· La OCDE: la economía mundial no va tan mal como se
creía
· Pero no está tan bien, en medio de la política de odio
Por Francisco Gómez Maza
A qué economía se referirán los gurúes
de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos),
comandados por el tamaulipeco José Ángel Gurría Treviño (el histórico “Ángel de
la Dependencia), cuando aseguran, en medio de la emergencia sanitaria, el parón
de la marcha de la economía mundial, que ésta no va tan mal como se creía,
especialmente en Estados Unidos y China.
¿Será a la economía que se mide con el
PIB, o a la que se califica con las variables de equidad y justicia en la
distribución de la riqueza, la que califica los niveles de bienestar de las
diversas clases de la sociedad, especialmente las clases trabajadoras?
Seguro que la economía de los países
ricos, la de las grandes corporaciones trasnacionales globalizadas, la de las
clases dominantes de cada país, hasta la economía de ricachonsitos de Haití o
Somalia, o de Chiapas o Hidalgo, indudablemente que crecerán y harán más ricos
a los ricos (en ningún momento han dejado de crecer, especialmente la de las
industrias y servicios relacionados con la salud) y, qué contradicción, gracias
a la pandemia de coronavirus.
Por ejemplo, en los primeros meses de la
crisis sanitaria, la riqueza de los potentados mexicanos, mientras los
hospitales se llenaban de candidatos a la muerte por el Covid-19, creció poco
menos de 20 por ciento.
El optimismo de los econometristas que
asientan sus reales en la Ciudad Luz está obviamente bien fundamentado. La
economía de los ricos no está tan mal, como creían, aunque reconocen que
economías como la de Estados Unidos, con un enorme desempleo, han sufrido una
caída sin precedentes debido a la pandemia de coronavirus. Millones de trabajadores
padecen los efectos de no tener un ingreso porque muchas empresas colapsaron. Y
obviamente, el seguro de desempleo sólo es un paliativo.
Ah, pero mientras afirman que a la
economía mundial no le irá tan mal, los economistas de la OCDE recortaron sus
pronósticos para México, India y Sudáfrica, quizá porque aún no se ve ninguna
salida a la pandemia, mientras que los mejoró para China, aunque voceros de la
Organización aclararon que su vaticinio está sujeto a una incertidumbre
considerable a medida que continúa la exitosa incursión de las huestes del
coronavirus; que continuarán brotes locales esporádicos y que una vacuna, de
las varias en estudio, no estará disponible hasta finales de 2021.
Cifras pueden proporcionar las que se
les ocurra. Lo que cuenta es que estos señores que viven en París, los de la
OCDE, rectifican sus proyecciones.
Dijeron en un principio que el producto
interno bruto mundial disminuiría un 4.5% este año, debajo de la caída del 6%,
que habían pronosticado en junio. Y ahora esperan que la economía mundial se
recupere y crezca 5% el próximo año.
Mejoraron su pronóstico para la economía
estadounidense, anticipando una contracción del 3.8% este año, en lugar de una
caída del 7.3% pronosticada anteriormente.
China, de acuerdo con los pitonizos de
París, puede ser el único país del G-20, que crecerá este año, a una tasa de 1.8%,
en lugar de una caída del 2.6% proyectada anteriormente.
Pero insistimos: la OCDE está viendo la
economía de los países y clases dominantes. La economía popular en México
colapsó con la pandemia. Fueron destruídas muchas minis, pequeñas y medianas empresas
que dejaron en la calle quién sabe a cuántos millones de trabajadores.
Eso que dicen en el Seguro Social y en
la Presidencia de la República de que se están recuperando los puestos de
trabajo es tapar el sol con un dedo.
La economía de México está sujeta al
comportamiento de la de Estados Unidos, quiérase o no. Y eso de que, si a
Estados Unidos le da un catarrito, a los mexicanos les de neumonía, es
absolutamente cierto. No sirven de mucho los apoyos gubernamentales al amparo
de la Cuarta Transformación. Se esfuman desde antes de que los reciban los
beneficiarios.
Tales apoyos podrían servir para dar la
sensación de que la demanda se reactiva. Sin embargo, hasta las ventas de los
grandes supermercados y almacenes se están viniendo para abajo. Los llamados
consumidores están perdiendo aceleradamente el poder de compra”.
Por tanto, en vez de ¿chayos? sociales,
electoreros, se requieren inversiones productivas para regenerar miles de
empresas y, al alimón, los niveles de empleo productivo.
La economía subterránea, que podría ser
una tabla de salvación para muchos, anda bocabajeada, por la debilidad de la
demanda. Es que en general se vino para abajo el poder de compra de los
mexicanos, además de que ya había perdido tres cuartas partes en los últimos treinta
y tantos años de capitalismo salvaje.
Curiosamente, el mencionado club
parisino, asesor de los países ricos sobre política económica, instó a los
gobiernos a no aumentar los impuestos ni recortar el gasto el año próximo, “a
fin de preservar la confianza y limitar la incertidumbre”. Es necesario
mantener el apoyo fiscal y monetario a la economía, añadió.
“El objetivo debe ser evitar un ajuste
presupuestario en un momento en que las economías siguen siendo frágiles”. Como
dijera el cura: “Dios nos agarre confesados”
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