AMLO cree que quien no está con él está en contra de él
Y
no: el periodista debe cumplir el papel de crítico del poder
Por Francisco Gómez Maza
Está
equivocado el presidente cuando enlista a los periodistas que lo apoyan y da
nombres, que no viene al caso repetir en este espacio; desprecia a quienes lo
cuestionan y no están de acuerdo con su concepción del gobierno y de la
economía.
Se
tira contra los “medios”, calificándolos de conservadores tan sólo porque lo
critican (quizá algunos publiquen notas faltas, pero son los menos). Este
escribidor se siente solidario con los colegas verdaderamente periodistas,
tanto reporteros como articulistas, que no se doblegan ante nadie, ante ningún
poder, ni político, ni gubernamental, ni económico, y que anteponen su carácter
de informadores, por una parte, y analistas y críticos de las clases dominantes
tanto políticas como económicas.
Él
lo niega, pero López Obrador es de los que toman al pie de la letra lo que
dicen que dijo Jesucristo, quien conmina a los seres humanos supuestamente
diciéndoles: “quien no está conmigo está contra mí y el que no recoge conmigo
desparrama”. Y no soporta que haya periodistas, analistas, comentaristas,
articulistas que lo cuestionen profesionalmente. Y no me refiero a las personas
que siendo sedicentes periodistas denostan, insultan, levantan falsos
testimonio, inventan “noticias”, dicen mentiras porque son propagandistas
partidistas. De uno y otro lado. Porque en todos lados los hay como ocurre
diariamente en conferencias matutinas del mandatario.
El
presidente tiene una expresión que choca con lo que este escribidor aprendió en
la escuela y en la experiencia que tuvo en medios de prensa como Excélsior o la
revista Proceso. Que el periodismo es un oficio, cuyo objetivo fundamental es
informar con la verdad, investigar si lo que le han dicho es verdadero hasta
las últimas consecuencias y, por otro lado, analizar, cuestionar, criticar el
desempeño del poder político y de las clases dominantes económicamente.
Escribir y publicar lo que molesta a los poderosos, lo que molesta al dirigente
empresarial, lo que molesta al presidente municipal, lo que molesta al
gobernador y lo que molesta al presidente de la república.
No
concibo el periodismo como un oficio de tinieblas, que se dedica a alabar las
acciones del presidente, a aplaudirlo. Para aplaudir por lo menos tiene, o
tenía, unos 30 millones de ciudadanos que votaron por él y algunos informadores
de partido (que tienen todo el derecho de serlo). Además, presidente, al final
del día, la alabanza se convierte en vituperio, y el gobernante se enceguece
creyendo que todo lo que hace como gobernante no puede estar mal hecho porque
lo hace él.
Pero
la verdad es que los hombres del poder, inclusive el presidente, ha
tergiversado la concepción de la naturaleza del periodismo verdadero que,
aunque les sea difícil de entenderlo a los poderosos, sigue siendo un poder
frente a otros poderes institucionales y fácticos, y el rol que tiene que jugar
es ser algo así como la conciencia de la sociedad y un acicate de los poderes
económicos y políticos.
Que
quede claro, el periodista verdadero apoya con el cuestionamiento y la crítica,
con el análisis descarnado de la realidad y de las acciones que emprenden los
gobiernos y las sociedades para cambiar las cosas hacia la derecha o hacia la
izquierda.
Este
escribidor no es denostador, no insulta, pero no deja de analizar y cuestionar
las acciones de los gobiernos, sean estos neoliberales o cómo calificar al de
López Obrador. De izquierda, no. Progresista, tampoco. Nacionalista, menos. ¿Un
gobierno de coyuntura? Pero eso es lo de menos. Me quedo con mi definición. El
periodista verdadero cumple el papel de informador de lo que ocurre en la
realidad; es voz de quienes no tienen voz. Es destapador de cloacas. Y como
analista y opinador, no puede ser menos que crítico, cuestionador,
independientemente de que el presidente sea de izquierda o de derecha, sea
neoliberal o keynesiano, sea capitalista o socialista. No lo puedo concebir de
otra manera.
Así
que mejor, para que no haya dudas, presidente, usted haga un buen trabajo
gobernando y deje que los verdaderos periodistas estén al tanto diariamente de
si lo hace usted con justicia o injusticia. Sus colaboradores nunca le dirán
que está usted equivocado; le tienen miedo; cuidan su empleo, sus canonjías, su
amistad con usted. Yo, periodista, si no se lo dijera estaría traicionando mi
oficio.
Y
qué bueno que haya voceros del conservadurismo, como usted le llama,
presidente. Esto es un reto para que usted demuestre que está gobernando con
justicia. La injusticia es la madre de todos los delitos.
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