jueves, 14 de noviembre de 2019

Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla



Por Armando García


El golpe de estado en Bolivia, es una advertencia a que el golpismo que era la manera de reprimir con mano dura los levantamientos sociales en el Siglo XX, surge nuevamente en el continente americano.
Los oligarcas capitalistas en Latinoamérica, tienen como su aliado al presidente estadounidense Donald J. Trump, quien en estos tiempos tiene la mano dura para derrocar a los mandatarios que no se alinean a las posturas imperialistas que son apoyadas por organizaciones como la OEA, quien nuevamente repite la historia de quedarse callada, como lo hizo en el Siglo XX con Cuba.
Ya entrados en el Siglo XXI, en el mundo hay nuevas generaciones que nunca vivieron el horror de las dictaduras militares. Pero si viven todavía muchos que fueron testigos de las atrocidades y genocidios que los llamados milicos realizaron en el continente.
Una cosa sí que es evidente, es la pasividad de muchos, de no reaccionar ante la problemática que vive América Latina. Se vive una situación volátil, el continente está en llamas. De no ver esta realidad, y no tomar acción inmediata para evitar guerras civiles, levantamientos, golpes de estado, nos recuerda las palabras del argentino Nicolás Avellaneda en el Siglo XIX al decir que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla.
La mayor parte de Latinoamérica ha pasado situaciones similares a las de Bolivia. El ahora exvicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, expresó lo siguiente:  
"Tocan tiempos difíciles, pero para un revolucionario los tiempos difíciles es su aire. De eso vivimos, de los tiempos difíciles, de eso nos alimentamos, de los tiempos difíciles. ¿Acaso no venimos de abajo, acaso no somos los perseguidos, los torturados, los marginados, de los tiempos neoliberales? La década de oro del continente no ha sido gratis. Ha sido la lucha de ustedes, desde abajo, desde los sindicatos, desde la universidad, de los barrios, la que ha dado lugar al ciclo revolucionario. No ha caído del cielo esta primera oleada. Traemos en el cuerpo las huellas y las heridas de luchas de los años 80 y 90. Y si hoy provisionalmente, temporalmente, tenemos que volver a esas luchas de los 80, de los 90, de los 2000, bienvenido. Para eso es un revolucionario. Luchar, vencer, caerse, levantarse, luchar, vencer, caerse, levantarse. Hasta que se acabe la vida, ese es nuestro destino".
La llegada al poder de Evo Morales en 2006 fue un hecho histórico. Por primera vez Bolivia tenía un presidente indígena, como el 60% de su población. 
Según todos los indicadores económicos y sociales, la gestión de Morales fue un éxito. Sostenido en la nacionalización temprana de los hidrocarburos, el Producto Interno Bruto creció sin descanso a un promedio de 4.9% anual durante 13 años, la pobreza se redujo del 60 al 35%, mejoró la distribución del ingreso y cayó el analfabetismo. Su gestión no solamente fue celebrada por las fuerzas de izquierda y progresistas del continente, sino que fue elogiada más de una vez por el Banco Mundial y hasta el Fondo Monetario Internacional.


Ahora Bolivia, sin Morales en el poder y con una persona títere del imperio como presidenta, Estados Unidos y los oligarcas mundiales van detrás de la reserva de Litio de Bolivia, como del petróleo en otros países. Así aseguran el control del mundo desde América Latina. Con el golpe de estado los capitalistas jugaron un ajedrez político, dando una jaque mate contra un gobierno legítimamente elegido por el pueblo bolivariano.
Los objetivos de Donald Trump son ahora obviamente Venezuela y Nicaragua para imponer gobiernos títeres, obedientes a los designios del imperialismo para asegurar dominio mundial. Aquí pongo la declaración del mandatario estadounidense:
"Estos acontecimientos envían una fuerte señal a los regímenes ilegítimos de Venezuela y Nicaragua, de que la democracia y la voluntad del pueblo siempre prevalecerán."
Quizá Evo Morales fue ingenuo al pensar que había terminado con la opresión, con la discriminación, con la humillación en su país, pero la realidad fue el surgimiento de grupos que no respetan a la población indígena, mayoritaria en Bolivia.
Al igual que los conquistadores españoles, que llegaron con la Biblia en una mano y en la otra un mosquete para imponer su ideología, religión e idioma; en Bolivia la historia se repitió, cuando la autoproclamada presidenta de Bolivia toma el poder con una Biblia en la mano y es resguardada por los fusiles del ejercito bolivariano.
En Bolivia y en otros países latinoamericanos, personas de origen criollo, europeo, caucásico, algunos mestizos, malinchistas, racistas, infames son ahora los aliados del imperio de Trump, para controlar al mundo.
Vale mucho la pena recordar las palabras del dramaturgo alemán Bertolt Brecht: “…¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina?”.
Este capitalismo y su máxima el imperialismo, con el golpe dado en Bolivia, pasaran a la historia como los usurpadores del continente americano.

Armando García es un reconocido periodista méxico-estadounidense, fundador y editor de Nuestra América Magazine. Ha trabajado y colaborado con medios impresos y digitales en Estados Unidos y Latinoamérica.


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