Por Orlando Romero Harrington
Son tiempos de un mundo multipolar,
interconectado a tiempo real. Sumado a esta limitación, el capitalismo pierde
fuelle en el inconsciente colectivo norteamericano. Se desgasta Trump, y se
desgastan las mafias corporativas mundiales.
Por más que tú quieras pensar que el
capitalismo es el invencible de la jugada en este año, ¡no señor!. En este
momento histórico está más débil que nunca. La crisis del coronavirus, el
colapso económico, la pérdida de influencia a nivel mundial, los cambios
generacionales y de paradigmas, la indignación interna frente al racismo y la
pedofilia de Trump tienen a Ciudad Gótica on fire. Agregar por favor las
acusaciones de corrupción, el RusiaGate, Jeffrey Epstein, las protestas, los
destrozos a lo "Joker". Todo esto se encuentra encima del Presidente
Trump. Un duro golpe al capitalismo.
¿Por qué? Porque Donald Trump es la cabeza
visible del capitalismo internacional que domina a la Casa blanca. Su base
política "nacionalista" y "protectora del American way of
life" esconde la pretensión de implantar el estado marcial en Estados
Unidos para proteger a los sectores privilegiados del colapso. No quiere pagarle
a los chinos, y se va a robar lo que tenga guardado de cualquiera. A grandes
rasgos, eso es Trump y el proyecto del capitalismo para Estados Unidos: eso con
más palabras y más mafias, pero eso.
El capitalismo internacional ve amenazado
su centro de operaciones (New York) por una turba pacífica pero harta que ha
dado signos de anarquía simbólica, la más peligrosa para el sistema.
"Cómete a los ricos" se deja ver en los Mercedes Benz 2020
destrozados en Oakland. La "turba" no saquea y no roba: destruye carros
lujosos cargándose en el nombre de la Mercadotecnia.
El modelo nacionalista en lo económico de
Trump es incapaz de adaptarse a los tiempos nuevos, de monedas virtuales
respaldadas, hackeos, redes sociales y comercio en línea. Su lado
"social" no entiende a las tribus de las ciudades y no oye al
campesino. Segrega al negro, al Indio, al pobre, al gay, a la puta, al enfermo,
al discapacitado, al diferente, a la mujer, al hombre. A la minoría. A l@s
otr@s. Los @tr@s que están luchado en otros lados del mundo y han resistido,
como Venezuela, Cuba, Irán, China, Rusia, y tantos otros. Esos que a veces
contraponen sistemas diferentes con énfasis en lo humano y no en la plusvalía.
Y no es por nada, pero quizás sirva el ejemplo para ilustrar: si lo comparas
con el socialismo Bolivariano puedes observar mejor al capitalismo de Trump :
te enteras de su poder, y sus limitaciones.
El socialismo Bolivariano se crece en los
medios, en las ideas. Pero también en el hecho, en el trato, en el afecto, en
el amor. Se fundamenta en lo humano, en el contacto, en lo que pasa cuando nos
conectamos. El socialismo Bolivariano es poderoso porque su capacidad de
supervivencia es natural. Aumenta con el ser humano, aumenta con la natalidad.
Sus valores son humanistas, progresistas, siempre nuevos y vigentes. Pero puede
ser vencido y esa es su limitación. Vencido temporalmente, pero suficiente para
el genocidio de sus simpatizantes y practicantes por parte del capitalismo
internacional, sionista, supremacista, fascista y déspota. Bolivia, Brasil,
Perú, Colombia lo saben. El capitalismo militar internacional que tiene como
cabeza a la OTAN es poderoso por su capacidad de fuego, pero limitado por la
poca duración de sus victorias en estos tiempos. Son tiempos de un mundo
multipolar, interconectado a tiempo real. Sumado a esta limitación, el
capitalismo pierde fuelle en el inconsciente colectivo norteamericano. Se
desgasta Trump, y se desgastan las mafias corporativas mundiales.
Paralelamente se desatan los odios de
clase. Llega la hora de la Cyberpolitica. El desprecio de los alineados se
vende al mejor postor en la deepweb. Las bases de datos son oro para pulverizar
a la izquierda, pero es ladrido y bluff. Sólo queda el odio, y te lo encuentras
vestido de ignorancia, de cliché, de falta de conocimiento y de humanidad. El
capitalismo fomenta el odio y la muerte. A veces en letras de oro. Y es
atrevido e insultante. Su victoria se basa en la dependencia de los pueblos
sometidos, pero no soporta el peso de la historia. Y el capitalismo y Trump
(que son lo mismo) pagan a sus adeptos y simpatizantes. Que otra vez, siguen
defendiendo las tesis de la derecha en Latinoamérica. Y agreden la inteligencia
ajena. Y uno advierte que esta caída del capitalismo es sin retorno y lo
insultan a uno. Amigos de uno.
Digo, pero... yo... cuando tú te
encuentras a mucha gente en el camino como la mía decepcionada, profundamente,
de la lucha, incluso gente que participó en la lucha y con el paso del
tiempo...o el tiempo les obligó.... las experiencias l@s enrumbaron a
otro camino, uno tiene diferencias naturales, políticas. Es lógico. Pero lo que
está pasando en Estados Unidos es grave. Y sospecho que tú piensas lo mismo, tu
que no compartes mis ideas.
Así me odies por un momento (mis amigos de
derecha cuando se echan palos les sale odio por la boca. Y yo tranquilo. La
narrativa actual no promete un final feliz para el rubio pedófilo. Pregunten al
Washington Post. Y eso debe pasar por encima de las diferencias políticas y de
vida. El capitalismo cae sin fondo a la vista, no se ponga brav@.
El capitalismo internacional y sus modelos
neoliberales de gobierno en América Latina no encuentra el meta relato para
disfrazar el odio de clase, el racismo, la xenofobia implícita en su
naturaleza. Le es complicado, porque el capitalismo es la expresión
económica del racismo. Su peor momento es éste y vuelvo al punto inicial: no es
invencible y está en su peor momento: La suerte de Trump es su suerte y por lo
que estoy viendo, se le alejan las posibilidades de supervivencia. Sigamos
juntos contribuyendo día a día a su demolición. Y me perdonan. Hasta
entonces.
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