El coordinador panista, Mauricio
Kuri González, muestra tres micrófonos que supuestamente sembró Morena en sus
oficinas parlamentarias
Meones de agua bendita, les llamaba Manuel Gómez Morín, el fundador del PAN
Por Francisco Gómez Maza
Es que los
panistas son tan predecibles
Se sabe cuál
es su mandato: el dinero
La verdad es
que los panistas son tan transparentes, tan predecibles, tan cándidos, tan
religiosos, tan moralistas, que a este escribidor jamás se le ocurriría
instalar, en sus oficinas (en las de los senadores panistas, por supuesto), un
sistema de escucha para ver qué traman.
Y menos
instalar un sistema de escucha tan arcaico como el que, según ellos, les mandó
conectar el líder de la mayoría en el Senado, Ricardo Monreal Ávila.
Jocosa, pero
seria, Jesusa Rodríguez le dijo al reportero de El Financiero (el Financiero
actual: no aquel gran periódico que hicimos con los Rogelios y los Pedros): “Espiar al PAN
debe ser más aburrido que fumar orégano.”
La verdad es
que, si yo fuera político de algún partido que no fuese el PAN -del PRI, o del
Morena, o del aún non nato México Libre, o de aquel PUP tan histórico, al que
aún pertenezco (el mejor partido del mundo)-, no gastaría ni un peso para
espiar a los panuchos. ¡Es que ya se sabe lo que están planeando, lo que están
concluyendo, lo que están tramando y lo que no hacen al final de cuentos!
Pero luego de
que los mandan a su casa los electores, porque no dieron el ancho como
gobernantes, vuelven a empezar y harán exactamente lo mismo que hicieron antes.
Son insistentes, porfiados. Miren los casos patéticos de Fox y Calderón. No
quedaron bien ni con Dios ni con el Diablo. Menos con sí mismos.
Pero es que
ya todo el mundo – hasta el más ingrato villamelón – sabe qué pasos, cuántos
pasos, hacia dónde va a dar un panista o un grupo de ellos, como los senadores
de esta VXIV Legislatura: Buscan afianzarse en el poder para poder fortalecer
las relaciones de producción como están. La supremacía del capital – o, mejor
dicho, del capitalista – sobre la fuerza de trabajo.
Lo único que
les importa es aumentar ad infinitum las ganancias a costa de la joda del trabajador.
Del PAN saben muy poquito. Para ellos, el partido es como una franquicia para
privilegiar sus finanzas personales.
Es decir, que
van sobre el bisnes. Ese es su mandato. Son los soldados de la libertad, como
se los mandata su mecenas, la fundación alemana Conrad Adenauer, promotora de
la “democracia” en el mundo.
Pero si usted
les preguntara quién fue Manuel Gómez Morín, o Adolfo Christlieb Ibarrola, o
Maquío, o Alejandro Avilés, o Bernardo Bátiz, o el yucateco, Carlos Castillo
Peraza, de quien me enorguyezco de haber sido su amigo, o el gran maestro Luis
Calderón Vega, y muy pocos responderían afirmativamente. Menos saben la
historia del partido.
Van sobre lo
que vinieron, o sobre lo que los mandaron. El poder… Y, sobre todo… el dinero.
A como dé lugar. Esto se lo aprendieron muy bien a los priístas. Hacia allá
enfocan sus baterías. Si no me creen, pregúntenle a Fox, o a Martita, o ya de
perdida a Felipe, o a Margarita. No le pregunten a Markito, por favor, porque
el joven siempre va de ida cuando los demás ya vienen de regreso.
Felipe
Vicencio Álvarez es un panista veterano, de aquellos que sentían mucho orgullo
en ser panistas, seguidores de la doctrina social cristiana, de las encíclicas
sociales de los papas. En el 2004 aproximadamente, decía:
“Por tradición,
los panistas somos militantes orgullosos de nuestro instituto político. Sin
embargo, de unos años a la fecha se perfila un nuevo panismo, menos
identificado con los postulados del partido y ajeno a su historia, que ha
venido a introducir nuevas prácticas y a dar un matiz a su identidad. Sobre
todo, me refiero a amplios sectores que se han integrado al Partido Acción
Nacional, a partir de los triunfos electorales y la nueva dinámica de selección
de candidatos.
“De acuerdo
con nuestros Estatutos, los militantes del PAN decidimos quiénes son nuestros
candidatos. Eso implica que cada uno de ellos debe convencer a sus
correligionarios para que lo apoyen. Pero hoy algunos candidatos han preferido
un camino más sencillo: afiliar ciudadanos sin importar sus convicciones
políticas; lo que importa es el apoyo incondicional al aspirante y sus
proyectos. De este modo, ha ido cambiando el perfil de la militancia.
“Por lo
anterior, matizo mi afirmación: los panistas de convicción se sienten
orgullosos de su partido. No obstante, a partir del triunfo en la campaña por
la Presidencia de la República y después de haber visto con mayor claridad los
límites del poder y la distancia entre las aspiraciones y las realizaciones,
también se vive confusión y desaliento.”
Con todo, los
panistas de la clase dirigente actual están muy conscientes de que su papel es
buscar el poder para fortalecer el modelo económico librecambista,
fondomonetarista. Van a hacer hasta lo imposible por lograrlo. No se necesitan
espías para conocer los pasos que darán tanto en el Senado como en la Cámara de
Diputados.
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