adornos” para la industria del
turismo, aunque a veces incomodaban con sus protestas. Pero, ahora, las y los
sobrevivientes a la Colonia y a la República vienen como sujetos sociopolíticos
colectivos. Sí. No vienen para mendigar caridad, ni “incidencia” política.
Vienen para proponer la urgente necesidad postergada de repensar el país y
crear un Estado Plurinacional. Esto es lo que hace crujir hasta a las más
profundas estructuras psicológicas individuales y colectivas de la oligarquía
criolla mestiza y de sus caporales en el panóptico de la llamada ciudad de
Guatemala.
La sola presencia de est@s NO CIUDADANOS de la República bicentenaria es la
materialización más diáfana del fracaso de las políticas coloniales y
eugenésicas que Guatemala criolla mestiza impulsó de forma fallida por dos
siglos.
Las y los sobrevivientes al holocausto colonial y republicano, ingresan al
corazón político del país, no como víctimas, ni como siervos. Ingresan como
auténticos sujetos sociopolíticos plebeyos, cargando y gritando sus propuestas
plurinacionales.
Esto es lo que ofende, en buena medida, al orgullo criollo mestizo. No ofende
tanto el gemido lastimero de las y los heridos/sobrevivientes de la República.
Les ofende que las y los “heridos por la colonia y la República” hablen,
propongan, anuncien verdades con hidalguía y dignidad. CODECA, al momento, es
la innegable constatación de la auto derrota intelectual y moral de la
oligarquía criolla mestiza de la Guatemala oficial. CODECA es la conciencia
digna e indomable del país. Eso les duele.
“Cáncer social que
crece incontenible en el país”
Así se refería el
entonces Presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina (ahora encarcelado), en
2014, a CODECA en su desesperación por sostener vigente el saqueo neoliberal.
Éste “cáncer social”, en 2018, por primera vez en la historia republicana de
Guatemala, creó su propia organización política MLP (Movimiento para la
Liberación de los Pueblos) y disputó el poder en las elecciones del 2019,
quedando en 4to lugar en los resultados, de un total de 22 organizaciones
políticas que compitieron.
Lo hicieron así como hacen (ayer y hoy) sus acciones colectivas de protestas y
asambleas. Con sus propios recursos. Comiendo tortillas con aguacate. Debajo de
los árboles. Viajando en camiones de carga o a pie. Sin banderas o símbolos
patrios del criollo. Muchos de ellos, con sus equipos de telefonía celular
conectados al internet, mostrando al mundo lo que los medios corporativos
escondieron por siglos.
Esta mística y método
de CODECA, reactiva en la memoria selectiva de clase de la oligarquía y de sus
capataces culturales clasemedieros aquella mítica paranoia compartida que no
les deja en paz: “Los indios vienen desde las montañas por nosotros”. Por eso,
cada vez que CODECA activa en las calles la oligarquía ofendida activa todos
los recursos legales, policiales, militares y mediáticos para desprestigiar e
intentar anular a los “indeseados sujetos sociopolíticos plebeyos”.
Nadie sabe a ciencia cierta cuál será la ruta histórica que tomará este
movimiento indocampesino, cada vez más plurinacional rural/urbano. Desde el
2019, tomaron la vía electoral, con organización política propia, para hacer
los cambios estructurales mediante el proceso constituyente popular y
plurinacional. Se acercan las elecciones del 2023, y el “cáncer social” del
2014, ahora, es un “cáncer sociopolítico” que crece incontenible en un país
pandémico y oscuro.
Ellos y ellas saben que
destituir gobernantes es como cambiar al administrador de la finca llamada
Guatemala para no cambiar nada. Y los movimientos destituyentes del año 2015
les confirman en esta certeza. Por ello, con sus propios lenguajes y métodos,
colocan progresivamente en el imaginario colectivo de Guatemala la pregunta de:
¿Por qué Guatemala debe ser una finca? ¿Por qué no puede ser un país soberano?.
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