Foto: Mujer
maya. Guatemala. Internet
Por Ollantay Itzamná
En 1996,
luego de 36 años de guerra interna, las guerrillas de Guatemala aglutinadas en
la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) firmaron lo que se conoce
como Acuerdos de Paz con el Estado/Ejército de Guatemala con frondosas promesas
de paz y desarrollo para el país.
En 2016,
luego de más de medio siglo de guerra interna, las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), también firmaron la paz con el
Estado/Ejército de Colombia. Igual, sin comprometer o tocar las causas
centrales que los obligaron a levantarse en armas: pobreza rural y el
acaparamiento de tierras.
La guerra
interna, en Guatemala y Colombia, sirvió para acelerar el acaparamiento de
tierras fértiles para empresarios y militares. En Colombia asesinaron cerca de
220 mil personas, y en Guatemala, 240 mil. En ambos países la pobreza y
poblaciones desplazadas crecieron en porcentajes peores que al inicio de la
guerra interna.
En
Guatemala los Acuerdos de Paz prometía democratizar el país en base al respeto
de los derechos humanos, reformas tributarias y acceso al mercado de tierras
para campesinos… 24 años después la democracia formal neoliberal diluyó al
Estado, al grado de convertirlo en un Estado fallido, cooptado por el crimen
organizado…
Los
terratenientes, en su versión agroindustrial, se apropiaron casi de la
totalidad de las tierras de cultivo del país mediante las reglas del libre
mercado de tierras. Indígenas y campesinos, no sólo fueron excluidos del
mercado de tierras, sino que por sus condiciones económicas paupérrimas se ven
obligados a vender o alquilar sus pequeñas parcelas a las empresas de
monocultivos.
Después de
más de dos décadas de las promesas incumplidas de los Acuerdos de Paz, en
Guatemala, se constata que no fue sólo el Estado el responsable para dicho incumplimiento,
sino también los movimientos sociales y la misma URNG se distrajeron demasiado
con la burbuja del financiamiento para la pacificación del país, y abandonaron
las genuinas luchas sociopolíticas para la transformación del país.
Al grado
que en la actualidad, ex comandantes o ex integrantes de las guerrillas que
firmaron la paz se oponen expresa o tácitamente a las propuestas de
nacionalización de los bienes y servicios privatizados que plantean los
movimientos indígenas y campesinos. Al igual que a la urgente necesidad de
avanzar hacia un proceso de asamblea constituyente incluyente para crear un
Estado Plurinacional.
En la
actualidad, en Colombia y en Guatemala, son asesinados impunemente
defensores/as de derechos humanos y de sus territorios ante el silencio
cómplice del Estado/empresa. En el caso de Colombia, los mismos ex
combatientes, ahora desarmados, los asesinan impunemente.
En ambos
países, las sumergidas condiciones de vida de los sectores y pueblos excluidos
están empeorando hasta a niveles jamás antes vistas. A estos sectores se les
incrementan las obligaciones sin derechos… Si reclaman, los asesinan. Mientras,
las oligarquías nacionales gozan de privilegios y/o patrimonios quizás
comparables a los reyes de la Edad Media.
En
Colombia, los sectores campesinos e indígenas se movilizan exigiendo el
cumplimiento de las promesas de la firma de paz. En Guatemala, comunidades
indígenas y campesinas organizadas en resistencia, denunciando incluso el
silencio cómplice de los revolucionarios firmantes de la paz, se articulan y
pujan tras la propuesta de un proceso constituyente plurinacional, la
nacionalización de los bienes privatizados, y la construcción de un Estado
Plurinacional.
En
Colombia, el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria Común (FARC), nacido en
el seno de los revolucionarios firmantes de los acuerdos de paz, aún no ha
mostrado su capacidad y voluntad para canalizar por la vía electoral el
descontento social del país. En el caso de Guatemala, los partidos políticos
revolucionarios surgidos con o después de los Acuerdos de Paz, en buena medida,
se neoliberalizaron y se acomodaron al sistema hegemónico que en algún momento
combatieron.
Con la
mayoría de las ONG dirigidas por “revolucionarios” ocurre otro tanto. Al grado
que, ante el agotamiento del presupuesto internacional para la ejecución de
proyectos de pacificación del país, ahora, ejecutan proyectos pequeños con
fondos de la USAID…., y repelen cualquier intento de organización política que
desafíe al régimen económico neoliberal pro EEUU.
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