Por ONU
Entre las
medidas que han tomado los Gobiernos de muchos países de América ante la rápida
expansión del coronavirus COVID19 está el cierre de las escuelas y, por ende,
la suspensión de los programas de alimentación
escolar.
Estos programas
actualmente benefician a 85 millones de niñas y niños en América Latina y el
Caribe. Para cerca de diez millones, constituyen una de las principales fuentes
de alimentación segura que reciben al día.
Según la Organización
de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la suspensión de los comedores
escolares supondrá un desafío para garantizar la alimentación y el estado
nutricional de muchos niños y niñas, especialmente de los grupos más
vulnerables de la población.
“Asegurar una
alimentación suficiente, diversa y nutritiva contribuye a fortalecer el
sistema inmunológico e incrementa sus capacidades de enfrentar
enfermedades”, explicó el representante regional de la citada Organización,
Julio Berdegué.
Por ese motivo,
los Gobiernos deben aplicar medidas en favor de la población escolar
cuyas familias tienen mayores dificultades para acceder a
alimentos con el objetivo de suplir el aporte nutricional que garantizaban
los programas de alimentación escolar.
La Organización
para la Agricultura y a Alimentación señaló además que, para cualquier acción
que los Gobiernos emprendan, estos deben considerar las medidas
recomendadas por las autoridades sanitarias nacionales e
internacionales encaminadas a frenar la propagación del coronavirus
COVID19.
“Los sistemas de
protección social, por ejemplo, pueden jugar un papel clave para
garantizar la alimentación de la población más vulnerables en las próximas
semanas”, explicó Berdegué.
Opciones para
garantizar la alimentación infantil
Las medidas para
minimizar el impacto del cierre de los programas de alimentación escolar deben
ser decididas por cada país, tomando todas las precauciones para evitar la
transmisión del virus COVID-19. Algunas recomendaciones de la FAO son:
Distribución de
alimentos a las familias con mayor vulnerabilidad, estableciendo horarios de
entrega en las escuelas, o a través de unidades móviles
Incrementar la
asignación económica de los programas de protección social (como los de
transferencias de ingresos) en un monto correspondiente al costo de las
raciones de alimentos entregadas por los programas de alimentación escolar
Entrega de
raciones de alimentos de emergencia a nivel de las comunidades y
territorios más vulnerables en coordinación con organismos autorizados del
Gobierno o la cooperación internacional
Exoneración de
impuestos a alimentos de primera necesidad para familias con hijos en edad
escolar, especialmente para trabajadores de los sectores económicos más
afectados
Entrega a
domicilio de alimentos frescos, sí es posible de la agricultura local
Redistribución
de los alimentos de los programas de alimentación escolar mediante
donaciones a entidades encargadas de dar asistencia alimentaria (como los
bancos de alimentos, organizaciones sociales, no gubernamentales, iglesias)
durante la fase de respuesta a la emergencia, bajo el seguimiento estricto de
los protocolos de seguridad para evitar la propagación del virus
Uso de
instrumentos digitales (aplicaciones georreferenciadas), para la mejorar
la comunicación sobre puntos de acceso a entregas de alimentos, horarios de
distribución, y recomendaciones de buen uso de alimentos, y medidas para
reducir el riesgo de propagación del COVID-19El establecimiento de mesas de
alimentación y nutrición, en la que participen los sectores encargados de los programas
de alimentación, puede permitir identificar otros grupos de alto riesgo de
inseguridad alimentaria, como los adultos mayores que viven solos o están
aislados por la situación actual, para tomar acciones oportunas para resguardar
su nutrición
Todas estas
medidas necesitan de una amplia coordinación interinstitucional, bajo el
liderazgo de las autoridades designadas en cada país, para enfrentar esta
crisis.
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