miércoles, 11 de noviembre de 2020

Evo Morales volvió como El Coloso de Goya

 

Evo Morales. Expresidente de Bolivia. El Coloso. Pintura de Goya

 

Por Ollantay Itzamná

El Coloso es una pintura atribuida al español Francisco de Goya, de inicios del siglo XIX. En dicha pintura, un gigante humano de tamaño descomunal avanza envuelto entre nubes y colinas, con el puño izquierdo en alto. A su paso, humanos y bestias huyen despavoridos porque presienten lo inaudito… Sólo un burro se mantiene estático. La pintura se encuentra en el Museo del Prado, Madrid.

Exactamente a un año del Golpe de Estado (10 de noviembre del 2019) que obligó a Evo Morales a renunciar a la presidencia del Estado Plurinacional de Bolivia y refugiarse en México y Argentina, y luego del rápido retorno del país a la democracia, Morales regresó a Bolivia convertido en un Coloso.

Resguardado por las montañas de la Cordillera de Los Andes, envuelto por la polvareda de las carreteras fronterizas entres Argentina y Bolivia, Evo Morales ingresó por tierra con dirección a su natal Orinoca, luego Oruro, hasta llegar a su destino final, El Chapare, Cochabamba.

Su retorno apoteósico fue el cumplimiento de la mítica premonición “volveré y seremos millones” del legendario héroe indígena Túpac Katari. En su recorrido, las comunidades y pueblos indígenas salieron a su paso derrochando multitud, algarabía y gratitud espontánea como jamás antes visto en la historia reciente de Bolivia. Música, bailes, comida, regalos, discursos de gratitud, reconocimientos protocolares… recibió Morales, quién por cerca de 14 años inyectó certidumbre y estabilidad a los pueblos de Bolivia desde el gobierno central.

Evo Morales, caracterizado por su sencillez efusiva con los suyos, recibió, y comió incluso con la mano, todo lo que los compañeros le ofrecían en el camino. En uno de los videos se observa que, en un tramo solitario y polvoriento, un indígena hace señas a la comitiva de carros. Paran los carros 4×4. Desciende Evo Morales, las y los agricultores salen de sus chacras sudados y enterrados para saludarlo. Le regalan cebollas con tallo y tierra. Morales, los abraza, se toman fotos. Los niños abrazan al mítico Morales… Luego, desaparece en esa pampa “interminable” envuelto en polvareda.

Mientras, en la medida que Morales cumple/materializa la mítica sentencia de “volveré y seremos millones”, en Bolivia, quienes ejecutaron el Golpe de Estado y fungieron como gobierno de facto, huyen despavoridos de la sede de gobierno, incluso del país. Quizás perseguidos por su conciencia o habitados por la superstición de la “venganza del indio”.

Lo cierto es que Evo Morales regresa al país, en una condición y situación bastante diferente a las que salió del mismo el 11 de noviembre del 2019. Las circunstancias, la voluntad popular, y la obstinación de sus detractores, lo convirtieron, ahora, en El Coloso de Los Andes. Casi en una leyenda viviente. Pero, según afirma Él, no regresa a Bolivia con sed de venganza. Vuelve porque es su derecho habitar y ser habitado por la Tierra donde sus padres escondieron su ombligo.

Vuelve porque su experiencia y su fe en los pueblos de Bolivia le ratifican que sí se puede hacer cambios estructurales, postergados históricamente, mediante la organización y conciencia libertaria de las y los subalternos. Que los pueblos de Bolivia pueden caminar con sus propios pies, y proyectarse con sus propios pensamientos y sentimientos. Por eso vuelve.

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