Por
Amy Goodman
Paha
Sapa es el nombre tradicional que el pueblo lakota le otorgó al centro sagrado
de su universo. Esta región de Dakota del Sur también es conocida como “Colinas
Negras” y es el hogar del icónico Monte Rushmore, que lleva el nombre de un
abogado y especulador de la fiebre del oro. El Monumento Nacional Monte
Rushmore luce las cabezas esculpidas en la montaña de cuatro presidentes de
Estados Unidos: Washington, Jefferson, Lincoln y Theodore Roosevelt. Las
gigantescas cabezas fueron talladas en el granito entre 1927 y 1941 por 400
trabajadores, dirigidos por el escultor Gutzon Borglum. Previo a ese proyecto,
Borglum había sido reclutado por las Hijas Unidas de la Confederación para
tallar el enorme monumento de Stone Mountain a los líderes confederados en
Georgia. Si bien abandonó ese proyecto tras una disputa, Stone Mountain le
permitió al escultor perfeccionar sus habilidades de tallado en la montaña, con
las que logró el monumento Rushmore. Borglum era allegado al Ku Klux Klan y
probablemente fuera miembro.
Este
viernes 3 de julio, para dar inicio al feriado del Día de la Independencia que
tendrá lugar este fin de semana, el presidente Donald Trump realizará un mitin
en el Monte Rushmore con un sobrevuelo de aviones de combate y fuegos
artificiales, que están prohibidos en el área debido al gran riesgo de incendio
forestal. Mientras los organizadores esperan la participación de 7.500
personas, la gobernadora de Dakota del Sur, Kristi Noem, acérrima aliada de
Trump, declaró: “Regalaremos máscaras para cubrirse el rostro, para las
personas que decidan usar una, pero no respetaremos el distanciamiento social”.
Los tapabocas no serán obligatorios. Este evento de “retorno” ocurre al tiempo
que Estados Unidos sufre un estallido de casos de COVID-19 y un cargado debate
nacional sobre qué hacer con las estatuas y los símbolos que consagran el
racismo sistémico.
Los
gobiernos tribales y las organizaciones activistas de la región han reclamado
la cancelación del evento. El presidente de la tribu oglala sioux Julian Bear
Runner declaró al medio The Guardian: “Las tierras en las que está tallada esa
montaña y las tierras que [Trump] está a punto de visitar pertenecen a la gran
nación sioux”. Además, Runner aclaró: “No cuenta con el permiso de sus
propietarios soberanos originales para ingresar al territorio en este momento.
[…] Va a desatar protestas si viene aquí”.
El
incendiario y poco oportuno espectáculo de Trump evoca su fallido mitin del mes
de junio en Tulsa, Oklahoma, que estaba programado para el 19 de junio, día en
que se celebra el fin de la esclavitud en Estados Unidos desde 1865, en un
lugar no muy lejano a la escena de una de las peores masacres de
afroestadounidenses en la historia de Estados Unidos, la matanza racial de
Tulsa de 1921. Bajo presión, Trump pospuso su evento para el 20 de junio, un
día después de la importante fecha, conocida como Juneteenth. Un millón de
personas se habían registrado para concurrir al mitin, pero la policía local
estimó que hubo menos de 6.500 asistentes, lo que dejó miles de asientos del
estadio vacíos. Un escenario al aire libre construido para que 40.000 personas
más pudieran participar del evento desde afuera también quedó vacío. Este
fracaso significó un desastre de proporciones épicas para las relaciones
públicas de la campaña de Trump y Pence.
El
gobierno de Estados Unidos reconoció la soberanía tribal sobre las Colinas
Negras en dos tratados de Fort Laramie, en 1851 y 1868, donde se destinaba el
territorio “para uso y ocupación absoluto e ininterrumpido de los sioux”. Sin
embargo, en la década de 1870 se descubrió oro en esas tierras y el ejército
estadounidense expulsó a los indígenas. La resistencia armada de los indígenas
durante décadas contra las oleadas de colonos terminó efectivamente con la
brutal masacre del ejército hacia mujeres, niños y ancianos lakota en la ciudad
de Wounded Knee, el 29 de diciembre de 1890.
De
todas formas, la resistencia nunca murió, a pesar de la pobreza y la violencia
institucionalizadas por el sistema de reservas indígenas. A fines de los años
sesenta y setenta, las ocupaciones de la isla de Alcatraz y la ciudad de
Wounded Knee pusieron un foco en las demandas de justicia de los indígenas
estadounidenses. Más recientemente, durante el enfrentamiento en Standing Rock,
representantes de más de 200 tribus de todo el continente americano lograron
retrasar la construcción del oleoducto Dakota Access. La resistencia indígena
de primera línea todavía está a la vanguardia, y continúa desafiando esta
construcción, así como la del oleoducto Keystone XL aprobado por Trump, las
arenas alquitranadas de Alberta, en Canadá, y numerosos sitios de extracción de
recursos en el Amazonas.
Los
pueblos indígenas se han visto particularmente afectados por la pandemia de
coronavirus y las tribus han tomado medidas para protegerse. Tanto la tribu
sioux del río Cheyenne como la oglala sioux establecieron puntos de control en
las carreteras, dejando ingresar a la reserva solamente a residentes e
invitados de residentes. La gobernadora Kristi Noem amenazó con emprender
acciones legales y le pidió auxilio al gobierno de Trump. Después de que la
Casa Blanca amenazara con retener los fondos de ayuda para enfrentar la
epidemia de COVID-19, la tribu sioux del río Cheyenne presentó una demanda
contra Trump ante un tribunal federal. El caso está pendiente.
El
presidente de la tribu sioux del río Cheyenne, Harold Frazier, se unió a Julian
Bear Runner, de los oglala sioux, en un llamado a eliminar el Monumento Monte
Rushmore. Frazier expresó: “Nada representa un mayor recordatorio para la Gran
Nación Sioux de lo que significa un país que no puede cumplir promesas ni
tratados que los rostros tallados en nuestra tierra sagrada en lo que Estados
Unidos llama Monte Rushmore”. Los pueblos indígenas tienen planeado llevar a
cabo fuertes manifestaciones de protesta.
Solamente
en esta semana, Trump retuiteó el video de un seguidor que gritaba “¡poder
blanco!”. Trump también firmó una orden ejecutiva para preservar monumentos,
incluidas las estatuas confederadas. Desde Tulsa hasta las Colinas Negras,
nuestro supremacista blanco en jefe aviva la llama del racismo, esperando que
sea un impulso para su reelección.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario