sábado, 25 de julio de 2020

NUESTRA LATINOAMÉRICA: ¿Las repúblicas criollas les perdonan los impuestos a los indígenas?





Por Ollantay Itzamná

Toda la riqueza que acumularon las rancias oligarquías racistas de las repúblicas criollas es gracias a las tierras despojadas a indígenas y a la explotación en situación esclavitud de indígenas y campesinos. ¿Qué es lo que recibimos del Estado a cambio de todo eso? Más despojo, miseria y muerte.
El pasado 17 de julio, el Presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, en el Municipio de Comalapa, en una reunión formal con autoridades indígenas del lugar, acusó a las y los indígenas de “no pagar impuestos y pedir hospitales”, “mentirosos”, “calumniadores”…, al límite que el canal oficial del Estado cortó la transmisión en vivo que realizaba ante el descontrol visceral del mandatario.
¿Es verdad que familias indígenas no aportan a las repúblicas bicentenarias?
Fueron las familias y pueblos indígenas que sostuvieron con sus impuestos y fuerza laboral al sistema de la Colonia española por tres siglos.
Fuimos y somos los pueblos indígenas que financiamos con nuestros impuestos a las nacientes repúblicas. ¿Acaso los fundadores de las repúblicas no restauraron el pago de los impuestos indígenas, abolida por la Constitución de Cádiz, 1812, desde el momento de la firma de su mal llamada “Independencia”? ¿Acaso las sublevaciones indígenas no fueron por el abusivo cobro de impuestos?
Es más. En el caso de Guatemala, y el resto de los países de Abya Yala, las diferentes revoluciones liberales del siglo XIX, despojaron las tierras colectivas de los pueblos indígenas para transferirlo en propiedad privada a los mestizos y europeos para el emprendimiento de las fincas agrícolas (café en el caso centroamericano).
En Guatemala, para 1850, más del 60% de las tierras de cultivo estaban registrados como propiedad colectiva de pueblos indígenas. Eso fue despojado por el Estado durante la Revolución Liberal. Casi con todas las revoluciones liberales, en los países de la región, hicieron lo mismo.
Las familias indígenas, una vez despojados de sus tierras, fueron obligados por Ley a trabajar como colonos en las haciendas agrícolas, en situación de servidumbre. Esto se mantuvo jurídicamente hasta mediados del siglo pasado.
Toda la riqueza que acumularon las rancias oligarquías racistas de las repúblicas criollas es gracias a las tierras despojadas a indígenas y a la explotación en situación esclavitud de indígenas y campesinos. ¿Qué es lo que recibimos del Estado a cambio de todo eso? Más despojo, miseria y muerte.
¿Quiénes son los mayores consumidores en los mercados nacionales?
Incluso despojados de nuestros territorios, y obligados al trabajo forzoso para los finqueros, jamás dejamos de pagar impuestos. Compramos un pan, o una libra de azúcar, o sal, el impuesto al valor agregado (IVA) lo pagamos en silencio… Aunque cuando vendemos nuestros productos jamás recibimos el impuesto correspondiente, y lo vendemos al precio que deciden las grandes empresas.
En los países centroamericanos, ¿Acaso las economías no se mueven gracias a las remesas que indígenas y campesinos migrantes envían desde los EEUU?
Los beneficiarios de las bicentenarias repúblicas criollas jamás nos reconocieron a las y los indígenas como seres humanos. Mucho menos como ciudadanos. Por eso ellos, cuando un indígena levanta la cabeza y les habla de igual a igual, develando sus miserias morales, nos maltratan como si fuésemos la escoria social.
Es una constatación que para las élites gobernantes de los estados republicanos el indígena “bueno” es el indígena muerto. Indígena que intente ser sujeto o ciudadano, irremediablemente está condenado a ser humillado/anulado.
Dos siglos después de estar intentando ser reconocidos como ciudadanos en un Estado criollo etnofágico nos enseña que nuestro camino ineludible es la reconstitución de nuestros territorios para ejercer nuestra autonomía solidaria. Y esto sólo es posible si desmontamos los podridos estados criollos y nos atrevemos a pensar y construir estados plurinacionales con autonomías territoriales. Para ello necesitamos que todos los pueblos y sectores subalternos nos constituyamos de facto en sujetos sociopolíticos colectivos, con instrumentos políticos propios.


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