Por Natalia Oelsner y Marta Rodríguez Martínez
“Volveremos y seremos millones”, dijo Evo Morales mientras dimitía como
presidente el 10 de noviembre de 2019.
Once meses más tarde, su declaración está en camino de confirmarse más
pronto de lo que muchos creían.
Después de un año de cambios drásticos y una gestión de la
transición muy criticada, el país andino, según los resultados a pie de urna, ha decidido continuar con
el legado del primer presidente indígena de Bolivia.
El conteo rápido de las elecciones del domingo 18 de octubre atribuye
más del 50% de los votos a Luis Arce. De validarse, el nuevo líder del
Movimiento Al Socialismo (MAS) se convertiría en el protagonista de una
victoria incontestable e incluso contaría con más apoyo que Evo Morales en las
elecciones de 2019.
Un perfil político muy diferente al de Morales
Antes de convertirse en su fiel ministro, el economista de 57 años
trabajó 18 años en el Banco Central de Bolivia. Ocupó su primer cargo como
ministro de economía en 2006, acompañando al exmandatario en su política de
nacionalizaciones y su lucha contra el neoliberalismo y los Gobiernos
conservadores. Arce se mantuvo a su lado durante sus tres mandatos, con una
pausa de un año y medio en 2017 forzada por problemas de salud.
El sucesor del MAS nació en una familia de profesores de la clase media
en La Paz, un contexto diferente al de Morales, quien se lanzó en la política
siendo líder sindical cocalero y creció en el campo en una familia de modestos
ingresos.
A diferencia del exmandatario, Arce asistió a la Universidad Mayor de
San Andrés y cursó un máster en Inglaterra.
“Es una figura más tecnócrata, difícil de comparar a Evo Morales”,
afirma Marcelo Arequipa, experto boliviano en Ciencias Políticas.
“No tiene bases sociales que estén debajo de él", explica,
recordando el fuerte vínculo que mantenía el expresidente con los movimientos
sociales.
El responsable del "milagro económico boliviano"
Muchos atribuyen a Arce la estabilidad económica y los buenos
indicadores sociales que Bolivia tuvo durante el Gobierno de Morales. Durante
su campaña electoral, el exministro recordó que durante su gestión el PIB en
Bolivia se multiplicó por cuatro y la pobreza se redujo a casi la mitad.
“Nuestro Gobierno devolverá la estabilidad a Bolivia”, prometió durante
la campaña electoral.
Para sus adversarios, el milagro económico nunca existió. Su principal
rival Carlos Mesa, expresidente y segundo en los resultados a pie de urna,
sostiene que el mérito no es del MAS, sino del próspero mercado de materias
primas que, a su vez, habría alimentado la corrupción. Sus críticos también le
reclaman el no haber diversificado la economía, la dependencia hacia las
materias primas exportables y le acusan de ser “el títere” del expresidente.
El MAS está de vuelta, y con más fuerza
Los antecedentes de Arce podrían haber jugado a su favor. Además de
haber heredado el voto a la izquierda, que no tenía adonde migrar, Arce puede
haber reconquistado a quienes habían dejado de creer en Morales después de 14
años en el poder.
Franklin Pareja, politólogo y profesor de Cátedra en la Universidad
Mayor de San Andrés explica que a diferencia del exmandatario, el nuevo
dirigente no sedujo a su capital electoral en base a su figura.
"El voto no se va a producir por la persona”, avanzaba el experto
días antes de las elecciones.
Para Carlos Malamud, investigador principal del Real Instituto Elcano,
la crisis del coronavirus podría haber tenido repercusiones en los resultados,
amenazando a la clase media que surgió gracias a las políticas económicas y
sociales del Gobierno de Morales.
“Así como en su momento habían abandonado al MAS, ahora volvieron al
redil, sobre todo después de ver la gestión de los primeros meses del Gobierno
de Áñez”, afirma.
Desde su llegada al poder, el Gobierno transitorio se ha basado en un
discurso en contra del MAS. A varios dirigentes se les prohibió presentarse a
las elecciones, incluyendo a Morales acusado de fraude, e incluso se buscó
anular la sigla política de su partido. Para Malamud, estos elementos habrían
favorecido a los resultados.
¿Qué significa el regreso del MAS para Bolivia?
Tras la salida de Evo Morales y las multitudinarias protestas en contra
suya, se ha subestimado el apoyo hacia el partido del exmandatario. Pero si
algo ha quedado claro con los resultados preliminares, es que el piso electoral
del MAS sigue siendo muy sólido.
"La implantación del movimiento es muy profunda, mucho más de lo
que algunos creían", sostiene Malamud.
Para el investigador, estas elecciones han enseñado a Bolivia que es
imposible hacer política sin los sectores sociales más desfavorecidos.
"No basta solo con tener el respaldo de los departamentos más
ricos", explica. También es necesario alcanzar acuerdos que impliquen
todas las regiones, fuerzas políticas y grupos sociales.
¿Un líder más conciliador que Morales?
Uno de los mayores desafíos a los que Luis Arce deberá enfrentarse, es
la crisis económica en la que Bolivia se ha visto sumergida con la crisis del
coronavirus.
Además, el crecimiento del país se ha ralentizado desde 2014 y el
déficit público no deja de crecer con la caída de los precios de materias
primas, en particular del gas, litio, hierro y cobre, de los que Bolivia tiene
grandes reservas.
Por otro lado, la crisis de 2019 ha agudizado la división del país.
"La polarización es una enfermedad que se infiltra en las
instituciones democráticas y lo corroe todo", subraya Malamud.
De confirmarse los resultados, el nuevo líder tendrá una misión más
profunda.
“Vamos a construir un Gobierno de unidad nacional. Vamos a construir la
unidad de nuestro país", decía el candidato del MAS después de cantar
victoria.
Y este discurso podría ser un llamado a la reconciliación. Para Malamud,
se trata de un aviso para el MAS, pero también para los otros actores
políticos.
Con los resultados oficiales, también se definirá el número de diputados
de cada partido. Y según el conteo rápido, el MAS no contaría con la mayoría
absoluta, a diferencia del pasado gobierno.
Malamud añade que un reparto más equitativo del Parlamento favorecería
la necesidad de alcanzar acuerdos.
“Si hay un reparto más equitativo del Parlamento, esto favorecería de
alguna manera también esa esa necesidad de alcanzar acuerdos”, explica.
Para Pareja, esto cambiaría la gestión completamente, ya que el nuevo
gobierno tendría márgenes de debilidad y una oposición más grande.
"Morales no tenía oposición, tenía mayoría absoluta, no necesitaba
negociar con nadie. Ahora el gobierno va a tener que entrar en la dinámica de
la negociación y al ejercicio de establecer consensos", explica.
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