Por John Catalinotto
Traducción: María Piedad Ossaba, Lapluma.net.
Un
amargo conflicto entre los dos principales partidos políticos que representan
al imperialismo usamericano se perfila en el horizonte para este año. La
lucha en el Senado, en el juicio que seguirá a la votación de la Cámara de Representantes
para destituir al presidente. Luego será la elección presidencial de noviembre.
Tanto
el partido republicano como el demócrata son enemigos de los trabajadores del
mundo. Ambos son enemigos de la clase trabajadora de EE.UU. Sin embargo, el
mundo entero estará observando este conflicto. Afecta a todo el mundo.
¿Este
conflicto –interno de la clase dominante imperialista usamericana– tendrá lugar
de una manera que permita a la gente trabajadora común y corriente de EE.UU
intervenir en sus propios intereses? Esto parece improbable en la actualidad,
pero han ocurrido cosas más sorprendentes.
Según
la Constitución de los EE.UU, para destituir a un presidente, la Cámara de
Representantes debe votar, por mayoría simple, para presentar cargos contra un
presidente en ejercicio, acusaciones que ella considere lo suficientemente
graves como para destituirlo del cargo. El Senado organiza posteriormente un
juicio basado en esos cargos. Para condenar y destituir al presidente de su
cargo se requiere el voto de por lo menos dos tercios de los miembros del
Senado.
En
la historia de EE.UU, el presidente Andrew Johnson fue sometido a juicio
político en 1868 y Bill Clinton en 1998. Ni Johnson ni Clinton fueron
condenados por el Senado. Los republicanos controlan el Senado de hoy. No hay
indicios en el presente de que estos republicanos condenen a Trump.
La
presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, una de las principales
demócratas, dice que enviará las órdenes de destitución al Senado sólo cuando
los líderes republicanos de allí garanticen un “juicio justo”. Pelosi se
refiere a un juicio en el que los demócratas pueden llamar a los antiguos
colaboradores de Trump a testificar bajo juramento. ¿Y a quién quieren los
demócratas llamar como testigo? A nada menos que al halcón John Bolton.
Antes
de 2016, los estrategas imperialistas –incluyendo a Bolton– habían basado la
dominación mundial de EE.UU. en una alianza con otras potencias imperialistas
(Europa Occidental, Japón, Australia). Al igual que en la OTAN, EE.UU. es la
potencia hegemónica y hace el trabajo militar pesado y se lleva la mayor parte
del saqueo imperialista. Trump antagonizó a estos estrategas cuando pareció
amenazar a la OTAN.
El
odio del pueblo
Por
razones completamente diferentes, Trump se ha ganado el odio de grandes
sectores de la población usamericana – y del mundo. Ha hecho incesantes
comentarios insensibles y groseros, calumniando a los latinoamericanos y
a los africanos, insultando a las mujeres. Provoca la violencia ultraderechista.
En
sus programas políticos ha hecho la guerra a los pobres. Ha nombrado jueces
federales anti-mujeres. Mientras tanto, ha concedido la reducción de impuestos
a los ricos, al tiempo que ha abierto las tierras indígenas y los recursos
naturales al saqueo por las empresas; para ello, el 0,001% de los más ricos
siguen vertiendo sus contribuciones en la campaña política de Trump.
De
todos sus crímenes, la dirección del partido demócrata escogió a
propósito uno en el que Trump enfrentó a los estrategas de la Guerra Fría.
Rechazó la ayuda militar al régimen derechista y anti ruso de Ucrania. Trump
(presionó al presidente ucraniano para que investigara a Hunter Biden, el hijo
de Joe Biden, que tenía un cómodo empleo en una empresa ucraniana. Trump hizo esto
para obtener estrechas ventajas electorales.
Al
escoger este crimen, los demócratas están tratando de demostrar que son más
eficaces para representar los intereses imperialistas. También lo hicieron
dando un apoyo casi unánime al nuevo presupuesto del Pentágono, que fue
aprobado por la Cámara de Representantes por la friolera de 738 mil millones de
dólares en diciembre. Al mismo tiempo, un decreto presidencial estaba a
punto de expulsar de los cupones de alimentos a casi un millón de personas, incluidos
muchos niños y ancianos, y y sumergirlos en la hambruna.
Una
de las pocas demócratas progresistas que se opusieron a este regalo al complejo
militar-industrial, la representante Rashida Tlaib, de Michigan, declaró que
“no puede apoyar un proyecto de ley que proporciona 738.000 millones de dólares
para guerras y contratistas de defensa, mientras que este año sólo
proporcionamos 190.000 millones de dólares en fondos discrecionales para la
atención de la salud, la educación y la creación de empleos”.
La
diputada Tlaib, una de las cuatro representantes femeninas de color conocidas
como “la escuadra” (The Squad), también criticó la guerra financiada por EE.UU.
contra Yemen, la nueva Fuerza Espacial y las nuevas armas nucleares previstas
en el proyecto de ley.
Políticos
imperialistas y racistas
Trump
presta apoyo político a los políticos imperialistas y racistas de todo el
mundo, como Boris Johnson en Gran Bretaña, Marine Le Pen en Francia, Matteo
Salvini en Italia, que trastocan la solidaridad de la clase obrera. Con sus
tuits racistas, el presidente ha envenenado la atmósfera política, dividiendo a
los trabajadores usamericanos sobre la base de la raza, el género y la
religión.
Hay
muchas personas en los EE.UU. que odian –y algunos que temen– a Trump por buenas
razones. Miles de personas en todo EE.UU. se manifestaron el 17 de diciembre en
decenas de ciudades apoyando el proceso de destitución. En otras ocasiones
durante los últimos tres años, estas o similares fuerzas protestaron por
millones contra la misoginia del presidente, expresaron su solidaridad con los
migrantes o defendieron el medio ambiente en diferentes momentos.
Para
estas personas, la dirección del Partido Demócrata sólo ha dado la opción de
ponerse del lado del reaccionario régimen de Ucrania y el imperialismo
usamericano contra Rusia. Fue el Partido Demócrata bajo el gobierno de Barack
Obama el que derrocó al anterior gobierno de Ucrania, permitiendo incluso a las
fuerzas profascistas entrar en el nuevo régimen. Tomar partido en este esfuerzo
no tiene nada que ver con los verdaderos intereses del pueblo trabajador de
EE.UU.
No
sólo las personas de la pequeña izquierda antiimperialista, sino incluso
algunos miembros del Congreso del Partido Demócrata, como el representante
demócrata Al Green de Texas, un africano-americano, han instado a que Trump sea
acusado en el proceso de destitución por incitar a la violencia con base en sus
comentarios racistas.
La
presidencia de Trump ha desatado protestas progresistas en EE.UU contra la
agenda de odio del presidente. Las personas con discapacidades han liderado la
lucha por la atención médica; los maestros de los Estados que votaron por Trump
han realizado huelgas desafiantes. Las mujeres han encabezado las protestas
contra el abuso sexual y por su liberación. Las personas de origen
latinoamericano han encabezado manifestaciones en solidaridad con los
migrantes. Los pueblos indígenas han liderado protestas contra la crisis
climática y para proteger la tierra.
¿Será
posible que la dirección del Partido Demócrata frene la lucha contra Trump y la
limite a atacar su crimen de buscar ventajas electorales estrechas? ¿O el
pueblo romperá estos límites y comenzará a luchar por sus propios intereses?
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