· Exitoso encuentro en la Oficina Oval
· Aderezado por la detención de Duarte
Por Francisco Gómez Maza
Contra la corriente, contra la crítica
ácida de sus adversarios, el insulto de sus detractores, el reclamo de odio de
sus enemigos políticos, y la advertencia de analistas y columnistas, que
cuestionamos su decisión de ir a entrevistarse con Trump, enemigo de los
migrantes, el presidente López Obrador logró con creces el objetivo que se
impuso, al reunirse con su contraparte estadounidense.
Poner la parte que a su gobierno
corresponde para mantener una buena relación con el imperio en decadencia;
plantear relaciones económicas y comerciales, justas y equitativas, porque en
la relación con Estados Unidos no hay de otra. Hemos sido vecinos distantes,
como escribió mi inolvidable amigo Alan Riding, ex corresponsal del New York
Times en el otrora Distrito Federal. Y alguien calificó a México, además, como
el patio trasero de los Estados Unidos.
Con la visita – hecho dignísimo de
destacarse - la Fiscalía General de la República se anotó un logro, reclamado
principalmente por muchos mexicanos y reiteradamente por el panismo
chihuahuense y sectores que luchan en contra de la corrupción que marcó al
sexenio de Enrique Peña: La detención, en Miami, del fugitivo ex gobernador del
estado meridional, César Duarte, reclamado por la justicia por delitos de
corrupción, detención que llenó de júbilo a muchos mexicanos. Los panistas se
manifestaron eufóricos.
Ante ese hecho, el senador Gustavo
Madero Muñoz (PAN) comentó, en conferencia de prensa virtual. Este jueves 9 de
julio, mientras el presidente de la república volaba de Miami a Ciudad de
México: “Debo reconocer que esto fue posible gracias al cambio del Gobierno
federal; que el anterior protegió al exgobernador César Duarte; impidió que los
juicios prosperarán; incluso, que los trámites de extradición se cumplieran.”
Destacó el panista chihuahuense que la
detención de Duarte “se da en el contexto de una visita a los Estados Unidos.
En política no existen las casualidades. Esto es un mensaje muy claro. Es
también no otorgarle a una sola de las partes el mérito, el crédito… No sólo
para el gobierno del estado, sino también enmarcarlo en el trabajo que ha hecho
este gobierno para poder obtener del gobierno de Estados Unidos su
colaboración.
Un punto importante a favor de todos,
del actual gobernador de Chihuahua, Javier Corral, y del gobierno
lopezobradorista. Dos pájaros de un mismo tiro.
Pero de vuelta al asunto de la visita,
independientemente de si el acuerdo comercial es viable o no, o sólo es una
acción del neoliberalismo norteamericano para privilegiar a las grandes corporaciones,
como ocurrió con el defenestrado TLCAN, en el que los ganadores fueron las
empresas globalizadas, López Obrador regresa triunfante.
Sin embargo, como lo analiza el
periodista Carlos Ramírez Hernández, no importan ni él ni Trump, en última
instancia. Lo importante es que el T-MEC realmente funcione para beneficio de
la economía mexicana, muy alicaída por la crisis económica mundial y por la
acción de la pandemia del coronavirus, que infectó todo y que destruyó vidas y
haciendas, dejando en el dolor y la pobreza a millones de trabajadores.
Las tres economías de Norteamérica
firmantes del T-MEC, independientemente de su desigualdad, están obligadas a
incursionar en relaciones de comercio justas y equitativas, impulsando a que
México se acerque a los niveles de desarrollo de sus dos socios y logre crear
bienestar para su población y mejor competencia entre las tres.
Mientras, por el momento, el presidente
López Obrador tiene derecho de sentirse satisfecho. Hizo lo que ninguno de sus
antecesores se propuso. Presentarse ante el presidente imperial como par y no
como supeditado. No se le puede pichicatear el buen éxito: el tabasqueño se
creció ante el mundo como estadista, desnudando la actitud de subordinación
ante Washington de mandatarios del pasado.
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