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Dr. Jorge A. Lera Mejía
En marzo de este año,
subió 70% el ingreso de migrantes indocumentados mexicanos y centroamericanos a
Estados Unidos, con respecto a febrero, pues se registraron 172 mil detenciones
entre agentes de la Patrulla Fronteriza y migrantes. Entre los detenidos en
marzo, se registraron 18 mil 900 menores de edad sin acompañamiento ('menores
no acompañados').
La gran mayoría son
inmigrantes de origen mexicano (62 mil 325), seguidos por los hondureños (41
mil 677), guatemaltecos (33 mil 866) y salvadoreños (9 mil 391).
Estos datos son
claramente un ejemplo que México no hace bien su propia tarea, y por ello
nuestras autoridades migratorias no tienen justificación para proponer
soluciones tipo ocurrencias a la representación del gobierno norteamericano, en
la persona de la vicepresidenta Kamala Harris. De hecho, el gobierno de Joe
Biden acusó que diariamente están cruzando más de 5 mil migrantes
centroamericanos por el territorio mexicano, sin incluir los más de 7 mil
migrantes de origen mexicano que también están intentando cruzar diariamente.
Esto nos convierte en la 'Frontera más porosa del mundo' en los tiempos del
llamado 'gobierno de la 4T'.
Por lo anterior, las
autoridades de Estados Unidos siguen hablando de situación “difícil”
y de un “desafío” para referirse a lo que está sucediendo en la frontera
con México. Sea como sea, el reto al que se enfrentan cada vez es más
complejo, con un ritmo de llegadas de inmigrantes nunca visto: el pasado marzo
fue el mes en el que las autoridades de Estados Unidos se toparon con
más inmigrantes indocumentados en los últimos veinte años.
Las expulsiones o
deportaciones exprés, amparadas en una cláusula especial por la pandemia de
coronavirus (el denominado título 42), se están acelerando: se deportó a 103
mil 900 individuos en marzo, un 70% más que el mes anterior (72 mil
113), de los cuales un 28% eran reincidentes.
Sin embargo, lo que más
ha despertado las alertas de esta llegada de inmigrantes, es la alta cifra de
menores no acompañados que aparecen en territorio estadounidense y que el
gobierno Biden se niega a deportar -como sí hace con el resto de los grupos
migrantes, ya sean adultos que llegan en solitario, que siguen siendo la
mayoría de los migrantes, o grupos familiares-.
Según datos al 6 de
abril, más de 20 mil menores están bajo custodia de algún ente del gobierno
de Estados Unidos, incluidos más de 4 mil 200 en instalaciones gestionadas
por la patrulla fronteriza, donde legalmente no deberían estar más de 72 horas,
un plazo que pocas veces se cumple.
Sin embargo, el
gobierno norteamericano reconoce que México tiene limitaciones para
aceptar muchas de las deportaciones, especialmente en el estado de Tamaulipas,
lo que pone más barreras a las fuerzas fronterizas estadounidenses.
OCURRENCIAS:
Este jueves en la
conferencia de las Mañaneras, el presidente mexicano, Andrés Manuel López
Obrador, confesó que hoy sostuvo una conferencia telefónica con la
representante en esta crisis migratoria, Kamala Harris, donde se ofreció el
gobierno mexicano que de darse el presupuesto cercano a los 4 mil millones de
dólares por parte de los Estados Unidos, buena parte de esos recursos se
pudieran orientar al programa conocido como 'Sembrando Vida' que consiste en
siembras de árboles en el sureste de México.
Obviamente esta
propuesta suena a una ocurrencia fuera de todo contexto y lógica. Esto porque
es sabido que el gobierno de Joe Biden no acepta que estos recursos se
especialicen a programas de los tres países del Triángulo Norte y no tanto para
México, a la par que se canalicen por mecanismos transparentes y organismos de
la sociedad civil, no por medio de los gobiernos a los cuales se les tiene
desconfianza.
Por lo anterior, las
próximas semanas los dos gobiernos de México y Estados Unidos estarán
trabajando en la definición de un proyecto de apoyo económico a las naciones
del llamado Triángulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), para abordar
las causas expulsoras de personas, pobreza, corrupción y la violencia.
El gobierno de Biden
también le pide a México una mayor inversión propia (a la par de los 4 mil
millones de dólares) en su frontera sur, amén de apretar sus propias medidas de
contención migratoria; es decir, robustecer la vigilancia fronteriza para
contener el flujo de migrantes centroamericanos evocados a llegar a Estados
Unidos.
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