Muy
buen bonche de dólares en 2019
Las
remesas salvaron la cuenta corriente
Por Francisco Gómez Maza
Muy positiva noticia, de esas que les gustan a
los economicistas, y especialmente a los ambiciosos especuladores con monedas
extranjeras:
El ingreso de divisas, principalmente dólares
estadounidenses, o sea las remesas que mexicanos en el exterior envían a sus
familiares mes a mes, tuvo excelente comportamiento durante 2019, como lo acaba
de reportar este martes el banco central, al dar a conocer el comportamiento de
la cuenta corriente en balanza de pagos del año pasado.
Esta del ingreso de dólares es de esas noticias
de hechos con los que no se juega ni se especula, sino que hablan de la
necesidad de mantener a los miembros de una familia a control remoto, desde
tierras extrañas. Los mexicanos trasterrados trabajan horas y horas en
cualquier estado de Estados Unidos y envían, mes a mes, sus dolaritos a su
familia:
Entre enero y diciembre del año pasado, en la
cuenta corriente en balanza de pagos, el banquero central registró una entrada
de divisas por 36 mil 048.64 millones de dólares, que se integraron a
la economía, o por el gasto de las personas beneficiadas por sus familiares que
trabajan en el exterior, o por los importadores de maquinaria y equipo,
productos manufacturados y materias primas para la industria nacional. También
sirvieron para cumplir con las obligaciones de la deuda externa, privada y
gubernamental.
Y si vamos a comparaciones, lo que ingresó por
remesas el año pasado fue poco más de 7 por ciento mayor que el ingreso de
2018.
De acuerdo con los reportes de quienes miden el
comportamiento de los procesos económicos, la economía mexicana cerró el año
pasado muy contraída. Cómo se habría comportado entonces, si el ingreso de
divisas por remesas de mexicanos en el exterior no hubiera sido de la magnitud
con que cerró el año.
Dos noticias muy positivas: el comportamiento de
las remesas y la estabilidad cambiaria que, si las vemos con los tradicionales
ojos librecambistas, fondomonetaristas, neoliberales, no pueden entenderse en
medio de una recesión económica. Cómo está eso de que, habiendo contracción de
la economía, variables como el ingreso de divisas y el mercado cambiario
experimenten comportamiento muy positivo.
Aparentemente, aún no hay datos completos del
ingreso de divisas por concepto del turismo. Sin embargo, algunos especialistas
calculan que la entrada de dólares, principalmente, no será de la magnitud del
ingreso por remesas. Si acaso, los dólares que dejaron en la economía mexicana
los turistas provenientes de otros países llegará, si no me equivoco, a unos 24
mil millones de dólares.
Y peor puede hablarse del comportamiento de los
dólares del petróleo. Hace algunos años les llamábamos “petrodólares”. No
solamente no hubo ingresos, sino que una menor plataforma de exportación y
la caída de la cotización internacional del petróleo crudo ocasionaron una baja
en la captación de divisas por exportaciones de ese hidrocarburo en la mayor
parte del año.
Petróleos Mexicanos obtuvo, en los primeros 10
meses de 2019 (aún no hay reportes del año completo) 18 mil 905 millones de
dólares por exportaciones de crudo, monto 3 mil 696 millones o 16.3 por ciento
inferior al registrado en el periodo enero-octubre de 2018, cuando alcanzó 22
mil 601 millones, de acuerdo con los reportes de la empresa petrolera.
Así que la responsabilidad del comportamiento del
ingreso de divisas corrió a cargo de los mexicanos en el exterior; de esos
paisanos que se juegan la vida sin documentos migratorios en el empleo que sea,
en el mercado laboral estadounidense.
Los sólidos flujos de remesas de los trabajadores
mexicanos fueron un sustancial apoyo de lo que, en el lenguaje de la contabilidad
del banco de México, es la cuenta corriente y el consumo privado,
particularmente en las familias de bajos ingresos.
A trasfondo: Y ahí van por las calles de la
ciudad, como tumultos, jóvenes y viejos venidos de todo el mundo, como
autómatas, caminando entre vendedores ambulantes, sin mirar a nadie, sin
voltear la cabeza a ningún lado. Van, como decíamos ayer, con los oídos
tapados, sólo martillándoles los tímpanos los ruidos que trasmite el celular.
Caminan sin conciencia de ellos mismos, sin conciencia de la realidad que
pisan, sin saciar su hambre con buen alimento y con destino incierto. Muchos
son migrantes principalmente centroamericanos, que no pudieron llegar a la
frontera norte gracias a la política migratoria proimperialista del gobierno
mexicano. Y es que no tienen conciencia de la conciencia.
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