Y donde lloran está en muerto, dijo Gaby
Se mide la pobreza; por qué no medir la
riqueza
Por Francisco Gómez Maza
La propuesta de Alfonso Ramírez Cuellar,
presidente interino del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), no es
ninguna idea despreciable.
Ahora el INEGI mide la pobreza y la
desigualdad se ve con los sentidos. Es excelente idea tener conocimiento de la
concentración de la riqueza en las muy pocas manos en las que está concentrada.
Es justo, equitativo y saludable.
Esta preocupación comienzan ya a
resentirla capitalistas renombrados no de México, sino de los grandes centros
internacionales donde habita y cohabita el gran capital.
Este escribidor está de acuerdo con la
propuesta.
Es justo revisar el patrimonio
inmobiliario y financiero de todas las personas, además de vigilar la
concentración de “poder” que tienen algunas empresas.
Gracias a esa concentración de riqueza
hay, a contrario sensu, una escandalosa masificación de la pobreza, la pobreza
extrema, la miseria y la indigencia. Y esta desigualdad no puede continuar en
esta historia, a reserva de que, en cualquier momento, haya un estallido social
de grandes proporciones, que no conduciría más que al vacío.
La propuesta, presentada por el CEN del partido en el
gobierno, consta de cinco propuestas realmente. Y fue elaborada por
economistas, politicólogos y especialistas en ciencias sociales.
El INEGI "debe tener la facultad
constitucional de medir la concentración de la riqueza. Existen miles de
millones de dólares, que constituyen una riqueza totalmente inobservada. Ya no
se trata sólo de dar cuenta del ingreso y el gasto de las familias y las personas.
También hay, como dije antes, miles de millones de dólares inoficiosos,
engordando en los mercados financiero, bursátiles, bancarios, que no producen
más que dinero inútil, mientras no se crean fuentes de trabajo para esos
millones de personas que militan en la pobreza.
Medir la pobreza en México es un gran
avance. Pero es, yo lo creo así, tan importante como ello, medir la desigualdad
y la concentración de la riqueza. Y satisfacer esta demanda es muy urgente, no
para hacer pobres a los muy ricos, sino para buscar un equilibrio relativo
mediante las inversiones en empresas que creen puestos de trabajo remunerados
justamente, con salarios equitativos y que le permitan a la persona humana y a
su familia vivir dignamente, obvio que sin los inútiles lujos de los
detentadores del capital.
La propuesta es muy interesante.
(Imagino que la van a cuestionar las personas a los que, aunque les guste algo,
no pueden dejar de maldecirlo sólo porque viene de Morena. El
“Estado de Bienestar” en México es sólo materia de las aulas de economía y
sociología, o del modus vivendi de quienes detentan el capital o tienen pingües
ingresos por su trabajo. Pero, como concepto y propósito, debe quedar plasmado
en la Constitución de la República, lo que tendría que integrar los programas
“que aseguren derechos” para todos los ciudadanos.
Es necesario, en segundo lugar, medir la concentración
de riqueza a través del INEGI, mismo que deberá “entrar, sin ningún impedimento
legal, a revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todas las personas”
a través del acceso a las cuentas del Servicio de Administración Tributaria.
En ese sentido, el grupo de expertos morenistas o
contratados por Morena, propone una medición similar a la medición de la
pobreza y reportar resultados cada dos años.
En tercer lugar, deberá de aplicarse, como se aplica
en el sistema estadounidense, “la progresividad fiscal” a la propiedad, la
riqueza, el ingreso, las emisiones de dióxido de carbono y los daños a la
salud. La progresividad fiscal, de acuerdo con la iniciativa, debe ser la base
sobre la cual todos los mexicanos deben contribuir a los gastos del estado y al
financiamiento del Estado de Bienestar.
También propone integrar un Consejo
Fiscal que mida y evalúe la calidad de ingresos y los gastos del Estado
Mexicano, además de informar si éstos contribuyen a reducir la desigualdad
entre regiones. Y finalmente, habrá que fortalecer a la llamada Comisión
Federal de Competencia Económica (COFECE) para vigilar la “concentración y el
poder que tienen las empresas en una gran cantidad de mercados que producen y
distribuyen los bienes y servicios básicos”.
La COFECE tendría que exigir reparación de daños
contra los consumidores, para medir la afectación a mexicanos y las regiones
por la forma en que las empresas operan en cada mercado.
Obviamente, naturalmente que esta
propuesta no gusta a los barones del dinero. Inmediatamente, Gustavo
de Hoyos Walther, dirigente de la Confederación Patronal de la República
Mexicana, dijo y muy explicablemente: “¡Uff!”
No hay comentarios.:
Publicar un comentario