México, amor y odio… porque lo digo yo.
Por Ernesto Zavaleta
San Lázaro Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles y
Andrés Manuel López Obrador, tienen mucho en común los
tres juaristas, liberales, pacificadores, antirreleccionistas, y
tenían el apoyo de la mayoría del pueblo… en sus dos primeros años de gobierno
¿se repetirá la historia? Es cuanto.
Si bien las críticas de medios como el Financial Times
se dirigen a los grandes inversionistas, al advertir del autoritarismo de un
nuevo caudillo en Latinoamérica, en referencia a Andrés Manuel López
Obrador, para los mexicanos es una realidad, y, al parecer, el inicio de
otro periodo de imposiciones presidenciales.
Escrita, por tradición o civilidad política, ninguna
LEY se interpone en las decisiones del presidente y su dogma de la 4T.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) le
dio carta blanca para seguir en campaña e influir en las elecciones federales
de 2021, pero eso no le bastó.
Abiertamente impulsa a sus candidatos en los estados
de manera ilegal y muy adelantada, como ocurrió el fin de semana en Sonora,
cuando sabedor de las intenciones de Alfonso Durazo de ser
candidato a gobernador de ese estado, lo presenta como el “súper adalid” de la
seguridad en el país, y al mismo tiempo calló las voces de la familia LeBarón.
No tiene que decirlo, lo demuestra, él es el Estado,
según la definición de Federico Hegel “es la conciencia del
pueblo”, y eso le permite ignorar al Estado Mexicano, sus poderes, su
federación y su Constitución, la cual pretende cambiar cada vez que obstaculiza
“las metas de la 4T”.
Los abrumadores resultados a su favor en las
elecciones presidenciales de 2018 prácticamente destruyeron a los partidos de
oposición, alcanzó la presidencia y Morena las mayorías en el Senado, la cámara
de los diputados federal y en por lo menos 14 congresos estatales.
Tal como se mencionó en este espacio antes de la
votación en la SCJN de la Consulta Popular, se esperaba que ese poder
mantuviera su independencia del autoritarismo de López Obrador,
pero se dobló al capricho presidencial.
El 1 de octubre fue un “Día Negro” para el país
consideraron barras de abogados, juristas y estudiosos del derecho
constitucional.
Ahora el presidente ordena en los tres Poderes de la
Unión. Será válida la propuesta del ministro Laynez Potisek –uno
de los que votó en contra de la Consulta Popular- “que la ciudadanía se exprese
si en lugar de ser República preferiría ser una monarquía”.
Y, como dijo el propio Jefe del Ejecutivo ante la ONU,
en una democracia con menos de dos años de existencia, con la titularidad del
Poder Ejecutivo, el control del Poder Legislativo y el sometimiento del Poder
Judicial, el presidente se da permiso de todo:
Cancelación de obras privadas y de gobierno; violación
a acuerdos nacionales e internacionales; rifas apócrifas; subastas corruptas;
eliminación de instituciones autónomas; manejo discrecional de recursos;
consultas inconstitucionales; amnistías de facto a narcotraficantes;
persecución y multas exageradas e ilegales a medios; actos de campaña
adelantados en favor de sus seguidores; intervención descarada en la elección
interna de su partido; control de la procuración e impartición de justicia a
voluntad; ataques públicos a opositores y medios; destrucción del pacto federal
con los estados y sus gobernadores; acusaciones desde su pulpito sin pruebas ni
fundamento, citas recurrentes al evangelio católico…
¿Qué más se va a permitir el presidente para destruir
el Estado de derecho y la democracia en México para que con la 4T nos dé
JUSTICIA, su JUSTICIA a todos?
El presidente, y ahora también su esposa, Beatriz
Gutiérrez Muller, piden a todos “amor, amor y más amor”, dejar las
críticas, abandonar al diabólico conservadurismo que está
atrás de todos los opositores, e incluso dentro de Morena con los oportunistas
que pretenden sustituir su liderazgo en ese movimiento donde, ojo, “nadie es
indispensable”.
Ya vivimos esa historia con otros juaristas,
pacificadores, antirreeleccionistas que se encumbraron en el poder con el apoyo
del pueblo, Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles,
estos dos también hicieron sus leyes, cerraron la boca de medios opositores,
acabaron con adversario y pacificaron al país con el Ejercito Mexicano.
La actitud demócrata del dictador y el líder del
Maximato también duró dos años, el primero incluso dejó la presidencia luego de
su primer periodo para luego ocuparla por un total de 30 años, el segundo como
“máximo” líder de la Revolución creó el partido que gobernó 70 años. Ambos
impusieron su voluntad.
Será que el destierro sea la única salida, como piden
los neocristeros de FRENAAA, a quienes el presidente pidió
paciencia para el 2021 con las elecciones federales o el 2022 con la revocación
de mandato, aunque hayan llenado el Zócalo.
Ojalá tengan esa paciencia, uno de sus líderes, Gilberto
Lozano, ya llamó a sus seguidores a armarse “por seguridad” y convocó la
lealtad de las fuerzas armadas por México. Ojalá esperen y que el odio que mencionaron
los intelectuales orgánicos, no se convierta en la sangre que llegue al rio.
El Monitor Republicano, un periódico de ideología
liberal fundado por Vicente García Torres, publicó en 1895:
“Resulta imposible la operación de envilecer a un pueblo a fin de hacerlo rico
y feliz. La democracia será una ficción y la libertad una patraña, pero sin
ellas también lo es la prosperidad nacional”.
Esa crítica al liberal juarista Porfirio Díaz valió
la clausura del medio y el encarcelamiento del dueño, con base en un decreto
porfirista de 1882 conocido como Ley Mordaza, en el que se
establecía que cualquier periodista podía ser aprehendido, llevado a prisión y
sometido a juicio por denuncias de cualquier otro ciudadano.
¿Cuánto falta para eso en este sexenio?
San Lázaro espero que el pueblo bueno tenga memoria,
porque quien no conoce su historia está condenado a repetirla.
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