Por Armando García
El 11 de septiembre de 1973, el presidente
chileno Salvador Allende, elegido democráticamente por su pueblo, fue víctima
de un golpe de estado, apoyado por los Estados Unidos, y a diferencia de lo
sucedió en Bolivia con Evo Morales, el presidente allende, decidió pelear hasta
la muerte. “Allende nunca se rinde”, fueron algunas de sus últimas palabras. Su
último discurso atrincherado el Palacio de la Moneda, el edificio presidencial,
hacen eco ahora, a más de cuatro décadas de su ultimo sacrificio por su pueblo,
cuando el pueblo chileno, es reprimido y masacrado por el gobierno de Sebastián
Piñera.
Allende, transmitiendo por Radio
Magallanes y en medio del inclemente bombardeo a La Moneda perpetrado por las
Fuerzas Armadas bajo el liderazgo del General Augusto Pinochet, tomó un
teléfono para dirigirse al país a las 9:10 de la mañana. Sin apoyo alguno
más que su propia oratoria, declaró que no se rendiría. “Colocado en un
tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo”, dijo.
“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”. Con esas palabras, Allende cerró su histórico último discurso.
“Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”. Con esas palabras, Allende cerró su histórico último discurso.
Ya casi medio siglo de del sangriento
colpe de estado en Chile, el mundo está concentrado en los acontecimientos de
Bolivia, pero como he dicho en otros artículos, el imperialismo arremete bajo
el presidente Donald Trump, contra Latinoamérica, nación por nación, para tener
control de las riquezas naturales, manteniendo en miseria a los pueblos
indígenas, mestizos de este continente.
En pleno Siglo XXI, nuevamente se escuchan
las consignas de solamente terminando con el sistema capitalista habrá
verdadera paz, libertad y justicia para la humanidad.
En chile, hay peligro que los intereses
capitalistas aprovechen una protesta por el alza del transporte, para
afianzarse en Chile y reprimir principalmente a la juventud de ese país.
En Bolivia, las fuerzas armadas disparan gas
lacrimógeno a las cabezas de los manifestantes, en Chile, los carabineros
disparan al rosto de manifestantes, para dejarlos ciegos, sin ojos y llorando
sangre siendo esta una brutal represión ante el silencio cómplice de muchos.
Bolivia y ahora Chile, Colombia, Nicaragua,
Venezuela, es lógico que se esté orquestando dictaduras de derecha a nombre del
capitalismo y del control del mundo por el imperialismo estadounidense.
La Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) informó que cuenta con testimonios y denuncias muy claras que
documentan las violaciones a los derechos humanos en Chile.
La fuerte represión policial, hasta este
escrito ha dejado ya unos 23 muertos y miles de heridos y detenidos, incluyendo
casos de “tortura y malos tratos” incluida violación sexual por carabineros de
Chile a manifestantes detenidos.
“Una de las formas más frecuentes de
lesionar a los manifestantes ha sido a través de malos tratos y, en menor
medida, la tortura, un crimen de Derecho Internacional, (...) incluyendo
tortura sexual”, declara la directora de Amnistía Internacional para las
Américas, Erika Guevara Rosas.
En este sentido, ha afirmado que las
fuerzas de seguridad chilenas han salido a las calles con la intención de
lesionar a quienes protestan a fin de “desincentivar la protesta”, incluso
“llegando al extremo de usar la tortura y violencia sexual en contra los
manifestantes.
El uso excesivo de la fuerza policial,
reconocido incluso por el presidente chileno, Piñera, ha causado alarma y
llamados de atención por parte de numerosas organizaciones de derechos humanos
chilenas e internacionales.
Debido a ello, ya comenzaron los intentos
para llevar a juicio político al presidente Piñera. La acusación se da después
de que el propio presidente reconociera por primera vez la violencia policial
que ha dejado más de 2000 heridos y lo condenara.
“Si
no se cumplieron esos protocolos, y creo que es posible que en algunos casos no
se cumplieron, eso va a ser investigado por la Fiscalía y va a ser sancionado
por los tribunales de Justicia”, declaró el mandatario chileno en alusión al
uso de la fuerza contra manifestantes durante las protestas que se
iniciaron a mediados de octubre por la subida del precio del metro y escalaron
rápidamente hasta reclamar una nueva Constitución y la renuncia del presidente
Piñera.
Armando García es un periodista reconocido de Estados Unidos y es el editor y fundador de Nuestra América Magazine.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario