Por Iñaki Gil de San Vicente
La reacción hostil dirigida desde el
extranjero contra el Encuentro antiimperialista por la vida, la soberanía y la
paz, celebrado en Caracas del 22 al 25 de enero, exige una atención atenta por
parte de todos, especialmente de aquellos a quienes no se les permitió asistir
al evento.
Primero: el boicot llevado a cabo por
varias aerolíneas que intentan evitar que los delegados asistan al evento
confirma la necesidad de celebrar que sucedió y que el Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV) hizo un buen movimiento al organizarlo.
Hoy en día, nos enfrentamos a varios
frentes de batalla decisivos en la guerra entre el imperialismo y la humanidad
explotada. Venezuela es uno de ellos. Junto con Cuba, forma el frente más
decisivo en la doble tarea de restaurar las fuerzas emancipadoras de Nuestra
América y trasladar el proceso revolucionario a la ofensiva.
Pero Venezuela y Cuba también son
importantes en todo el mundo porque, además de fortalecer su alianza con otras
potencias que están enfrentando al imperialismo de una forma u otra, y dados
sus propios intereses diversos sobre todo, estos dos países también confirman
la incuestionable lección histórica de que la soberanía del pueblo depende en
su capacidad de defensa personal.
La catástrofe de Bolivia confirma la
historia una vez más: el imperialismo nunca se rendirá. Siempre está
actualizando sus contraataques; nunca cesa sus intentos desestabilizadores de
sobornar y cooptar a personas despreciables, haciendo que se designen
mercenarios para cumplir con las órdenes dadas por la burguesía local y por el
propio imperialismo.
Segundo: Durante un tiempo, las buenas
personas, los revolucionarios, han estado soportando restricciones
aeroportuarias y ataques contra su libertad de comunicación, de movimiento, de
asistir a eventos, debates y reuniones de solidaridad. Nos enfrentamos a una
creciente represión dirigida contra estos derechos. Estos pasos represivos nos
recuerdan las medidas desesperadas tomadas por muchos estados que se remontan a
generaciones.
Comencemos con la prevención de cualquier
expresión de solidaridad durante las guerras romano-griegas y medievales; la
sofocante vigilancia sobre las personas esclavizadas; las guerras campesinas;
Revueltas andinas y continentales; las primeras revoluciones burguesas; El
comienzo de los movimientos populares y de la clase trabajadora, todos
enfrentaron todo tipo de obstáculos. Se impusieron los controles represivos de
1848 en las reuniones para organizar la Primera Internacional y el asedio
durante la Comuna de París de 1871.
Luego vinieron las leyes antisocialistas de
finales del siglo XIX y el asedio contra la Segunda Internacional y la Tercera
Internacional. Y hoy existe la obsesión por limitar y silenciar a Cuba y
Nuestra América, que siempre falla.
También recordamos la ridícula aspiración del
rey español de silenciar a Hugo Chávez, cuya voz aún se escucha en este crucial
evento antiimperialista en Caracas, así como las voces del cubano Fidel Castro,
el líder colombiano Manuel Marulanda, el líder vasco José Miguel Beñaran
Ordeñana (conocido a sus camaradas como Argala), Salvador Allende de Chile,
Camilo Torres Restrepo de Colombia, Patrice Lumumba del Congo, Thomas Sankara
de Burkina Faso, el político guineano Amilcar Cabral, Che Guevara, Ho Chi Minh,
Mao Zedong, León Trotsky, Buenaventura Durruti de España, Andreu Nin Pérez ,
Julio Antonio Mella, José Carlos Mariátegui de Perú, Vladimir Lenin, Emiliano
Zapata, Rosa Luxemburgo, José Julián Martí de Cuba, Mikhail Bakunin,
Jean-Jacques Dessalines y Alexandre Pétion de Haití, Simón Bolívar de Venezuela,
Líder inca Túpac Amaru, Miguel de Puerto Rico y Venezuela Yo de Buría, y tantas
mujeres trabajadoras que se hacen invisibles pero que de hecho son el intelecto
y escuchan t de la dignidad que tenemos hoy.
Tercero: todo indica que la tendencia
represiva abierta se está acelerando. Esta vez, el imperialismo coordinó el
sabotaje contra el evento antiimperialista que tiene lugar ahora en Caracas,
haciendo que las aerolíneas civiles de un tercer país no procesen boletos
aéreos a Venezuela.
Así, los comandos político-militares han
torpedeado a compañías civiles extranjeras, extendiendo este ataque a los
derechos humanos básicos de los viajes y la libertad de expresión. Estamos
presenciando otro salto adelante en el reciente proceso de coordinación de la represión
llevado a cabo por los servicios secretos y los organismos políticos
internacionales, confirmando que la naturaleza del imperialismo es
irreconciliable con la más mínima democracia. Esta complejidad está explicando
en este momento este ataque obsesivo contra el evento antiimperialista en
Caracas.
Cuarto: la economía capitalista hoy en día
y el poder de los Estados Unidos y la Unión Europea se enfrentan a obstáculos
cada vez más graves. Por ejemplo, la gigantesca deuda global no dejará de
crecer, dada la política suicida mantenida por el gran sistema bancario durante
los últimos años en medio de lo que se conoce como "dinero barato".
Esta deuda representa alrededor del 320 por
ciento del producto interno bruto anual del mundo. Según la perspectiva del imperialismo,
solo hay dos formas de reducirlo a una cantidad manejable: transferirlo también
a los trabajadores en cuanto a las potencias rivales que se niegan a ser peones
del imperialismo.
Pero esta no es la única amenaza existente.
Hay más. Los más serios son la Ley de la tendencia de la tasa de ganancia a
caer y la Ley general de acumulación capitalista [como explica Karl Marx].
Cuando los diferentes niveles de esta
crisis se fusionan en un solo colapso, el imperialismo no tiene otro recurso
que la destrucción masiva del valor acumulado o el trabajo muerto, de modo que
la infraestructura y las fuerzas productivas puedan intentar comenzar otra fase
de expansión. Es por eso por lo que no pueden soportarlo si las personas se
reúnen para discutir un paso mínimo hacia la emancipación de las personas.
Quinto: Independientemente de la represión
y el acoso, debemos multiplicar estos encuentros, estos debates. Debemos
coordinarlos y avanzar en la práctica antiimperialista, porque cada segundo que
perdemos es un segundo vital que damos a los imperialistas para reagruparse y
contraatacar.
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