Conferencia Episcopal de Bolivia. Internet
Por Ollantay Itzamná
Los obispos
católicos sienten culpa y miedo. Saben que, si juzgan y encarcelan a los
ejecutores del Golpe y de las masacres, también se tendrá que investigar y
castigar a los “autores intelectuales y espirituales”
Con asombro
y vergüenza veo, una vez más, que la jerarquía católica boliviana, ante el
inicio de la investigación judicial contra los responsables del Golpe de Estado
y de las masacres subsecuentes en noviembre 2019, se pronunció enérgico
acusando/recriminando a los operadores de la justicia, y exigiendo la libertad
de la ex gobernante de facto detenida. Aunque en el calvario de las masacres de
Senkata y Huayllani no hubo obispo alguno que recriminase a los verdugos
cristianos.
¿Quiénes y
por qué niegan la existencia del Golpe de Estado en Bolivia?
Sólo
cuantos se sienten culpables con las masacres, o conmocionados por el impacto
de las detenciones judiciales contra actores del Golpe de Estado, puede negar a
estas alturas la existencia de la violenta ruptura del orden constitucional en
Bolivia ocurrida en noviembre del 2019.
La
jerarquía católica boliviana fue uno de los artífices y legitimadoras del Golpe
de Estado porque los obispos en reunión con políticos opositores al gobierno de
Morales, y con embajadores de otros países, decidieron incluso quién sería la
sucesora de facto del sillón presidencial. Las evidencias periodísticas y
confesiones de parte sobre ello son abundantes.
Los obispos
católicos sienten culpa y miedo. Saben que, si juzgan y encarcelan a los
ejecutores del Golpe y de las masacres, también se tendrá que investigar y
castigar a los “autores intelectuales y espirituales”. He aquí la razón del por
qué intentan ahogar la verdad sobre el Golpe de Estado y de las masacres en
nombre de Dios.
¿Por qué la
jerarquía católica boliviana apostó al Golpe de Estado?
Quienes
defenestraron violentamente el gobierno constitucional de Evo Morales, en 2019,
lo hicieron envalentonados y legitimados por la Biblia, la cruz, el rosario,
oraciones, etc.
Biblia en
mano, y en nombre de Dios, la usurpadora decretó inmunidad para militares que
masacraban a indígenas y campesinos descontentos. Los obispos, ante esa
hecatombe infernal, con rótulo cristiano, guardaron silencio de ultratumba.
¿Por qué?
En el
fondo, la jerarquía católica, confió que el Golpe de Estado restauraría el
añorado orden político de la República católica. Confiaron que con el retorno a
la República se restaurarían sus privilegios disminuidos durante los 14 años
del gobierno del MAS. Pero, la “dictadura católica” encabezada por la
“predilecta” de los obispos fue un desastre total. Al grado que, ahora, hasta
“los intocables” sienten el aliento de la justicia que les sopla en sus nucas.
¿Qué ocurre
y ocurrirá con la Iglesia Católica en Bolivia?
La actitud
desesperada, y hasta irracional, de la jerarquía católica evidencia su
sentimiento de culpa. Saben que golpearon una vez más al pueblo en nombre de
Dios, y que ese pueblo creyente regresó por las urnas al poder para hacer
justicia con sus verdugos.
En este
momento, como nunca, existe un repudio abierto contra la jerarquía católica que
promovió y apañó las masacres y humillaciones a los pueblos de Bolivia. Ese
repudio se lo están ganando a pulso los obispos. Especialmente por atacar a los
administradores de justicia que tardíamente comienzan a investigar a los
culpables.
Ante el
desprecio de la dignidad y de la vida de las y los bolivianos por parte de la
jerarquía católica boliviana el Estado Plurinacional está en la obligación de
revisar los contenidos del Concordato que firmó con el Vaticano. Se tiene que
suprimir todos los privilegios que el Estado boliviano concede a la Iglesia
Católica con los impuestos del pueblo.
La
auténtica espiritualidad irremediablemente nos lleva a ejercer nuestra vocación
profética, no únicamente desobedeciendo la orientación o prédicas torcidas de
la jerarquía católica, sino denunciándolas por ser cómplices y corresponsables
del Golpe de Estado y de las masacres contra nuestros hermanos y hermanas
indefensas. Urge una Iglesia dócil al dolor de los pueblos sufridos. Es
imperdonable que por un plato de lentejas la jerarquía católica boliviana venda
a toda una Iglesia local a las hienas del infierno.
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