Crédito imagen: Twitter
del Presidente Alberto Fernández
· Ahora,
la Covid-19 está más perra que antes
· Y
nadie conoce los efectos de las vacunas
Por Francisco Gómez
Maza
Así como nadie puede
pronosticar un terremoto, nadie puede conocer el futuro.
Del pasado, obviamente
podemos saber todo si tuviéramos una excelente memoria; del futuro, de lo único
que estamos seguros es de que hemos de morir, pero no sabemos cuándo, cómo ni
dónde.
Así que quien diga que
la fuerza de la pandemia arreciará, o que los efectos devastadores del
coronavirus (SARS-Cov-2) amainarán, miente.
Es más fácil calcular
el comportamiento de la economía porque ésta implica números concretos,
crecidas y decrecidas, estacionalidades, dinero, masas monetarias, inversiones,
créditos, financiamientos, políticas expansivas o restrictivas.
Pero el comportamiento
de la enfermedad de Covid-19, su impacto futuro, solamente puede conocerse, con
relativa seguridad, por el comportamiento de los seres humanos, mientras vemos
qué efecto tienen las vacunas que comenzaron a aplicarse demasiado temprano.
Una vacuna no dura un
año para que podamos saber si es efectiva para parar contagios de rebaño. Y la
inoculación de las que ya están en circulación se percibe demasiado temprana.
Ni los científicos pueden garantizar resultados positivos, en definitiva.
Alguien dijo – y habrá
que estarlo repitiendo ante la tozudez de muchos seres humanos- que nosotros
somos la más eficiente vacuna. Si nos cuidamos, practicando los protocolos de
los encargados de los servicios sanitarios y del cuidado de la salud, es muy
posible, casi seguro, que los contagios y los fallecimientos se reduzcan.
La vacunación va a
llevar tiempo. Mientras tanto, habrá que confiar en la cordura humana para
evitar los contagios. Y nadie sabe aún si las vacunas podrán construir un
enorme dique contra el virus. Esto esperamos todos. Pero nadie está seguro de
que así vaya a ser. Ni los científicos.
Por lo pronto, muchos, muchísimas
personas, en todo el mundo –en este espacio nos referimos a los mexicanos de
México-, ya no están preocupados por la enfermedad, en momentos en que está en
todo su furor una especie de “segunda ola” de coronavirus y se espera un virus
transformado, que viene con mayor fuerza de contagio, dicen que de Gran
Bretaña.
Increíble, pero a
millones de personas ya no les interesa si se contagian o no. El cubre bocas
ya valió, como dicen los mexicanos de Ciudad de México. (Bueno, a Andrés
Manuel, el tabasqueño que trabaja de presidente constitucional, le ha valido
durante todo el año que llevamos afrontando la enfermedad, y nadie ha podido
convencerlo de que es su obligación dar el ejemplo y cubrirse. Claro. Cómo los
demás, los que no se cubren, van a usar el cubre bocas si el Presidente de la
República no lo usa.)
En estas fiestas
navideñas y de año nuevo, muchísimos celebraron, como si nada ocurriera, como
si no estuviera contagiándose mucha gente que ya no cabe en los hospitales;
como si no estuviera muriendo mucha gente; como si los anfiteatros de los
hospitales no se rebasaran de cadáveres noche a noche. Y me consta.
La situación de la
pandemia es ahora más grave y peligrosa de cuando empezó a ya por los primeros
dos meses del 2020. Lo recuerdo como si hubiera sido ayer. Mi última salida
pachanguera (una boda familiar) fue el 14 de marzo.
O sea que llevo
“prisionero” nueve meses. Si fuera mujer y estuviera embarazada, ahora estaría
en pleno alumbramiento.
Lo malo es que los
hospitales no disponen ya de suficientes respiradores para la mitad de enero,
que es cuando vamos a ver un incremento considerable de contagios, tomando en
cuenta que los amontonamientos humanos ocurrieron entre el 31 de diciembre de 2020
y el primero de enero de 2021. Y el SARS-Cov-2 requiere de dos semanas para
hacer su horrorosa tarea.
Así que no esperen, un
muy feliz año nuevo. Y esto no es una predicción. El virus está ya incubándose
en muchos irresponsables o inconscientes.
Y esta tragedia bien
vale pedirle a López Obrador que, por piedad, se ponga el cubre bocas, aunque
no lo necesite. Nunca es tarde cuando la dicha es buena. Alguien ha dicho que
México es el peor país para vivir en medio de la pandemia… No sé si sea cierto.
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