Pedro
Castillo Terrones. Un candidato que rompió los moldes en la política peruana
Por Ollantay Itzamná
En el único debate de candidatos presidenciables en el que participó, Pedro Castillo habló claro y directo. Pero, sus interlocutores no le creyeron, o simplemente no le prestaron atención a sus palabras (con acento provinciano) y se quedaron mirándole, hasta con mofa, su sombrero de campesino de ala ancha y la ausencia de la corbata
El Perú, es
uno de los países más racistas que actualmente existe en el Continente de Abya
Yala, al grado que este mal congénito de la República bicentenaria es un tabú
en las tertulias cotidianas y en las narrativas académicas. El desprecio del
originario o con rasgos indígenas es tan “normal” que nadie reclama o argumenta
contra el “sistemático racismo cotidiano”.
Perú, una
República que produjo dos países
Al igual
que en el resto de las repúblicas de la región, el Estado peruano fue ideado
para ser regentado por criollos y mestizos desde la ciudad virreynal de Lima.
En dos siglos de existencia, la República criolla peruana produjo dos países
dentro de un mismo país: Lima (país oficial, con cerca de 10 millones de
habitantes) y el resto del Perú (país no oficial, con cerca de 22 millones de
habitantes).
El proceso
del colonialismo interno con “tufo limeño”, que el resto del Perú soportó, fue
tan fiero que el peruano no limeño estaba condenado a limeñizarse para ser
admitido como ciudadano peruano.
La viveza
criolla y el racismo limeño, el individualismo y la informalidad, la
espectacularidad y la superficialidad limeña, fueron y son asimilados por las y
los peruanos como virtudes cívicas de peruanidad. Para ser ciudadano peruano
cualificado, el costeño, el andino o el amazónico, debe aprehender el acento,
la impronta limeña.
De allí que
el máximo sueño de las y los peruanos del interior del país era y es migrar
hacia la ciudad de Lima para mal vivir en los desiertos…Luego visitar a sus
lugares de origen alardeando “vida exitosa”, no pocas veces, burlándose de los
hábitos o expresiones culturales de sus vecinos en sus territorios de origen.
Si para ser
“ciudadano peruano” el originario peruano está condenado a limeñizarse, las y
los candidatos que aspiran a ser gobernantes del Perú están psicológica y
políticamente constreñidos a legitimarse en Lima. Candidato político
provinciano que no hace campaña en Lima, simplemente no aparece en las
encuestas oficiales. Tampoco en los noticiarios. Es inexistente.
Pedro
Castillo, candidato presidencial del partido Perú Libre, quien ganó en la
primera vuelta electoral con 19% de votos, y ahora va a elecciones de segunda
vuelta, no apareció durante la campaña, ni en las encuestas, ni en las noticias
nacionales, porque no hizo campaña en Lima. Ingresó a esta ciudad en ocasiones
puntuales.
¿Por qué
temen los criollos corruptos a Pedro Castillo?
En el único
debate de candidatos presidenciables en el participó, Pedro Castillo habló
claro y directo. Pero, sus interlocutores no le creyeron, o simplemente no le
prestaron atención a sus palabras (con acento provinciano) y se quedaron
mirándole, hasta con mofa, su sombrero de campesino de ala ancha y la ausencia
de la corbata.
Ahora, que
quedó en primer lugar en las elecciones generales, y avanza como un coloso
andino generando remolinos humanos en los territorios y tendencias virales en
las redes sociodigitales, la limeñidad criolla, progre, chola…, desde sus
canales empresariales y personales, llaman a la cordura al “insolente candidato
campesino” que se atreve a desafiar no sólo a la corrupta oligarquía criolla,
sino al propio bicentenario Estado peruano racista desde las urnas.
Muy a pesar
que la oligarquía criolla instauró el sistema neoliberal en el país
legitimándose en “su supuesta victoria militar sobre los grupos guerrilleros
del pasado siglo”, ahora, recurren a la falacia de: “Pedro Castillo es terrorista”.
¡El enemigo interno que habían vencido/matado hace 30 años atrás, ahora, los
derrota en las urnas!… O no vencieron el terrorismo o Castillo no es
terrorista… O será que creen que somos idiotas.
Muy a pesar
que el campesino Pedro Castillo fue fundador de la organización “anti
terrorista” de los ronderos del Perú, y es actualmente miembro activo, los
gamonales del discurso oficial limeño se mantienen en irradiar odio contra
Castillo acusándolo de terrorista con el objetivo de generar una conmoción/miedo
colectiva, y así evitar que Castillo siga avanzando sobre su caballo por todo
el Perú no oficial.
Buscan
instalar en el imaginario colectivo de la peruanidad la idea de: “Castillo es
el enemigo interno del país”. Y así generar sentimiento de culpa en las y los
electores que optaron por Pedro Castillo. Pero, el dolor ocasionado por dos
siglos de República y el treintenio del sistema neoliberal es tan agudo que la
marea humana, en la las calles y en las nubes, alrededor del campesino
candidato crece incontenible.
La
oligarquía criolla teme a Castillo porque su sola presencia campesina, desde
las profundidades del Ande Peruano, es la evidencia de su fracaso político e
ideológico. Esta oligarquía, mediante las instituciones de su Estado peruano,
le apostó a la dominación y eterna subordinación del Perú profundo para sus
intereses, pero Castillo evidencia que el silente jaguar andino amazónico no
había claudicado.
Tienen
miedo porque Castillo les está mostrando a la peruanidad que sí es posible
hacer “otra política” con decencia e identidad. La oligarquía, ahora, no
concilia el sueño porque temen que esté naciendo en su propia hacienda (llamada
Perú) un “Evo Morales” peruano. “Tienen miedo de perder la mamadera
bicentenaria”, como dice Castillo. Pero, sobre todo, tienen miedo a que el mal
ejemplo de Castillo termine despertando al Perú anestesiado por el colonialismo
interno.
¿Por qué
opta por Castillo el Perú profundo?
Las
propuestas de Castillo son elementales para un Estado debilitado y gangrenado
por la corrupción:
Revisar los
contratos de privatización de los bienes, servicios y empresas, renegociar los
contratos de concesión, renacionalizar, crear empresas públicas para hacer del
Estado un actor económico determinante.
Convocar a
un proceso constituyente para la concertación y redacción de una nueva
Constitución Política, en la que el 60% de constituyentes deberán representar a
los sectores sociales populares organizados. Propone la elección de autoridades
judiciales por voto popular.
Además,
indica que, si gana las elecciones en segunda vuelta, renunciará al salario de
Presidente y al sueldo vitalicio de ex Presidente, y seguirá con su salario de
maestro rural. Indica que reducirá a la mitad los inmorales salarios y gastos
de las autoridades electas como las y los congresistas.
La sola
presencia del campesino y luchador social Pedro Castillo en la segunda vuelta
electoral ya es un terremoto político para la política tradicional alimeñada.
Una esperada dosis extraordinaria de esperanza para los pueblos despojados del
Perú que quieren caminar sobre sus propias piernas.
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