· De la
crisis sanitaria y la recesión a la ignorancia
· La
tecnología de la información no es para todos
Por Francisco Gómez Maza
Nadie habla de los miles, millones,
de niños que no pueden tener acceso a la educación a distancia, porque no
disponen de una computadora y menos de internet.
Qué pueden hacer los padres con
cuatro hijos en casa, que tendrían que disponer de cuatro computadoras, porque
están en grados diferentes de la primaria y la secundaria.
Además, estos niños tienen que quedarse
en casa porque sus padres tienen, a la fuerza de la extrema necesidad, que
salir muy temprano a trabajar para ganarse unos cuantos pesos y comprar la
comida del día. Le juro. Sólo unos cuantos pesos. Y son legión que no es sujeta
de ningún apoyo de López Obrador, porque no son de la tercera edad. Y tampoco
reciben beca sus niños. No cuentan ni para las estadísticas de la pobreza
porque, como no andan sin zapatos y la falda o el pantalón rotos, no parecen
pobres.
Imagina, tú que estás leyendo esta
nota, si estos niños aguanten encerrados en casa. Se ponen a jugar y hasta
salen a la calle porque adentro se aburren. Sólo anda por ahí una vieja Tablet
de juguete que les trajo la tía de los Estados Unidos.
Pues así han pasado estos ciclos de
“educación a distancia”; en la más completa inconsciencia, en el más completo
abandono, sin esperanza. Fuera del mundo, como dice la canción que cantaba
Óscar Chávez. Sin escuela. Sin el cuidado de la madre y del padre. Sin guía. En
el limbo de la ignorancia.
Son los hijos de la pobreza. Y no
están muy lejos de uno. Inclusive, en muchos casos, son parte de la parentela.
Cómo ayudarlos.
Estos niños no existen ni para el
presidente de la república, ni para el secretario de educación. Estos[H1] presumen
de “los 30.5 millones de alumnos de educación obligatoria; es decir,
preescolar, primaria, secundaria y bachillerato, que ayer presuntamente
abrieron la computadora para tomar las clases a distancia. Imposible saber si
son 30.5 millones. Quienes no pudieron “asistir” están ahora aburridos en casa,
o vagando por el vecindario. O con malas compañías.
Pero… Es casi imposible tener cifras
de México, cifras exactas. (Dudo de esos 30.5 millones que, según Esteban
Moctezuma, inauguraron el año escolar este lunes 11 de enero). Sólo sé que
muchos no van a la escuela desde que estalló la pandemia. Van por el segundo
año de vacaciones forzadas.
Y esta situación es mundial. La ONU
da una cifra, aunque sea un simple cálculo: Más
de la mitad de los 1,500 millones de alumnos privados de clase, a causa de la
pandemia de covid-19, no tienen un ordenador para poder seguir las clases a
distancia, y el 43% carece de acceso a internet, una
situación que amenaza con incrementar la fractura digital.
Según los estudios de
la Unesco, en colaboración con la Unión Internacional de Telecomunicaciones
(UIT), 826 millones de estudiantes en el mundo no tienen computadora y 706
millones tampoco tienen acceso a internet en su casa. ¡Imagine a toda esta
generación, salvada de la pandemia, pero en la más absurda ignorancia!
Son los hijos de la
pobreza, de la miseria, que serán aún más pobres en este futuro que nos ha alcanzado,
en pleno siglo de los grandes avances de la ciencia y de la tecnología. Y
también de la delincuencia de todo tipo.
Esteban Moctezuma Barragán, el
secretario de Educación, presume de la “educación mixta”. La que se imparte a
través de la Web, quiero pensar, a un gran número de niños y jóvenes. (Mi nieta
es una de las privilegiadas).
Pero no es así, Andrés. No es así,
Esteban. La ignorancia hará presa de millones, tanto como la pobreza, como
resultado de la pandemia del nuevo coronavirus y todas sus reencarnaciones,
pero también de los yerros cometidos al imaginar, concebir, plantear y poner en
práctica las políticas públicas, en este caso en materia educativa.
Qué pena, por Dios.
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