jueves, 9 de abril de 2020

Hay que culpar a los que deciden por nosotros



Por Armando García
Editor y Fundador de Nuestra América 

Cuando escucho al presidente Trump hablar sobre la crisis sanitaria en el país, me doy cuenta de que es una persona que no siente dolor alguno por lo que sufre la población de Estados Unidos.
Habla muy fríamente sobre las estadísticas mortales que ha ocasionado el enemigo invisible en el país. El presidente se preocupa más por la distribución y la cantidad de insumos a los estados, siempre mirando en cómo beneficiar a sus amigos oligarcas.
Mientras tanto las personas se lamentan solas en sus casas, departamentos y habitaciones, muchas de ellas separadas de sus familiares y seres queridos, y fuera de las cuatro paredes de sus hogares, las personas se enferman y mueren. Hemos visto las imágenes de tráileres refrigerados depositando a los muertos que ya no caben en las morgues y funerarias.
A este paso, ya las historias en los periódicos y en la televisión cuestionan las estimaciones de la Casa Blanca de 100,000 a 250,000 muertos. Quizá estemos viendo más de un millón de muertes por COVID-19 antes de fin de año.
Ver por televisión los testimonios de personas que han perdido a un ser querido, duele bastante. No hay manera de consolar, las palabras no son suficientes, ni los discursos demagógicos, ni las citas bíblicas, ni los discursos, ni las oraciones vacías de religiosos, ni las frases cívicas de héroes patriotas o históricos ayudan a amortiguar el dolor humano.
Nuestro presidente por su inacción y sus mentirosos señalamientos y su falta de responsabilidad, considero que está preparando el terreno para una dictadura totalitaria a nivel mundial.
Esto es un caos en una escala que nunca hemos visto antes. Gran parte del caos es responsabilidad de Donald Trump en su papel de presidente de los Estado s Unidos. Negó a principios el tamaño y la gravedad de la amenaza. Hace poco Los Ángeles Times reportó que asesores de la campaña de Trump le dijeron al presidente que prestara atención de lo contrario iba a perder las elecciones ".
Aparentemente, esas palabras sacaron a Trump de su mentalidad de negación de lo peligroso de la pandemia y fue cuando permitió que los expertos de su grupo de trabajo presentaran sus proyecciones de víctimas, hasta que finalmente les dijo a los estadounidenses: "Quédense en casa".
El mundo está en guerra, una guerra no bélica, sino de carácter bacteriológico o mejor dicho viruteriológico, la cual quizá no sea ahora, pero con el paso del tiempo, sabremos si son ciertas las teorías o suposiciones o conjeturas o hipótesis sobre si el virus fue plantado a propósito para crear pánico mundial y así tener un nuevo orden económico. De ser así, ya será demasiado tarde para encontrar culpables y enjuiciarlos por crímenes de lesa humanidad.
Por supuesto, este es un desastre que podría haberse evitado y, Trump ahora está tratando de usar el tsunami de la enfermedad y sus consecuencias para su beneficio. Comenzó con sus conferencias diarias desde la sala de prensa de la Casa Blanca, y tan pronto como vio los elogios que recibía el vicepresidente Pence, se hizo cargo de dar la información principal. Esto ha dejado a los demócratas en una posición poco envidiable de no tener una plataforma comparable desde la cual hacer campaña.
Y ahora que Bernie Sanders ya desertó como posible contrincante, Trump ahora apuesta su reelección a cómo lleve la crisis de la pandemia. Los demócratas ya han retrasado su convención de julio a agosto y pospusieron la mayoría de las primarias restantes. A la sombra del virus y el gran apoyo de Trump a los medios, los demócratas han abandonado efectivamente el campo de batalla de la campaña, de la cual Biden no creo que tenga el temperamento ni la energía de levantar una campaña muerta.



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