· AMLO tiene que definir el modelo económico
· Si no hay reglas claras, no habrá inversiones
Por Francisco Gómez Maza
El presidente de México tiene que ser
congruente y definirse en cuanto a qué modelo económico busca construir, porque
el agua y el aceite jamás de mezclan.
El modelo de economía de libre
mercado, fondomonetarista, manchesteriano, de la escuela de Chicago,
salvajemente capitalista, apoyado por los detentadores del gran capital, es
incompatible con el modelo desarrollista que trae en mente López Obrador y que
no ha clarificado.
Mientras el mandatario navegue en las
dos aguas, neoliberalismo y nacionalismo revolucionario, los grandes
empresarios extranjeros y nacionales le dirán “fuchi caca”. No habrá
crecimiento de los sectores productivos. Y los salarios volverán a perder su
capacidad de compra, lo que también es un búmerang para los grandes
empresarios.
Ésta es la razón por la que los
grandes inversores no invierten en ramas manufactureras, y el producto interno
bruto (PIB) está en el sótano. Esto es lo que dicta el capitalismo. La
plusvalía sólo en beneficio de quienes detentan los grandes capitales.
Al mismo tiempo, es explicable que el
presidente privilegie la redistribución de la riqueza – aunque no estoy de
acuerdo con el reparto caritativo del dinero -, porque una economía que no lo
logra es una economía fallida. Los capitalistas dicen que primero hay que
acumular para después redistribuir esa riqueza acumulada. Pero han pasado los
cientos de años y las relaciones económicas continúan ahondando las diferencias
y aumentando la desigualdad.
Pero los grandes empresarios y la
gente que tiene espíritu capitalista no lo ven, ni les importa ver: Lo que
ellos privilegian son las ganancias fáciles y rápidas, a costa del bienestar de
los trabajadores –producción de desechables para que los pobres sigan compra y
compra-. Los capitalistas son cortoplacistas. O sea, abultar las ganancias
exponencialmente y que quien venga atrás que arrée que, al fin, a los pobres
siempre los tendréis de compañeros de este viaje misterioso que termina en la
muerte eterna.
Quiero creer que López Obrador
intenta redistribuir la riqueza entre los trabajadores y entre los pobres, que
son muchos. Sin embargo, tiene que aceptar las reglas del juego de los
capitales. (Si no acepta esas reglas, por qué organiza una cena con tamalitos
de chipilín y les pasa la charola a los más importantes empresarios). Y si no,
tiene que imponer las reglas del nacionalismo desarrollista. Percibo que hasta
ahora ha sido incongruente.
Para construir una economía
humanizada, que privilegie a ambos factores de la producción, el capital y el
trabajo, tiene que haber una definición tajante del modelo económico. No unas
veces socializante y otras veces neoliberal. Las ambigüedades son caminos que
no llevan a ninguna parte. Si no, no habrá crecimiento del producto, y los
inversionistas continuarán impávidos, muchos inclusive invirtiendo en otras
economías.
Nadie duda, ni siquiera los detentadores
del capital, que hay que construir un nuevo modelo económico, humano, justo, en
el cual tengan cabida las mayorías de excluidos, que soy una enorme fuerza que,
bien pagada, haría incrementar como la espuma los capitales.
Además, a quién le sirven tantos
recursos generados por la maquinaria productiva, si se echan a perder, si los
ricos no se los van a llevar a la tumba, y tienen que tirarse a la basura,
cuando millones de personas mueren de enfermedades curables como el hambre.
El premio Nobel, Joseph Stiglitz, lo
advierte y defiende la capacidad de regenerar al capitalismo para acabar con
"un neoliberalismo que ha tenido resultados desastrosos". Lo que se
necesita es un nuevo contrato social. Un nuevo vínculo entre los mercados, el Gobierno
y la sociedad civil. Se puede "domesticar al capitalismo". Para ello
hay que "frenar el poder del mercado" y acabar con los
"desequilibrios políticos", estableciendo un buen sistema de
contrapesos.
Sí. De acuerdo. A López Obrador no le
dice nada el comportamiento del producto. Está convencido de que, aunque el
comportamiento del producto indique que hay recesión, la economía de los
trabajadores está mucho mejor que el receso del producto. Sin embargo, este
beneficio es pasajero, porque se impone la ley de la necesidad y del abuso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario