Gráfica proporcionada por Análisis a Fondo
En enero, el IGAE descendió 4.15; en febrero,
2.9; en marzo, 2.1
A mayor desconfinamiento, aumentará la
actividad económica
Por Francisco Gómez Maza
Si tomamos en cuenta el rigor con que nos ha
apaleado la pandemia del nuevo coronavirus y todas sus variantes, así como el
impacto de la crisis económica, que venía castigándonos ya desde antes del
estallido de la crisis sanitaria, y que con Covid-19 o sin él se agudizaría, a
la economía nacional no le ha ido tan mal como quisieran los agoreros de la
mentira, o como les gustaría a los profetas de la destrucción.
Los miembros de las clases dominantes no tienen
derecho de hablar, porque a ellos la pandemia no les arrancó un solo pelo. Al
contrario, los más “chuchos”, los más “cochis”, los más “trompudos”,
multiplicaron con creces sus caudales.
No sólo esto. Se han enriquecido exageradamente
a costa de la desdicha de las mayorías. A costa del desempleo en el que quedaron
millones de trabajadores.
Como decía aquel – se llamó José López Portillo
y Pacheco, autodenominado “el último presidente de la revolución”, el resultado
de la pandemia ha sido: empresas pobres, empresas tronadas, trabajadores
desempleados, versus empresarios enriquecidos a costa de los gusanos
consumidores. Aquel decía: empresas pobres, empresarios ricos. Aquí ya lo
arreglamos.
Si no cree usted, vea el ejemplo de las grandes
cadenas de almacenes, de grandes supermercados que nunca cerraron sus puertas
so pretexto de expender productos de “primera necesidad”. Les vino como anillo
al dedo la trágica pandemia. O vea a las grandes farmacéuticas, cuyos dueños se
sacaron los premios mayores en las loterías de los mercados de valores. Sus
socios se bañan en billetes como lo hacía Rico McPato. Pues vea por qué
afirmamos que a la economía no le ha ido tan mal en este primer año de la era
Covid:
El Inegi informa que el llamado Indicador
Oportuno de la Actividad Económica (IOAE) estima anticipadamente una variación
del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), para marzo de 2021
contra igual mes de 2020, de (-)2.1 por ciento.
Sin embargo, esa disminución de 2.1 por ciento es
menor que la anticipada para febrero (el mes inmediato anterior), que fue de (-3.9%),
o sea que la caída fue, en febrero, del doble de la de marzo. Ya no cayó tanto
la llamada actividad económica. El descenso en enero fue de 4.15 por ciento. O
sea que la actividad económica ha ido mostrando menores descensos mensuales, en
camino de la recuperación, en dirección a los niveles en que se comportaba
hasta febrero de 2020, poco antes del estallamiento de la crisis sanitaria en
México. El 15 de febrero de 2020 empezó el confinamiento para este escribidor.
La actividad económica redujo su descenso
gracias al relajamiento de las medidas de confinamiento para protegerse del
contagio de la covid-19. Esa reducción de las medidas de protección obviamente
no fue generalizada, sino especialmente en el llamado sector servicios, tan
necesario y, en millones de casos, indispensable porque, con pandemia y todo,
la vida debe continuar, aunque lamentabilísimamente fallezcan muchos por la
enfermedad.
Obviamente que el relajamiento que permitió el
freno al descenso de la actividad económica tuvo que ser muy cuidadoso, para
evitar contagios como los que ocurren cuando la gente pierde la conciencia y se
entrega a los placeres de las fiestas, de las aglomeraciones, de las pachangas
en las playas, entre otras locuras que se practican cuando uno debe de estar
confinado en casa por el grave peligro del contagio de una enfermedad que puede
ser, y de hecho lo es, mortal por necesidad.
Y nos quedamos con esto para no ahondar más la
confusión de quienes no fuimos a la escuela de Julio Alfonso Santaella Castell,
actual director del Inegi.
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