Por Armando García
El golpe de estado en Bolivia, es una
advertencia a que el golpismo que era la manera de reprimir con mano dura los
levantamientos sociales en el Siglo XX, surge nuevamente en el continente
americano.
Los oligarcas capitalistas en Latinoamérica,
tienen como su aliado al presidente estadounidense Donald J. Trump, quien en
estos tiempos tiene la mano dura para derrocar a los mandatarios que no se
alinean a las posturas imperialistas que son apoyadas por organizaciones como
la OEA, quien nuevamente repite la historia de quedarse callada, como lo hizo
en el Siglo XX con Cuba.
Ya entrados en el Siglo XXI, en el mundo
hay nuevas generaciones que nunca vivieron el horror de las dictaduras
militares. Pero si viven todavía muchos que fueron testigos de las atrocidades
y genocidios que los llamados milicos realizaron en el continente.
Una cosa sí que es evidente, es la
pasividad de muchos, de no reaccionar ante la problemática que vive América
Latina. Se vive una situación volátil, el continente está en llamas. De no ver
esta realidad, y no tomar acción inmediata para evitar guerras civiles,
levantamientos, golpes de estado, nos recuerda las palabras del argentino Nicolás Avellaneda en el Siglo
XIX al decir que los pueblos que no conocen su historia están condenados
a repetirla.
La mayor parte de Latinoamérica ha pasado
situaciones similares a las de Bolivia. El ahora exvicepresidente de Bolivia Álvaro
García Linera, expresó lo siguiente:
"Tocan tiempos difíciles, pero para
un revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso vivimos, de los
tiempos difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso no
venimos de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los
marginados, de los tiempos neoliberales? La década de oro del continente no ha
sido gratis. Ha sido la lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos,
desde la universidad, de los barrios, la que ha dado lugar al ciclo
revolucionario. No ha caído del cielo esta primera oleada. Traemos en el cuerpo
las huellas y las heridas de luchas de los años 80 y 90. Y si hoy
provisionalmente, temporalmente, tenemos que volver a esas luchas de los 80, de
los 90, de los 2000, bienvenido. Para eso es un revolucionario. Luchar, vencer,
caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la
vida, ese es nuestro destino".
La llegada al poder de Evo Morales en
2006 fue un hecho histórico. Por primera vez Bolivia tenía un presidente
indígena, como el 60% de su población.
Según todos los indicadores económicos
y sociales, la gestión de Morales fue un éxito. Sostenido en la
nacionalización temprana de los hidrocarburos, el Producto Interno Bruto creció
sin descanso a un promedio de 4.9% anual durante 13 años, la pobreza se redujo
del 60 al 35%, mejoró la distribución del ingreso y cayó el analfabetismo. Su
gestión no solamente fue celebrada por las fuerzas de izquierda y progresistas
del continente, sino que fue elogiada más de una vez por el Banco Mundial y
hasta el Fondo Monetario Internacional.
Ahora Bolivia, sin Morales en el poder y
con una persona títere del imperio como presidenta, Estados Unidos y los
oligarcas mundiales van detrás de la reserva de Litio de Bolivia, como del petróleo
en otros países. Así aseguran el control del mundo desde América Latina. Con el
golpe de estado los capitalistas jugaron un ajedrez político, dando una jaque
mate contra un gobierno legítimamente elegido por el pueblo bolivariano.
Los objetivos de Donald Trump son ahora obviamente
Venezuela y Nicaragua para imponer gobiernos títeres, obedientes a los
designios del imperialismo para asegurar dominio mundial. Aquí pongo la declaración
del mandatario estadounidense:
"Estos acontecimientos envían una
fuerte señal a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua, de que la
democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán."
Quizá Evo Morales fue ingenuo al pensar
que había terminado con la opresión, con la discriminación, con la humillación en
su país, pero la realidad fue el surgimiento de grupos que no respetan a la población
indígena, mayoritaria en Bolivia.
Al igual que los conquistadores españoles,
que llegaron con la Biblia en una mano y en la otra un mosquete para imponer su
ideología, religión e idioma; en Bolivia la historia se repitió, cuando la
autoproclamada presidenta de Bolivia toma el poder con una Biblia en la mano y es
resguardada por los fusiles del ejercito bolivariano.
En Bolivia y en otros países latinoamericanos,
personas de origen criollo, europeo, caucásico, algunos mestizos, malinchistas,
racistas, infames son ahora los aliados del imperio de Trump, para controlar al
mundo.
Vale mucho la pena recordar las palabras
del dramaturgo alemán Bertolt Brecht: “…¿de qué sirve decir la verdad sobre el
fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?”.
Este capitalismo y su máxima el imperialismo,
con el golpe dado en Bolivia, pasaran a la historia como los usurpadores del
continente americano.
Armando García es un reconocido
periodista méxico-estadounidense, fundador y editor de Nuestra América
Magazine. Ha trabajado y colaborado con medios impresos y digitales en Estados
Unidos y Latinoamérica.
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