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Por Carolína Vásquez Araya
En una sociedad conservadora de mediados de siglo, Violeta
Parra fue un soplo de libertad.
La obra de esta gran folclorista nacida un 4 de octubre,
marcó para siempre un cambio de perspectiva sobre el valor de la expresión
popular. Además, en cada etapa de su intenso paso fue dejando lecciones
valiosas sobre el papel de la mujer dentro de una sociedad cuyas normas la
relegaban a la domesticidad como función primordial de su sexo. Luchadora sin
tregua y sin miedo para destrozar los paradigmas que ataban a sus congéneres a
un marco de valores estrecho y limitante, “la Violeta” podía expresar, sin
recato ni medida pero con un talento fuera de serie, un discurso de humanismo y
equidad a través de su música, su poesía, su obra plástica y sus impresionantes
tapices.
Innumerables son los estudios realizados sobre la vida y
obra de esta mujer pionera, muchos de ellos realizados fuera de Chile, su país
natal. Referente mundial como investigadora de costumbres y expresiones
artísticas de las comunidades rurales y sus pueblos originarios, su legado
cubre el rescate de tradiciones y leyendas populares relegadas al olvido.
Viajera incansable y ávida por absorber otras culturas, su bagaje personal de
experiencias le fue confiriendo un papel protagónico como ejemplo de identidad
desde Chile hacia el mundo y la transformó en un personaje esencial para
conocer, desde otras latitudes, la riqueza cultural de su patria.
En la obra de esta mujer notable sobresale de manera
constante su mensaje contestatario, pero también está cruzada por un himno al
amor:
Pero ese talento universal, esa cualidad expresiva que la
llevó a la cumbre de la fama fue también un acto de libertad y denuncia impreso
en poemas y canciones para la posteridad, en donde se refleja la ironía de un
mundo que, en el fondo, nunca cambia:
“Miren como sonríen los presidentes cuando le hacen promesas
al inocente /
Miren como le ofrecen al sindicato, este mundo y el otro,
los candidatos.
Miren como redoblan los juramentos, pero después del voto,
doble tormento /
Miren el hervidero de vigilantes para rociarle flores al
estudiante.
Miren como relumbran Carabineros para ofrecerle premios a
los obreros /
Miren como se visten cabo y sargento, para teñir de rojo los
pavimentos.
Miren como profanan la sacristía con pieles y sombreros de
hipocresía /
Miren como blanquearon mes de María y al pobre negaron la
luz del día.
Miren como le muestran una escopeta para quitarle al pobre
su marraqueta /
Miren como se empolvan los funcionarios para contar las
hojas del calendario.”
Violeta Parra no solo dejó un legado artístico imborrable;
logró fusionar de manera inigualable lo folclórico con lo académico y formal,
demostrando la exquisita sensibilidad estética de uno de los personajes más
relevantes del siglo veinte.
Violeta: la memoria de un pueblo hecha canción.
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