Ante la nueva crisis por qué no cambiar
el modelo
El capitalismo salvaje ya probó que no
tiene futuro
Por Francisco Gómez Maza
Parece
que al presidente Andrés Manuel López Obrador y al secretario de Hacienda,
Arturo Herrera Gutiérrez, no les preocupa tanto el tema del crecimiento
económico, en un nuevo enfoque de la economía. Sí importa el crecimiento del
Producto, pero es mucho más importante, para el actual gobierno, el bienestar
de los trabajadores, de las clases sociales depauperadas por el capitalismo
salvaje. Seguro que el grupo de seguidores del librecambismo y del “primero
crecer y después redistribuir” no estarán de acuerdo con este enfoque de la
política económica.
Así lo reiteró el vilipendiado
mandatario en su conferencia matutina de este martes 10 de marzo. Un nuevo
modelo de economía, en el que está primero los pobres, los trabajadores, y
después los representantes del capital. Pareciera marxismo puro, pero no lo es.
Es simplemente pura lógica tercermundista. Este escribidor no está de acuerdo
con que el gobierno regale el dinero porque esa acción sólo conduce a gastar en
un barril sin fondo y no eleva los niveles de vida de los trabajadores y menos
de los pobres, y mucho menos de los miserables.
Pero no tiene
ninguna importancia si este escribidor comulga o no con este enfoque de
política económica, que podría ser calificado de socializante, talvez nada
parecido al modelo cubano, o al del socialismo venezolano, o a las ideas
igualitarias de “El Tío” Bernie Sanders, que está luchando por lograr, en las
elecciones primarias, la candidatura del partido demócrata a la presidencia de
los Estados Unidos, que dejara ir a manos de la extrema derecha la conservadora
Hillary Clinton.
Quienes están
que trinan ante el estallido de la crisis económica, desatada por Rusia y
Arabia Saudita (muchos analistas también le echan la culpa también al COVID-19), son
los grandes capitalistas, los globalitas, los grandes exportadores mundiales,
los inversionistas de postín, que detentan la propiedad de los grandes medios
de producción en el mundo. Pero ni China, con la gran tragedia mortal del
coronavirus, que todo parece indicar ya está controlando, aunque después de
exportarlo a otros países, se ocupa mucho de la crisis global que estalló el
lunes 9, mientras las mujeres les nos recordaban a los varones que no podemos
vivir sin ellas; que son fundamentales para todo. (Se vio triste, en el caso de
este escribidor, el ambiente de las calles de la Ciudad de México por allá por
los mercados de Tepito y la Lagunilla, en donde los mercaderes reclaman: “somos
comerciantes; no delincuentes”.
Pero en medio
de las dos posturas, habrá que trazar un justo medio: Los factores de la
economía son el capital y el trabajo. Están en una balanza que siempre tendría
que estar en equilibrio porque tanto hace riqueza el que mata la vaca como el
que le jala las patas. Y no es soñar a lo tonto – los mexicanos dirían una palabra
no muy sancta -. Es reclamar lo que es científico. Ninguna economía crece.
Ahora sí nos referimos al crecimiento del Producto si no interactúan capital y
trabajo. Puro marxismo. De este marxismo que sigue estando de moda entre los
economistas de Wall Street, porque es el método más objetivo para analizar y
narrar la realidad. Aunque a algunos tránsfugas les caiga en la punta de la
vesícula este axioma.
Así, la
crisis financiera, petrolera, estallada en lunes – lunes negro le llamaron los
poco imaginativos bautizadores de crisis -, que ya estaba cantada desde hace
varios años, podría ser enfrentada y resuelta en el menor tiempo posible, si se
aplicaran las verdades de la ciencia económica y no privara la ceguera mental
de los economistas del capitalismo salvaje, de casino.
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