Por Ilka Oliva Corado
No
queremos ver ninguna injusticia de ningún tipo no porque nos duela sino porque
nos importa un comino el dolor de los otros y lo que vivan. Y si se nos
atraviesa una por el camino nos cambiamos del otro lado de la banqueta o
retrocedemos o le saltamos encima como si fuera charco de agua, total que somos
buenos esquivando. Históricamente hemos esquivado la memoria y la
reconstrucción del tejido social. No hay virus tan fulminante como el del
cinismo y ahí nos pintamos solos como humanidad. Virus van y virus vienen, cómo
manejan la información los medios de comunicación y los gobiernos es lo que
hace la enorme diferencia.
Para
ejemplo el dengue, los países en desarrollo están cundidos y mueren millones de
personas y seguirán muriendo, no se ve a gobiernos ni a medios de comunicación
poniendo luces rojas de emergencia. El aborto clandestino, mueren millones de
mujeres y no es emergencia mundial una ley de aborto legal, seguro y gratuito.
Pobreza extrema, la calamidad de nuestra doble moral mundial. Con esto no
quiero menospreciar la importancia del virus que estamos viviendo ahora como
población mundial y tampoco digo que no se tengan que seguir las indicaciones.
Pero la gran masa obrera a nivel mundial no puede quedarse en su casa guardando
cuarentena porque apenas sobrevive el día a día y en sus trabajos, sus patrones
oligarcas tampoco les darán los días para faltar.
¿Quiénes
tapiscarán las cosechas de temporada? Si son los jornaleros del campo mal
pagados sin derechos laborales quienes lo hacen, no son vistos como personas y
no lo serán en esta crisis tampoco, mueran los que mueran solo se consiguen
nuevos para hacer el trabajo y eso sucede también con la población
indocumentada a nivel mundial. Bonito es ver en los balcones de edificios en
Italia a gente cantando y tocando instrumentos en muestra de cultura y unidad,
hasta cierto punto digamos que de humanismo pero, ¿y por qué nunca se han unido
así para exigir al gobierno de ese país un trato digno a los migrantes
indocumentados que llegan ahogándose en el mar? ¿Es ahora que con la pandemia y
el caos se aprovecha para salir en redes sociales y nada más para que digan?
¿Qué pasaría si todas las familias en Italia salieran a los balcones en una
muestra de humanismo y cantaran, tocaran instrumentos exigiendo un trato humano
y la legalidad de estadía y derechos laborales a los migrantes que
llegan ahogándose en pateras desde África y parte de Europa? Una cuarentena
pidiendo por los migrantes indocumentados, qué lujo. Pero ellos no importan, no
han importado ni importarán.
Quienes
han podido porque han tenido el tiempo y la economía, en días anteriores
vaciaron los supermercados, al final quedaron los obreros que van al día con
sus gastos, muchos no han podido ir a comprar nada porque no hay dinero, cuando
lleguen no encontrarán nada porque quienes podían acapararon todo sin
importarles los otros. Muestra clara de egoísmo. Ese desabasto masivo porque ha
sido mundial, conforme avanza la pandemia por sectores así van vaciando los
supermercados. Esto nos da una idea, mínima, pero nos la da, de cómo vivieron
los países ultrajados en tiempo de dictaduras e invasiones, las cuales
empezaron por desabasto de supermercados, panaderías, farmacias, para crear el
caos en las poblaciones. Nosotros no llevamos ni una semana y todo está lavado,
los productos básicos están barridos. Imaginemos años de dictaduras donde
además violaban, torturaban, desaparecían y asesinaban personas. ¿Podríamos
sobrevivir nosotros a algo así? Hablo claro, de estas nuevas generaciones
pomposas y arrogantes. Porque los mayores ya sabemos de qué están hechos, son
nuestro ejemplo y guía.
Podemos
imaginarnos entonces lo que significa un bloqueo económico en países como Cuba
y Venezuela. Cuba, con décadas así y sin embargo sigue siendo un ejemplo de
humanismo para el mundo, ahora mismo brindando medicina y enviando a sus
médicos alrededor del mundo para que atiendan las necesidades de los pueblos. Y
no lo enseñó Fidel, es su pueblo que ha sabido resistir con dignidad y
conciencia la enorme injusticia que ha cometido el mundo con su cinismo y su
silencio.
Podemos
imaginarnos entonces lo que vive Palestina, (lo que vivió Irak, Pakistán y vive
Siria) que les bombardean hospitales, casas y escuelas. Que les arrancan sus
árboles de olivo con maquinaria pesada, que les fumigan sus siembras para que
no crezcan. Que les bombardean supermercados, que les disparan a quema ropa si
se acercan al muro con el que día a día les roban sus tierras. Claro que sí,
podemos imaginarlo, pero preferimos cambiarnos al otro lado del camino, porque
su dolor, sus gritos de auxilio y la dignidad de ese pueblo que lucha nos
escupe a la cara, en nuestro cinismo. Claro que sí, vivimos una pandemia y la
hemos vivido siempre, pero de cinismo, insensibilidad y doble moral.
Ojalá
que por lo menos, ya que no nos dan las agallas para ver a otro lado más allá
de las galantes fronteras patrias, ni que nos atrevamos a adentrarnos en la
memoria histórica de nuestro propio pueblo para pensar en la tierra arrasada y
las poblaciones que salieron al exilio forzado, exijamos que el quedarse en
casa a guardar la cuarentena sea para todo ser humano, no solo para quien se
columpie en su privilegio de clase y jampón desde ahí señale el comportamiento
de los obreros en tiempo de pandemia de cinismo.
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