Por Listín Diario
El temible virus Covid-19 ya despliega sus
sombras tenebrosas sobre la mayor parte del país, dejando una creciente huella
de contagios que, de continuar así hasta llegar a su pico, pondrán en apuros
nuestras capacidades sanitarias para combatirlo.
Por más rápidas que sean las gestiones para
habilitar centros de aislamiento de contagiados, proveerlos de aparatos de
respiración asistida, blindar a los médicos y paramédicos de trajes y otros
elementos de protección, así como poner en marcha una logística efectiva para
realizar pruebas diagnósticas, la propagación de la pandemia es una fuerza
superior a nuestros esfuerzos.
De las 32 provincias del país, solo quedan
diez donde no se ha registrado la presencia del virus mediante casos
confirmados, que iban ayer por 488 y con 475 en aislamiento hospitalario y
domiciliario, lo que da una idea de su rápida propagación.
Urge que desde ya se disponga un operativo
de desinfección masiva en esos territorios, mientras las autoridades prosiguen
la labor de crear cordones sanitarios en las provincias con mayores focos de
ataque del coronavirus, como el Gran Santo Domingo y San Francisco de Macorís.
Y se impone por igual que el gobierno no le
dé más largas a la imposición de una cuarentena total, como alternativa suprema
para evitar la circulación de personas y minimizar el grado de contagio que se
genera del contacto cercano de estas.
Bajo un estado de cuarentena total se le
hace más manejable a las autoridades el control de esta situación, siempre y
cuando el sistema sanitario pueda dar adecuadas respuestas a la presión de los
ciudadanos por recibir asistencia en los casos sospechosos a través de la
aplicación de las pruebas diagnósticas.
Las experiencias de otros países deben
servirnos de ejemplo para no improvisar medidas que luego puedan resultar
inútiles.
Y nos preocupa mucho que estas decisiones
cruciales tarden más tiempo en convertirse en la prioridad número uno de este
momento.
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