domingo, 16 de agosto de 2020

Bolivia, ¿elecciones para perpetuar el Golpe de Estado como en Honduras?

 


 

Por Ollantay Itzamná

Cuando se creía que las últimas movilizaciones sociales defenestrarían, incluso en tiempos de pandemia, al gobierno de facto de Bolivia, la élite del Movimiento Al Socialismo (MAS) desmovilizó e hizo que se le levantasen la gran mayoría de los puntos de bloqueos de caminos, porque “ya se promulgó una Ley que fija como plazo tope de elecciones generales el 18 de octubre próximo”.

Las últimas movilizaciones populares, por su magnitud y alcance territorial, fueron las primeras en la fase post Golpe de Estado. Y no eran para exigir elecciones únicamente, sino, sobre todo, la renuncia del gobierno golpista de Jeanine Ánez, ahora, entroncado, con los poderes fácticos de los fascistas croatas bolivianos.

¿Volverá a ganar las elecciones el MAS?

Ningún proceso electoral, bajo un gobierno dictatorial y fascista, permitirá que los subalternos (¿socialistas?) ganen las elecciones. Añez fue categórica cuando sentenció en Sucre, a principios del año: “No permitiremos que los salvajes vuelvan a gobernar”.

Para asegurar aquella honesta sentencia política, la autoproclamada puso como guardián y Presidente del Tribunal Supremo Electoral, nada menos que a Salvador Romero[2]. No sólo amigo íntimo del candidato Carlos Mesa (segundo en las encuestas) sino también “democratizador” del Golpe de Estado en Honduras (2009) y legitimador de la permanencia en el poder de la élite golpista (Partido Nacional) en aquel país centroamericano.

El gobierno norteamericano, no sólo promovió y respaldó el Golpe en Honduras, sino también hizo de ese golpe toda una escuela para posteriores golpes en Abya Yala. Contrató y capacitó, mediante sus ONG, y aparatos como la OEA, a potenciales “expertos técnicos” en legitimar y mantener gobiernos de factos “ratificados” en las urnas. Salvador Romero es uno de esos “expertos” adiestrados en Honduras post Golpe.

Si la combinación Áñez-Romero ya era una garantía para que “los salvajes nunca más vuelvan a gobernar”, la necesaria incorporación en el gobierno de facto de los descendientes de los croatas fascistas de Santa Cruz consolida dicha apuesta. Ahora, las y los bolivianos ya no son considerados salvajes (personas primitivas) sino bestias (animales sin derechos).

Los animales no deben organizarse, no deben protestar, no debe elegir,…. Mucho menos ser gobierno. La aniquilación física de “las bestias” ya no será mediante las fuerzas del orden (eso crearía más responsabilidades penales al gobierno de facto), sino mediante los ciudadanos organizados en comités cívicos y sus paramilitares…

Bajo el régimen dictatorial actual, Bolivia podrá asistir a las urnas muchas veces… Pero jamás reconocerán como válido el voto consciente. El MAS nunca más volverá a ganar las elecciones.

Áñez-Romero-Croatas (expresión del entronque oligarquía-Imperio) jamás soltarán el poder. A Evo Morales no lo dejarán entrar a Bolivia. Luis Arce y la élite masista, si no se portan bien, tendrán optar entre el encierro, el destierro o el entierro. En este panorama, es probable que el MAS tenga menos tiempo de existencia legal que el vetusto MNR (partido de la revolución del 52).

Ud. no me cree. Pues, venga para Honduras. Péguele una mirada a la historia reciente del post Golpe made in USA. O pregunte a los “siempre derrotados” candidatos del partido de la resistencia Liberta y Refundación.

Ojo, en Honduras constitucionalmente está prohibida la reelección presidencial. Y muy a pesar de ello, EEUU y la OEA mantienen al gobierno dictatorial “reelecto” por fraudes electorales. En Bolivia la Constitución permite la reelección. Además, tienen a los croatas de Ustachá como la guardia pretoriana del gobierno de facto indefinido.

En Bolivia, no sólo está juego la “democracia electoral”. En el país suramericano se ensaya y tomará forma la nueva geopolítica post pandemia donde los derechos humanos o “protocolos internacionales” estarán supeditados legalmente a los intereses financieros del herido sistema económico que sale hambriento por todo y por todas partes.

Bolivia, después de las elecciones del 18 de octubre, conocerá la epifanía de la bestia post pandemia ungida en las urnas fraudulentas.

Por ello, el único camino que nos queda a los pueblos de Bolivia es salir a las calles y las plazas para expulsar del poder al régimen golpista, y recuperar el Estado. Si eso no ocurre antes de las próximas elecciones generales (18 de octubre), sobre Bolivia post electoral se cierne un panorama muy sombrío con aroma a sangre indoboliviana.

 

 

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