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Ivonne O. López Glez
Un brete, un gran aprieto, del que será difícil salir airosos
Lo peligroso es que le tomaron la
palabra a López-Gatell
Por Francisco Gómez Maza
México y el mundo estamos en un brete.
Brete es una palabra que significa ‘estar (o poner) en un gran
aprieto, en una situación comprometida de la que resulta muy difícil salir
airoso’.
Y estar en un brete desespera hasta al
más pintado, porque crea una ineluctable incertidumbre. Terrorífica
incertidumbre. Más violentadora que la acción de las bandas criminales, que
diariamente acaban con cientos de vidas.
El coronavirus es un sicario de sicarios
que destruye sin piedad, en la más completa soledad, sin aspavientos, sin
mantas amenazantes colgadas de los puentes peatonales.
Nadie sabe si recuperará lo que ha
perdido, sobre todo los trabajadores que perdieron su empleo, o fueron
despedidos por patronos despiadados, avaros sin escrúpulos.
Nadie sabe qué tendrá que hacer para
pagar la renta, para pagar los servicios de luz, agua, teléfono. Para comer,
para vestirse, para pagar los útiles escolares de los chicos. Para pagar los
medicamentos cotidianos. Una total pobreza en la que los patronos egoístas los
dejaron so pretexto de la pandemia.
Así está el mundo. Así está México por
lo que toca a los mexicanos. En un brete. En un callejón sin salida si los
grandes del billete grande no deciden actuar inclusive por su propia seguridad
y poner de su parte y el gobierno no pone en macha planes de salvamento y
ayudar sin mirar a quien. Por un lado, la situación sanitaria. Los científicos
calculan que ya falta poco para que el coronavirus termine su labor disruptiva.
Pero no hay nada seguro.
Por el otro, la decisión de abrir las
actividades económicas sin si quiera estar seguros de que se ha aplanado
totalmente la curva, como dice el doctor López-Gatell. Y nadie está autorizado
por la razón y la congruencia a hacer tonterías.
En resumen, en voz de los expertos y en
especial del Fondo Monetario Internacional, hasta el momento la economía
mundial se enfrenta a una contracción generalizada de las economías, acusada
por una desaceleración económica que acechaba al conjunto de economías, incluso
antes de la crisis del Coronavirus. Y de esto, sin conclusiones de ese
organismo supranacional, dimos cuenta, hace mucho, en este espacio.
En este sentido, la economía mundial se
muestra optimista, inocentemente optimista, dentro del pesimismo que deja un
Coronavirus que ha paralizado cualquier actividad económica que se estuviese
desarrollando en el planeta. No obstante, seguimos siendo testigos de una
pandemia que aún sigue persistiendo y extendiéndose por el planeta, aunque ya
con menor intensidad en economías que, como la europea, muestran una curva de
contagio más limitada que al inicio.
Aunque, como dicen los expertos de
Economipedia, pese a todo lo mencionado hasta ahora, podríamos estar ante la
mayor contracción de la economía mundial desde la Gran Depresión
de 1929.
Sin embargo, la extrema incertidumbre a
la que se encuentran sometidos los pronósticos siguen mostrando un escenario muy
incierto. Controlar y monitorear los distintos comportamientos que van
experimentando las variables es clave, y así lo ha indicado el FMI, para ir
ajustando los pronósticos con la realidad que presenta la situación.
Por esta razón, contemplar todos los
escenarios posibles y no descartar los pronósticos es la mejor decisión que
pueden adoptar los Gobiernos, y en nuestro caso el gobierno lopezobradorista y
concretamente las autoridades sanitarias y las encargadas de la puesta en
práctica de las políticas económicas, pues ante semejante incertidumbre,
descartar escenarios, por catastróficos que sean, podrían generar
autocomplacencias injustificadas que podrían llevarnos a recaídas mucho más
profundas.
Y el presidente López Obrador, guardando
su “sana distancia”, su declarada separación poder político-poder económico,
como él dice, tiene la obligación de hacer un frente con los empresarios,
neoliberales o no, para sacar del brete a la economía nacional y a los
mexicanos. De otra suerte iremos al caos.
Y lo peor de todo es que ya muchos
mexicanos le tomaron la palabra al doctor López-Gatell y andan ya bailando la
manzanilla por todas partes, a pesar de que, como dijo el México, estamos en el
pico de la pandemia. Pero bueno, lo bueno es que hay aún muchas camas disponibles
en los hospitales.
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