lunes, 8 de junio de 2020

La caída del capitalismo y de Donald Trump





Por Orlando Romero Harrington

Son tiempos de un mundo multipolar, interconectado a tiempo real. Sumado a esta limitación, el capitalismo pierde fuelle en el inconsciente colectivo norteamericano. Se desgasta Trump, y se desgastan las mafias corporativas mundiales. 
Por más que tú quieras pensar que el capitalismo es el invencible de la jugada en este año, ¡no señor!. En este momento histórico está más débil que nunca. La crisis del coronavirus, el colapso económico, la pérdida de influencia a nivel mundial, los cambios generacionales y de paradigmas, la indignación interna frente al racismo y la pedofilia de Trump tienen a Ciudad Gótica on fire. Agregar por favor las acusaciones de corrupción, el RusiaGate, Jeffrey Epstein, las protestas, los destrozos a lo "Joker". Todo esto se encuentra encima del Presidente Trump. Un duro golpe al capitalismo. 
¿Por qué? Porque Donald Trump es la cabeza visible del capitalismo internacional que domina a la Casa blanca. Su base política  "nacionalista" y "protectora del American way of life" esconde la pretensión de implantar el estado marcial en Estados Unidos para proteger a los sectores privilegiados del colapso. No quiere pagarle a los chinos, y se va a robar lo que tenga guardado de cualquiera. A grandes rasgos, eso es Trump y el proyecto del capitalismo para Estados Unidos: eso con más palabras y más mafias, pero eso. 
El capitalismo internacional ve amenazado su centro de operaciones (New York) por una turba pacífica pero harta que ha dado signos de anarquía simbólica, la más peligrosa para el sistema. "Cómete a los ricos" se deja ver en los Mercedes Benz 2020 destrozados en Oakland. La "turba" no saquea y no roba: destruye carros lujosos cargándose en el nombre de la Mercadotecnia. 
El modelo nacionalista en lo económico de Trump es incapaz de adaptarse a los tiempos nuevos, de monedas virtuales respaldadas, hackeos, redes sociales y comercio en línea. Su lado "social" no entiende a las tribus de las ciudades y no oye al campesino. Segrega al negro, al Indio, al pobre, al gay, a la puta, al enfermo, al discapacitado, al diferente, a la mujer, al hombre. A la minoría. A l@s otr@s. Los @tr@s que están luchado en otros lados del  mundo y han resistido, como Venezuela, Cuba, Irán, China, Rusia, y tantos otros. Esos que a veces contraponen sistemas diferentes con énfasis en lo humano y no en la plusvalía. Y no es por nada, pero quizás sirva el ejemplo para ilustrar: si lo comparas con el socialismo Bolivariano puedes observar mejor al capitalismo de Trump : te enteras de su poder, y sus limitaciones.
El socialismo Bolivariano se crece en los medios, en las ideas. Pero también en el hecho, en el trato, en el afecto, en el amor. Se fundamenta en lo humano, en el contacto, en lo que pasa cuando nos conectamos. El socialismo Bolivariano es poderoso porque su capacidad de supervivencia es natural. Aumenta con el ser humano, aumenta con la natalidad. Sus valores son humanistas, progresistas, siempre nuevos y vigentes. Pero puede ser vencido y esa es su limitación. Vencido temporalmente, pero suficiente para el genocidio de sus simpatizantes y practicantes por parte del capitalismo internacional, sionista, supremacista, fascista y déspota. Bolivia, Brasil, Perú, Colombia lo saben. El capitalismo militar internacional que tiene como cabeza a la OTAN es poderoso por su capacidad de fuego, pero limitado por la poca duración de sus victorias en estos tiempos. Son tiempos de un mundo multipolar, interconectado a tiempo real. Sumado a esta limitación, el capitalismo pierde fuelle en el inconsciente colectivo norteamericano. Se desgasta Trump, y se desgastan las mafias corporativas mundiales. 
Paralelamente se desatan los odios de clase. Llega la hora de la Cyberpolitica. El desprecio de los alineados se vende al mejor postor en la deepweb. Las bases de datos son oro para pulverizar a la izquierda, pero es ladrido y bluff. Sólo queda el odio, y te lo encuentras vestido de ignorancia, de cliché, de falta de conocimiento y de humanidad. El capitalismo fomenta el odio y la muerte. A veces en letras de oro. Y es atrevido e insultante. Su victoria se basa en la dependencia de los pueblos sometidos, pero no soporta el peso de la historia. Y el capitalismo y Trump (que son lo mismo) pagan a sus adeptos y simpatizantes. Que otra vez, siguen defendiendo las tesis de la derecha en Latinoamérica. Y agreden la inteligencia ajena. Y uno advierte que esta caída del capitalismo es sin retorno y lo insultan a uno. Amigos de uno. 
Digo, pero... yo... cuando tú te encuentras a mucha gente en el camino como la mía decepcionada, profundamente, de la lucha, incluso gente que participó en la lucha y con el paso del tiempo...o el tiempo les obligó....  las experiencias l@s enrumbaron a otro camino, uno tiene diferencias naturales, políticas. Es lógico. Pero lo que está pasando en Estados Unidos es grave. Y sospecho que tú piensas lo mismo, tu que no compartes mis ideas. 
Así me odies por un momento (mis amigos de derecha cuando se echan palos les sale odio por la boca. Y yo tranquilo. La narrativa actual no promete un final feliz para el rubio pedófilo. Pregunten al Washington Post. Y eso debe pasar por encima de las diferencias políticas y de vida. El capitalismo cae sin fondo a la vista, no se ponga brav@.
El capitalismo internacional y sus modelos neoliberales de gobierno en América Latina no encuentra el meta relato para disfrazar el odio de clase, el racismo, la xenofobia implícita en su naturaleza. Le es complicado, porque el capitalismo es la expresión económica del racismo. Su peor momento es éste y vuelvo al punto inicial: no es invencible y está en su peor momento: La suerte de Trump es su suerte y por lo que estoy viendo, se le alejan las posibilidades de supervivencia. Sigamos juntos contribuyendo día a día a su demolición. Y me perdonan. Hasta entonces. 


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