· Le ha ayudado la debilidad del dólar estadounidense
· Políticas antiinflacionarias han apoyado la moneda
Por Francisco
Gómez Maza
El peso mexicano tiene la enorme
oportunidad de fortalecerse a lo máximo, y encontrar un lugar importante en el
concierto de las divisas mundiales, mientras el dólar estadounidense siga su
acelerada carrera hacia la sima impulsado por múltiples razones derivadas tanto
de la recesión económica, de los gravísimos efectos de la pandemia del
coronavirus, que ha dejado algo más de 180 mil fallecidos en Estados Unidos,
así como legiones de desempleados por el paro de miles de empresas y de su
enemistad con el pujante Dragón asiático.
En opinión del experto en asuntos
monetarios y cambiarios, Ismael de la Cruz, de investing.com, son varias las razones de la debilidad de la moneda
estadounidense, hasta hace poco, referencia de la política cambiaria de
occidente:
Las tasas reales negativas en Estados
Unidos; el presupuesto del Gobierno que será otra losa para el dólar; el
déficit presupuestario que será, en los próximos años, superior al de la zona
euro; las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y la República Popular de
China; la incertidumbre sobre la carrera electoral para las elecciones
presidenciales del 3 de noviembre. (Antes de la pandemia, Trump era el claro
favorito, pero ahora las encuestas dan ganador a Biden, aunque la diferencia se
va reduciendo); el retraso de la nueva ronda de estímulos fiscales, y el
apetito de los inversores por la renta variable.
Indudablemente que esta debilidad de la
moneda estadounidense tendrá que reflejarse en una importante apreciación (en
el remoto pasado se llamaba revaluación) del peso mexicano, que por otra parte
no lo ha hecho tan mal en la primera mitad de 2020 y en todo 2019.
De acuerdo con expertos de la agencia
británica Reuters, especializada en economía y finanzas, en un análisis de
principio de año decía que los fondos
de cobertura demuestran su amor por la moneda latinoamericana de mejor
desempeño del año pasado. Y este amor no ha muerto hasta el inicio de este otoño.
Los fondos apalancados aumentaron sus
apuestas largas sobre el peso de México en la semana que terminó el
14 de enero a lo más alto desde octubre de 2017, según datos recopilados por la
Comisión de Negociación de Futuros de Productos Básicos de Estados Unidos. En
general, las apuestas alcistas sobre la moneda se elevaron a un máximo
histórico.
El peso mexicano ha estado
conquistando a los inversionistas que señalan tasas de interés aún
atractivas, un pacto comercial con Washington y Ottawa y la, aunque debilitada
posibilidad de reanudar las exportaciones a EU, sobre todo las de productos
agropecuarios. (No hay que olvidar que el de Estados Unidos en el mayor mercado
para los productos mexicanos, tanto manufacturas, industria automotriz, como
productos del campo).
El peso se ha mantenido más o menos
estable en los ocho meses que han pasado de 2020 y eso le deberá continuar
restando intranquilidades a los mercados.
Y si la economía mexicana está
prácticamente en bancarrota en muchos terrenos, y no está generando los empleos
suficientes para satisfacer la demanda, la bronca que enfrenta la economía más
poderosa, hasta antes de la pandemia, enfrenta serios problemones de un masivo
desempleo que afecta a la demanda interna agregada.
El Banco de México ha realizado un gran
papel en el apuntalamiento e la política cambiaria, entrando y saliendo al
mercado para fortalecer la posición de la moneda nacional frente al dólar y al
resto de las divisas extranjeras que comercian con México. Ha hecho igualmente
un buen manejo de la política
inflacionaria y ha sabido atemperar las ansias de los especuladores. Por el
momento no hay ninguna luz roja que pueda desestabilizar las políticas del
banco central, mientras comienza a la reactivación de otras importantes ramas
de la producción y la recuperación del empleo. El T-MEC empezó a ser por su
parte un buen indicio de la detonación de la productividad de la planta
industrial y manufacturera.
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