Por Armando García
Editor y Fundador de Nuestra América
Magazine
Hace 26 años fue asesinado en México
el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio Murrieta, quien estaba
realizando campaña por parte del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Colosio fue acribillado en la ciudad de Tijuana, Baja California, según la
versión oficial, por dos disparos del arma que provino de las manos de una
persona identificada como Mario Aborto, quien contaba con 23 años.
El trágico incidente ocurrió en el
barrio Lomas Taurinas, una de las muchas ciudades perdidas en la ciudad
fronteriza, Colosio fue asesinado poco después que pronunciara un discurso
inherente a su campaña política. Este periodista estuvo en el lugar de los
hechos, reporteando las actividades de Colosio en la ciudad fronteriza, para
varios medios del estado de California, incluyendo Nuestra América Magazine que
apenas tenía un año de existencia.
Fue un día muy intenso, lleno de
mucho hermetismo por parte de los encargados de la seguridad del mismo
candidato, de los políticos y gobierno en turno, olía a un complot, mas que la
idea loca de un jovencillo que jalara el gatillo, para apagar la voz del ser
humano que buscaba un cambio en México.
A lo largo de su historia, el país
azteca ha sido sacudido varias veces por crímenes políticos, algunos no llegaron a
grandes titulares; pero éste, el de Colosio, dolió a todos. Dolió, porque Colosio
en realidad era considerado el candidato del cambio, tan deseado, tan esperado,
por todos los mexicanos. Su muerte fue un duro golpe a las aspiraciones de
aquellos que habían fincado su futuro en la casi inminente elección de Colosio
a la Presidencia de la República.
Colosio contaba al morir 44 años y
un futuro de lo más promisorio en la vida política de México. El candidato se
había definido a sí mismo como partidario de la paz. Sus propias palabras así
lo atestiguan: "No creo que a base de balas y tiros se pueda lograr la
paz... Paz es fruto de la justicia" Las ironías de la vida; fue que a
base de balas su vida sucumbió.
Colosio quería el cambio. Estaba
consciente de que en México se hacía fraude electoral y de que no existía la democracia.
De él mismo nació el proponer las medidas de ajuste necesarias para poner fin a
los abusos y anomalías que otros priistas liberales ya habían detectado y
querido eliminar.
Una de las anomalías consistía en
utilizar los recursos del pueblo para costear las campañas electorales del PRI,
siendo que un hecho de esta naturaleza implicaba el pagar las costosas
recepciones, banquetes, guirnaldas, arcos triunfales, y el enorme despliegue de
fuerzas de protección para el candidato y muchas veces para sus seguidores y
acarreados.
Colosio quiso poner la muestra de lo
que él consideraba correcto en un país democrático, y le costó muy caro,
pagándolo con su propia vida.
“Su muerte cimbró a México, sacudiendo las
conciencias, como ocurre con todos estos terribles acontecimientos de esa
magnitud”, señaló a este periodista en el 2004 la Cónsul General de México en
San Antonio, Texas, la Embajadora Martha Lara.
Aburto, el presunto asesino, está purgando una condena, pero el pueblo
mexicano todavía está esperando que el autor o autores intelectuales del
asesinato, sean detenidos y condenados a prisión. Para la sociedad mexicana
está muy claro que tuvo que haber intereses creados, ya que por las
declaraciones del mismo asesino -algunos lo consideran solitario- y del
ambiente político que vivía el país en esa época que, solamente se puede
deducir que hubo un actor principal o cerebro del asesinato, sin descartar actores
intelectuales.
La campaña de Colosio era de
carácter netamente popular, él mismo se definía como un elemento de la
generación del cambio. Evidentemente alguien no estuvo de acuerdo, pero la
interrogante sigue en el aire, ¿de dónde vino el golpe? ¿A quién culpar del
abominable crimen?
“Una persona detenida en la cárcel nunca puede
levantar el agravio que se cometió en contra de la nación mexicana”, me recalcó
hace dos décadas la Embajadora Lara. “Creo que será una herida que llevaremos a
través de la historia”.
El 23 de marzo de 1994, escribí que
Colosio, con sinceridad y sin la demagogia peculiar de los candidatos del PRI
se dio a conocer por sus palabras contra la "arrogancia de las oficinas
gubernamentales"; de haber visto a un "México con hambre y sed de
Justicia" y de que había "que recuperar nuestra iniciativa" y de
que se debería ”responder ante las injusticias" y de "Queremos
unas elecciones limpias". En el lugar de su muerte, minutos antes del
atentado dijo: " Un gobierno responsable es el que sirve a todos" y
de que "queremos un gobierno que este cerca de la gente”.
Vuelvo a recordar, lo que escribí diez años después, que el enemigo del pueblo mexicano no era el
Lic. Colosio. El culpable de la miseria y la situación que vive México no era
Luis Donaldo Colosio. El enemigo es el sistema, el régimen, no la persona
escogida para ser su mensajero y sucesor. No aquel que abiertamente denunció
los males de su país, ni su campaña para renovar lo podrido. Colosio dijo en su
último discurso que en lugar de hablar de competencia política en su campaña se
debería mejor hablar de la "incompetencia política" que
predominaba en México y que para muchos todavía continúa en estos tiempos, a
pesar de que en México, esta en curso una cuarta transformación, bajo la administración
del Lic. Andrés Manuel López Obrador, quien dice que en su gobierno ya no hay más
de lo mismo, ya que él y los del pasado, refiriéndose a los gobiernos
anteriores, no son iguales.
Ha pasado ya poco más de dos décadas del
atentado contra una vida humana. Una vida que por el momento histórico que le
tocó vivir, sin lugar a dudas, logró sembrar la semilla para que México
empezara a dar frutos en materia electoral, en materia partidista, en materia
de atender los problemas desde un punto de vista de mayor responsabilidad y
menos demagogia desde las instituciones mismas del gobierno.
Pero esos cambios fueron traicionados
por las administraciones priistas y panistas los cuales tienen una deuda
histórica muy grande con el pueblo mexicano por entregar el patrimonio nacional
a intereses extranjeros y a la oligarquía nacional.
México ahora tiene la esperanza de
salir de esa situación con López Obrador, quien también fue víctima de las
maniobras de los regímenes anteriores. López Obrador en varias ocasiones intentó
llegar a la presidencia, pero por el fraude electoral, no lo consiguió, hasta
que en el 2018, más de 30 millones de mexicanos lo eligieron Presidente de México.
López Obrador, aun siendo Presidente
de México, cuanta con adversarios, que provienen o representan las mismas
fuerzas políticas, oscuras y abiertas, que hace 26 años acabaron con Luis
Donaldo Colosio. Los asesinos andan sueltos.
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