Foto proporcionada por: Análisis a Fondo
· 600
caminan en pos el Sueño Americano
· Pero
pueden ser rechazados por Guatemala
Por Francisco Gómez
Maza
Por enésima ocasión, México podría ser escenario de la gritería desesperada de una migración de pobres de otros lares que, por salvarse de la miseria en sus pueblos originarios de Honduras, empezaron a caminar rumbo a la frontera norte, para intentar ingresar en territorio estadounidense.
Por lo pronto, unos 600
hondureños, que perdieron todo, abatidos por la pobreza agudizada por la
pandemia de la Covid-19 y la destrucción ocasionada por los huracanes Eta y
Iota, que dejaron a la intemperie a alrededor de 3 millones de ellos,
emprendieron la marcha y, si lo logran, pasarán por tierras mexicanas hacia el
norte.
No les importó la
gravedad de la pandemia de coronavirus. Los caminantes salieron de San Pedro
Sula con la ilusión de cruzar la frontera norte de México e ingresar y
establecerse en Estados Unidos, donde – creen, esperan, sueñan – resolverán su
vida y, si tienen suerte y trabajan duro, llegarán a ser ricos, ganarán
suficiente dinero para vivir y divertirse, comprarán un automóvil, construirán
una casa, podrán pagar su seguro social, servicio médico, gozarán de vacaciones
en Cancún o en Acapulco, o en un crucero de El Caribe, inscribirán a sus hijos
en el college. Y podrán tener una pensión para vivir su vejez.
Otra caravana de
migrantes.
Por lo pronto, un buen
grupo que se aventura a caminar; desalojados de su país por la pobreza, en su
mayoría extrema. La más reciente marcha, en octubre de 2019, fue “convencida”
por las fuerzas de seguridad guatemaltecas de regresar a sus pueblos. Ya
empezaban a ronronear los rumores de la epidemia de coronavirus.
Anteriores caravanas,
ocurridas en estos primeros dos años de López Obrador como presidente, fueron
rechazadas por la Guardia Nacional mexicana, bajo la amenaza de Donald Trump de
imponer caros aranceles a las compras estadounidenses de productos mexicanos,
con lo que México se convirtió en el muro trumpiano para rechazar a los
centroamericanos.
Si es que los
hondureños cruzan la frontera marcada por el río Suchiate, muy pocos, o
ninguno, lograrán concretar su sueño. La mayoría será rechazada en las garitas
de la aduana gringa. Muchos serán apresados por la Migra. Los niños que caminan
solos serán encerrados en jaulas. Y los migrantes que se salven de la Patrulla
Fronteriza terminarán con un salario mínimo, si bien les va, en cualquier parte
de México, o mendigando por las calles de Tijuana, o cualquier otra ciudad
fronteriza. Durmiendo en las aceras.
De esta nueva caravana
de migrantes dio cuenta la agencia de prensa Associated Press, cuyo
corresponsal narró que cientos de hondureños salieron caminando de San Pedro
Sula, en el norte de aquel pequeño país centroamericano, para tratar de llegar
a Estados Unidos, precisamente a una semana de que el presidente Juan Orlando
Hernández y su canciller Lisando Rosales, pidieran a EU ayuda para superar la
devastación ocasionada por las torrenciales tormentas ocasionadas por los
huracanes.
La caravana no tiene
muchas posibilidades en momentos en que el coronavirus rebrota con fuerza sin
igual y en que, en Estados Unidos, se prepara la ceremonia de cambio de
estafeta presidencial. Podría creerse que Trump no sería ya tan duro con los
migrantes que llegan de Centroamérica, porque va de salida. Quién lo sabe. Aún
es el presidente. Dejará de serlo en la primera quincena de enero de 2021. Y
nada puede asegurarse de lo que decida Joe Biden, por aquello de que a los
latinoamericanos les va “mejor” con los republicanos que con los demócratas.
El gobierno de López
Obrador, por su parte, no tiene ya ningún pretexto para echarle a los caminantes
las partidas de guardias nacionales, o agentes de migración y cerrarles las
garitas de la frontera sur. Es más, el proceso electoral 2020-2021 le ata las
manos al jefe del poder ejecutivo de México. Reprimir a los hondureños sería un
motivo de más odio de sus opositores y detractores, con grandes pérdidas
electorales. Sus enemigos políticos están como cazadores en noche profunda,
sólo vigilando sus movimientos, sus miradas, sus muecas, sus pasos, sus
palabras, su discurso, para atacarlo.
Sólo falta que los
soldados guatemaltecos “convenzan” a los caminantes de que regresen a sus
pueblos rotos por la pobreza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario