Por Armando García
Editor y Fundador de Nuestra América
Magazine
Impulsado por los medios de comunicación
de derecha, el presidente argumenta a favor de una estrategia peligrosa de
dejar que el virus se vuelva loco para salvar la economía y para enriquecerse
personalmente durante el proceso.
Llegando al punto de pedir que su firma
este en cada cheque que el pueblo estadounidense reciba como parte del trillonario
paquete de rehabilitación de la economía. Trump se siente el salvador, el
ungido o escogido por la justicia de la oligarquía estadounidense.
Gracias a las malas decisiones de Trump,
Estados Unidos ya se convirtió en la nación con el mayor número de casos
confirmados del virus superando a Italia y China. El presidente juega con la vida
y la muerte de todos, porque no actuó de manera rápida y decisiva para evitar
la propagación del virus. China rompió de tajo la propagación del virus con un
bloqueo que comenzó en Wuhan el 23 de enero pasado y ahora se está levantando
por etapas. Estados Unidos no impedido la epidemia.
Con menos de ocho meses hasta la elección
más importante de nuestras vidas, Donald Trump y los republicanos se están
organizando en todas partes y gastando sumas récord en un intento de ganar un
segundo mandato.
Trump ha hecho un daño indescriptible a
nuestro país en los últimos tres años, y depende de todos nosotros para detenerlo
en seco. Podemos poner fin a la corrupción, las mentiras y la grave
incompetencia que hemos visto de esta administración, pero solamente si
elegimos un presidente demócrata, no tenemos otra opción, ya que no hay nadie más
que se atreva a enfrentarse al presidente.
Si el exvicepresidente Joe Biden, resulta
nominado, el dicho de vale más bueno por conocido que malo por conocer, funciona
perfectamente aquí; ya que de seguro si llega Biden a ser presidente, su
administración de seguro será como la del presidente Barak Obama, pero
mejorada. Pero, contrario a lo que sería una presidencia transformadora bajo
Bernie Sanders. La de Biden sería muy de acuerdo a las estructuras ya
establecidas por el establecimiento, sin una política de transformación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario