Por Ilka Oliva Corado.
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com
El proceder y la pasividad de la
población guatemalteca es interesante a nivel de análisis, ve que manifestar
porque una turba de cuatreros se embolsó millonadas de quetzales desde el
gobierno pero voltear a ver a otro lado cuando asesinan y despojan de sus
tierras a los pueblos originarios. Los gobiernos pueden imponer estados de
sitio en lugares clave donde aterrizan las avionetas con droga y dejar a esas
comunidades indígenas incomunicadas durante meses, que desde la capital la
intelectualidad mestiza no dice ni pío. También estos gobiernos llevan décadas
destruyendo el hábitat de estas comunidades con las mineras, tampoco la
dignidad capitalina se ha sentido aludida. Allá en el oriente, colindando con
Honduras y El Salvador, la gente se está muriendo de hambre, la hambruna hizo
mella, no de ahora, de años, pero que se mueran solos por analfabetas, por
pobres, por campesinos, que los capitalinos para allá no voltean a
ver. ¡Jodás vos!
No han salido a manifestar
masivamente por las desapariciones y asesinatos de niñas, adolescentes y
mujeres, como si ellas no importaran, como si no existieran. Ni las
mujeres universitarias, ni los hombres intelectuales, ni las monjas, ni los
docentes de universidad, ni los médicos, ni las organizaciones
sociales, pero sí les dolieron los bolsillos al saber que los cuatreros se
embolsaron semejante marmaja. Ahí la diversidad de oficios y profesiones de los
manifestantes es colorida. ¡El poder que tiene el dinero! No Ilka, no es el
dinero, es que es la gota que derramó el vaso. Vaya, está bueno, les voy a
creer.
Décadas acabándose la selva petenera,
la selva lacandona y el honorable pueblo guatemalteco ni mosqueado.
Ecocidios a causa de la industria de palma africana, pero como es
hasta allá a las afueras de la capital no importa. El sistema de salud
colapsado, en tiempos de pandemia los que sacaron el pecho fueron los pueblos
originarios donando sus cosechas, ahora que la tormenta los dejó sin cosechas y
sin casas están solos, como lo han estado siempre, no hay nadie por ellos. Ni
mestizos intelectuales, ni estudiantes universitarios, ni los grandes
luchadores sociales, porque están solo cuando las cloacas en la capital se
rebalsan, el resto del país no existe para ellos. Salvo, claro está, que el
puñado de pelones que siempre está dispuesto a ayudar y a solidarizarse, pero
no es la población en sí. La respuesta no es masiva pues.
Todos los días llegan a Estados
Unidos niños que viajan solos desde Guatemala, ¡catizumbadas de cipotes!, ¿a
qué sociedad le ha importado la vida de estos niños y sus padres? Una sola
vida, un solo niño, pero unos montoneros se engavetaron un paquete de unos
millones y les duele como si les hubieran arrancado la piel en carne viva. Pues
de algo a nada, por algo se empieza, peor fuera que no reaccionaran por nada,
tal vez cabe decir. Lo cierto es que sea chicha o limonada, la gente capitalina
a las cansadas pero está en las plazas de nuevo, aunque por un sinfín de
circunstancias (pretextos) la indignación será los sábados de ir a
broncearse, porque entre semana los únicos que tienen las agallas son los
pueblos originarios (y unos cuantos pelones de siempre). Los más
empobrecidos, los que tienen menos posibilidades, los más violentados
sistemáticamente, los que han aguantado hambre, los que caminan descalzos
kilómetros y kilómetros bajo la lluvia y el sol. Los que defienden
el agua como un derecho humano. Ellos que saben que los nombres de los días no
existen cuando el opresor violenta, cuando el Estado decide enviarles metralla
para desaparecerlos. A los capitalinos para entender eso todavía
les hace falta unos cuantos hervores, o más bien dejar de hacerse
los desentendidos.
También así fue con Otto Pérez
Molina, que les valió la masacre de Alaska donde soldados asesinaron indígenas
por manifestar pacíficamente en occidente, pero salieron a manifestar cuando se
enteraron que se embolsaba las marmajas, que después se dejaron meter un gol de
chilena cuando les pusieron en la butacona a Jimmy Morales que mandó a asesinar
a las niñas del hogar seguro, quemándolas vivas, los majeó revés y
derecho y ni saludos les dejó cuando salió huyendo del país para Panamá con las
bolsadas. Ahí con ese feminicidio de Estado no les tocó las fibras, ni la
dignidad de pura estaca. ¿De qué estamos hechos los guatemaltecos entonces?
Bien lo dijeron hace mucho tiempo: de alcornoque. Pues será el sereno y
mientras se averigua las plazas están calentando motores. Pero, ¿y qué pasó que
ésta población capitalina tan indignada ahora no se indignó con el juicio por
genocidio contra Ríos Montt? Les digo, el actuar y la pasividad de la sociedad
guatemalteca es tema de análisis, aunque sea al pedalazo.
Lo cierto es que Giammattei, por
ruin, por criminal, por insolente y cuatrero no merece un día más en
la poltrona. Si el robo descarado de los millones que recibió el gobierno en
ayuda económica por la pandemia o las marmajas que se querían bajar desde el
congreso ciertos corruptos hizo que de nuevo en algo se indignara el pueblo
guatemalteco pues muy bien, todo es bienvenido cuando se trata de defender los
derechos de los ciudadanos. El nivel de violencia con el que la policía
reprimió la manifestación pacífica debe tomarse como la mayor de las afrentas,
porque de ahí dos personas perdieron un ojo, otras resultaron gravemente
heridas y las imágenes de las detenciones arbitrarias hablan por sí mismas. Ya
que no lo ha sido la violencia sistemática a los más vulnerados, el robo de
tierras y de recursos naturales desde el Estado, ya que no lo han sido los
feminicidios ni el trato inhumano a la población por parte del gobierno en
tiempos de pandemia y tormentas tropicales. Ya que no lo ha sido la hambruna en
oriente. Giammattei vio el ejemplo de la violencia utilizada por los
gobiernos neoliberales y corruptos de Chile, Ecuador, Bolivia
(golpista) y Colombia y dijo yo los copio. Pues que se siente en una
estaca a esperar que la población no se indigne y se quede de manos cruzadas.
Siempre hay oportunidad para reivindicar y es hora que la sociedad guatemalteca
se dignifique a sí misma.
Es tiempo de cambiar el ADN de
alcornoque por sangre roja e hirviente que dignifique a la población, pero para
eso el capitalino mestizo debe desprenderse del lastre heredado y que alimenta
muy bien todos los días: el racismo, el clasismo y la jactancia. No se trata de
ver quién sabe más, quién tiene más estudios, quién habla más bonito, quién
hace el cartel más decorado porque estudió arquitectura y artes no
sé qué, quién es más gallo para ir a humillar a los policías que
llevan horas sin comer, que llevan meses sin recibir salario, que llevan días
sin ver a sus familias y que duermen en lugares donde muchas veces no hay ni
servicios sanitarios. No se trata de ir a demostrar los privilegios de clase
que han tenido unos frente a ellos que son pueblo, vulnerado también. Para
saber esto y entenderlo no se necesitan maestrías solo el sentido común. No se
trata de ir a pintar un cuadro de Picasso frente a ellos que hasta ampollas tienen
en los pies por los zapatos que usan, que no tienen permiso para ir
al baño. No se trata de ir a mostrar las habilidades deportivas en disciplinas
de elite en un país saqueado y empobrecido, frente a ellos que no han tenido
mayores oportunidades en la vida. No Ilka, porque siempre hay opciones.
¡Falso!, si existieran opciones en Guatemala la gente no se viera forzada a
migrar sin documentos. Eso no es luchar, la revolución cultural es
otra cosa. Eso es fanfarronería y querer que les tomen una foto para las redes
o ganas de salir en la tele. Sí, ¿pero y los policías que violentan? No es
contra ellos que debe dirigirse la lucha, evidenciarse su violencia
como prueba sí, pero es frente a los que manejan las instituciones de poder. Es
como si nos fuéramos encima de alguien que robó una billetera, pero no decimos
nada contra las grandes mafias de la oligarquía. Es lo mismo. La justicia se
aplica según el acto cometido.
Los pueblos originarios llevan desde
siempre luchando en soledad, ojalá que de una vez por todas los
capitalinos mestizos tengan la humildad, el valor y la memoria histórica para
unírseles e ir juntos por una Asamblea Constituyente Popular y Plurinacional,
ojalá que en las primeras de cambio no traicionen como lo hacen siempre,
creyéndose muy salsas por distinción de clase, escolaridad y etnia.
Sí, Ilka, ¿pero y qué hacen los
migrantes con todo esto?, los migrantes indocumentados son los que con sus
puros huesos y su sangre, con sus desvelos eternos y sus tres turnos al día,
que envían en remesas mantienen a flote a Guatemala, tener doble cuero es
pedirles más. Ojalá que no se dejen imponer otra marioneta en la
poltrona. Y ojalá que no pase mucho tiempo para que entiendan que un paro
nacional indefinido es la única opción viable para que las clicas criminales
que han infestado el gobierno y el congreso sepan que al pueblo no se le toca,
¡se le respeta!
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