Recesión no sólo nacional, sino planetaria Eso sí, con el permiso de la santa corona
Por Francisco Gómez Maza
Quien
quiera buscar donde no hay, que lo haga; nadie puede quitarle la libertad
absoluta, sacrosanta, de hacer tonterías en aras de un conservadurismo que le
viene de prosapia, de Maximiliano y Carlota, y de la aristocracia pulquera.
Quien
quiera ver moros con tranchetes, igual.
Es
lo bueno que en este país los únicos que no hacen su santa voluntad son los de
abajo, redimidos por el gran Mariano Azuela, y vueltos a ser bocabajeados por
los gobiernos de la Dictadura Perfecta de Mario Vargas Llosa, hecha cine luego
por el genial Luis Estrada.
Lo
confortante es que sólo los intelectuales herencia del águila imperial se dan
cuerda a sí mismos y entre ellos. Pero el león no es como lo pintan.
La
economía mexicana -no la de los trabajadores, sino la de los lujuriosos
magnates de “petatiux” -, ha venido derrapando desde hace por lo menos 40 años,
desde que dejó La Silla aquel “Último Presidente de la Revolución Mexicana”, a
quien alguien bautizó con el sobrenombre “El perro”, porque gritó a los cuatro
vientos, en una de las peores crisis del sistema, que defendería al peso como
un perro.
Esta
economía de talacheros no podía estar “menos pior”, después de haber sido
saqueada por los harbanos de Atracomucho y los hijos de la “Vela Perpetua”,
historiados por ese gran maese que fue el michoacano, Eduardo del Río, el
inolvidable Rius de Los Agachados y de Los Supermachos, paisano de otro genio
de la historieta sarcástica y sandunguera, Arcadio Acevedo, michoacano y
chiapaneco, a la vez.
Esa
economía sigue derrapando en tiempos de morenidad y, más, en estos de pandemia.
No se da a querer esa economía que viene saliendo borracha del casino y del
palenque, de aquellos antros de lujuria e interminables noches y días de
fiestas, cuando los ricos muy ricos y los presidentes de la nación hacían y
deshacían con las millonadas del Erario.
Por
lo mismo, esta economía no aguanta una cirugía mayor, ni menos salvamentos; que
estos queden para las pymes que sí lo necesitan. El año pasado (2019), el
primero de la dinastía prieta, no pudo levantarse del coma y sólo babría
crecido medio punto porcentual.
Más,
para como van las cosas de la vida y de la muerte, bajo los efectos fatales del
SARS-CoV2, que ha destrozado vidas y haciendas y procesos productivos en todas
las áreas económicas (ahora, en este momento que redacto esta nota, a las 13:55
h de ayer martes 7 de abril, iban anotados en el mapa de la Universidad Jonns
Hopkins, alrededor de 80 mil fallecidos en el planeta, de 1.600,000 de
contagios, aproximadamente).
El
otro día les comentaba que el horizonte económico es sombrío. Cuando el
secretario de Hacienda, Arturo Herrera Gutiérrez, entregó al Congreso mexicano
los llamados pre criterios de política económica para el año 2021, la
expectativa oficial era que, gracias al bichito, tendríamos una caída del
producto de casi 4%.
Sin
embargo, los actores de las clases dominantes no están nada felices con lo que
hace y no hace el presidente López Obrador y seguro que no van a invertir. La
confrontación, así, de paso, puede hacer que el agua llegue a los aparejos.
Pero
bueno, por el momento suceden cosas nada despreciables, como el comportamiento
de cuentas relevantes del banco central: el incremento de las reservas
internacionales de esa institución es muy positivo (más importante que los
ingresos por venta de petróleo, y la base monetaria, así como, en la cuenta
corriente, un excelente comportamiento del ingreso de divisas por las remesas
que envían los mexicanos, que viven y trabajan en el exterior, a su familia en
sus pueblos de origen.
No
es que el mal de los grandes de este mundo – Estados Unidos, la Alemania (la
potencia de la Unión Europea), Inglaterra, Francia, Rusia – sea consuelo de los
“tontos” mexicanos. Pero las cosas ya no pueden ir peor para este pueblo tan
vapuleado por volcanes, terremotos, vendavales, nortes, huracanes y grandes
empresarios avaros y… políticos corruptos.
Alemania
va a tener un crecimiento negativo de por lo menos el -04% y otro tanto
enfrentará Estados Unidos, donde ya han quedado sin empleo millones de
personas. Y aunque usted no lo crea, pero a los gringos les costará mucho
reconstruir su planta laboral, como ocurrió en lo pasado.
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