Luis Arce y David Choquehuanca. Acto de posesión
ritual en Tiwanaku. radiorkm.com
Por Ollantay Itzamná
Las comunidades aymaras y quechuas, el 6 de noviembre
(en vísperas de la juramentación oficial del nuevo gobierno), organizaron y
celebraron, muy a pesar de las limitaciones en tiempos de pandemia, una
ceremonia de purificación y legitimación espiritual para el electo Presidente
de Bolivia, Luis Arce, y el Vicepresidente, David Choquehuanca, en el
apoteósico sitio sagrado de Tiwanaku. El mestizo Arce y aymara Choquehuanca
fueron simbólicamente posesionados como gobernantes en Tiwanaku.
En las luchas de los movimientos indígenas y
campesinos de Bolivia, la práctica de ceremonias espirituales es una constante
que se constituye en el elemento central de la mística de la resistencia y
perseverancia individual y colectiva en las luchas.
Durante el gobierno de Evo Morales, los ritos espirituales
indígenas (integrado con elementos cristianos) cobraron centralidad en los
protocolares actos gubernamentales, al grado que para los sectores
conservadores dicha opción fue interpretada como la “expulsión de la Biblia y
de los crucifijos” del Palacio de Gobierno.
Esta epifanía ritual ascendente en los espacios
políticos, específicamente promovido por sujetos sociopolíticos del Movimiento
Al Socialismo (MAS) es arduamente increpada por conservadores católicos y
evangélicos, hasta por los supuestos indianistas.
Los cristianos conservadores califican dichas
prácticas como paganismo, hechicería, etc. Los indianistas antimasistas los
descalifican como pachamamismo, folclorismo… Uno de éstos, en sus redes sociales, incluso insultó a sus hermanos
aymaras como “ignorantes” por realizar/celebrar la ceremonia ritual con Arce y
Choquehuanca en Tiwanaku.
Al parecer, indianistas antimasistas y cristianos fundamentalistas, comparte la condición de estar habitados por ciegos dogmatismo, ansias de protagonismo. “Si los indios no hacen o no practican las verdades que nosotros enseñamos, son ignorantes paganos”, parece ser la coincidencia entre conservadores e indianistas.
A diferencia de una religión, la espiritualidad es
libertad y creatividad sin límites. Por tanto, en la praxis espiritual no tiene
cabida el esencialismo cultural. No hay ritos puros o impuros, ni por su
origen, ni por su método, ni por sus elementos. La espiritualidad, y su
ritualidad, a diferencia de la religión, es creatividad, transgresión,
innovación frente a las doctrinas o dogmas establecidos.
En las espiritualidades, los rituales se crean y se
recrean constantemente. Por tanto, no procede descalificar la praxis ritual
indígena justamente por lo que está llamado a ser: reinventarse para infundir
calor a las luchas libertarias de los pueblos, acorde a los tiempos.
En este sentido, la espiritualidad es y debería ser un
elemento constitutivo de las acciones y aspiraciones de emancipación de los
pueblos. La espiritualidad es el núcleo de la mística emancipatoria de los
pueblos subalternizados.
Siempre existe la posibilidad que la espiritualidad,
indígena o no, se desvirtúe en espiritualismo (praxis ritual desarraigada de la
realidad y de las luchas emancipatorias de los pueblos, manipulada por quienes
detentan el poder). Pero no es lo que se constata en el caso de la
espiritualidad plural de los movimientos indígenas y campesinos de Bolivia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario