Por Armando García
Editor y Fundador de Nuestra América
Magazine
Hace unos días un lector europeo me comentó
que envidiaba mucho a los estadounidenses, ya que en su país, hacía mucha falta
un mandatario como Donald Trump. Muy sabias sus palabras, y lo digo, porque es
bien sabido, que en países que han tenido dictaduras, hay indicios de progreso muy
aplaudibles y reconocidos por organismos internacionales. Pero esos logros han
sido a costa de que la mayoría de su población quede marginada y sujeta al abandono
social.
Muchos de los lectores que leen con apego
mis artículos, son en la mayoría, antimperialistas y por lo tanto muy anti-gringos.
Pero a raíz del comentario del lector mencionado
y a nombre del objetivismo que tanto pregonan los periodistas que trabajan para
medios convencionales y entreguistas a gobiernos neoliberales, dictatoriales,
totalitarios, opté en esta ocasión
escribir sobre los latinos ciudadanos estadounidenses que apoyan al presidente
Trump, aunque estén del lado equivocado de la historia y, que con el paso del
tiempo ésta los juzgará o quizá hasta los condenará.
Las elecciones presidenciales del 2020
están cada vez más cerca y el voto de las minorías jugará un papel determinante
en ellas. Los dos partidos principales compiten por el voto de afroamericanos y
latinos o hispanos nacidos o naturalizados. Los votantes latinos no representan
un grupo inflexible, por lo cual una parte apoyan a Trump. Siendo esto una mala
noticia para los demócratas, quienes no han sabido ganarse en su totalidad la simpatía
de los votantes hispanos.
Basta recordar que la ultima reforma
migratoria que benefició a unos tres millones de indocumentados, fue lograda en
1986 con la firma del presidente republicano Ronald Reagan. Luego el presidente
demócrata Bill Clinton, con su firma logra en 1996 una ley de responsabilidad
migratoria, que hizo más difícil que inmigrantes regularizaran su situación legal
en el país.
Los gobiernos de padre e hijo George Bush,
trataron de cambiar la ley sin conseguirlo. El presidente demócrata Barack
Obama, bajo su gobierno se deportaron mucho más personas que en otras
administraciones. Pero se le acredita la regularización de indocumentados que
los trajeron sus padres al país cuando eran infantes o jovencitos, a este grupo
de personas se les llama los ‘dreamers’ o soñadores.
El presidente Trump, desde su campaña puso
por los suelos a los migrantes, acusando a México de enviar lo peor de su
población a EE. UU., etiquetándolos como violadores, ladrones, criminales; etc.
Levantando con esos adjetivos, pasiones xenofóbicas entre su base electoral,
predominantemente anglosajones o de raza blanca, republicana, patriotas,
incluyendo hispanos mil por ciento leales al establecimiento de este país, como
los hispanos de segunda o tercera generación, asimilados a la vida de este país
y también los cubanos, venezolanos y nicaragüenses que salieron de sus países
por tener gobiernos socialistas.
Trump ha hecho todo lo que ha podido en
destrozar los sueños y aspiraciones de muchos migrantes, no solamente de Latinoamérica,
sino de países africanos, asiáticos o del medio oriente.
El lema de campaña de Trump de “America
First” o de “Make America Great Again”, se está turnando a una de “Make America
White Again”, abriendo la puerta a personas de países con población blanca o
sajona o aria y cerrando las puertas a los de piel morena u oscura.
Trump ha detenido a familias enteras en la
frontera con México, encerrando en jaulas a niños, separando familias y ha
enviado a las fuerzas armadas a la frontera para impedir el paso o cruce de
miles de personas buscando asilo en Estados Unidos.
Y aun con esos antecedentes, hay hispanos
que adoran a Donald Trump y a los republicanos. Recuerdo que la dueña de un medio en donde
laboraba, siendo Mexicoamericana, me dijo que ella era netamente republicana porque
le gustaba la forma de vivir de ellos, su manera de hablar, de actuar, de
expresarse y su forma de gobernar.
Hace unos días, un restaurante de comida
mexicana en Arizona, cuyos dueños son inmigrantes, abiertamente dijeron que
apoyaban a Trump. Hasta el punto, que el mandatario respondió que en próxima
visita a ese estado, los visitaría y hasta comería en su restaurante.
Si bien las políticas del presidente Trump,
deberían ahuyentar a los votantes hispanos. Una parte importante de los latinos
de verdad lo apoya, y este apoyo no ha cambiado mucho desde las elecciones
presidenciales de 2016, cuando lo apoyaron cerca del 28% de los votantes. Es
más, el número ha crecido un poco: hoy el 30% se muestra a favor del
presidente.
Puede que esta cifra no sea muy alta, pero
es más que suficiente para Trump, mientras que para el nominado demócrata los va
a necesitar. En otras palabras, su posible triunfo en los comicios en gran
medida depende del apoyo de los estadounidenses de origen hispano o de lo
contrario, lo llevará a un fracaso total en las elecciones de noviembre próximo.
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