Por Armando García
Editor y Fundador de Nuestra América Magazine
Hace 49 años estaba estudiando en la Preparatoria
Popular, plantel Tacuba, en la Ciudad de México. El país estaba tenso, estaban
muy frescas las heridas del genocidio del 2 de octubre de 1968. El Estado
Mexicano estaba controlado por autoridades que formaban parte del Partido
Revolucionario Institucional (PRI), ahora caracterizado, como una dictadura
partidista, que a lo largo de su historia, demostró con sus elegidos para presidentes
de la Republica, ser un partido-gobierno represor de las garantías individuales,
hasta el punto de desaparecer y asesinar a estudiantes, obreros, campesinos,
que decidieron levantar su voz contra las injusticias, la miseria, la explotación.
Un día de Jueves de Corpus de 1971, estudiantes
del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM) se solidarizaron con sus contrapartes de la Universidad del
estado de Nuevo León que se encontraban en una disputa por una ley orgánica de
su casa de estudios.
Por lo cual, el 10 de junio de 1971, se organizó
una manifestación solidaria en la Ciudad de México, como ya muchos saben, y en
Nuestra América Magazine, leerán ustedes otros artículos que son testimonios de
los acontecimientos que sucedieron en ese día, tuvo como resultado una masacre,
donde murieron muchos estudiantes, entre los cuales, Francisco Treviño Tavares
y Jorge de la Peña,
amigos personales, compañeros de estudios y de lucha por un México mejor.
Lo acontecido el 10 de junio de 1971, fue la
semilla que se plantó en mi mente para estudiar periodismo. Principalmente
porque en los medios, la mayoría controlados por el PRI-Gobierno, las notas publicadas
de la masacre, no reflejaban en realidad lo acontecido.
Ese 10 de junio, recuerdo como vi compañeros ya
muertos en las aceras, víctimas de balazos y enfrentamientos directos, cuerpo a
cuerpo contra los llamados ‘halcones’, grupo paramilitar organizado por el
gobierno en turno, que estaba formado por personas provenientes de los barrios más
pobres de la capital del país, algunos eran empleados de limpieza del tren subterráneo
METRO, que ese tiempo contaba con tres líneas.
En la película ‘Roma”, que ganó un Oscar, hay
escenas de cómo los ‘halcones’ fueron entrenados por personal de las fuerzas
armadas, por asesores extranjeros especialistas en contrainsurgencias.
Mi artículo no pretende dar una reseña de los acontecimientos,
para eso están los historiadores, los analistas. Pero si quiero terminar mi
nota, recordando que en medio del tiroteo contra los manifestantes, pude, junto
a una persona que le apodábamos el ‘becerro’, que era conocido como un ‘porro’,
-grupo de choque plantado en la preparatoria- al cual le reclamé la represión,
y me contestó que él no sabía nada.
El ‘becerro’ y yo, después de estar resguardados detrás
de un macetero, porque desde un edificio en construcción, nos estaban
disparando. Logramos llegar a la puerta de la Normal de Maestros, la cual
estaba cerrada con cadena y candado. No sé de dónde sacamos fuerzas, pero
logramos romper el candado y al abrir la puerta muchos detrás de nosotros
pudieron nos siguieron para buscar refugio.
Ya dentro de la Normal de Maestros, francotiradores,
desde una iglesia al cruzar la calle de la Normal, estaban disparándonos,
cazandonos como si fueramos conejos. Alcancé a ver como un compañero cayó víctima
de los disparos. Pude llegar a él, y por desgracia, falleció entre mis brazos. Nunca
supe su nombre.
Después, como pude, pude llegar a la parte
trasera de la Normal, donde en los salones, ya había muchos heridos, cadáveres,
y compañeros, todos asustados, buscando la forma de salir vivos.
Detrás de la Normal, se encontraba una primaria
con niños llorando, maestros preocupados. Me harté de valor y me hice pasar
como un padre de uno de esos niños que estaban en llanto, y pude salir del área,
llevando al niño a su casa, y luego dirigirme a la mia, para esconderme y
pensar en qué hacer, en caso de una cacería de brujas, contra los que quedamos
vivos.
Al saber que mi amigo Jorge de la Peña, había sido resultado herido de
bala, supe en cual hospital estaba internado y, el 15 de junio, pude verlo
desde afuera de su habitación, me vio, me saludó con la mano, y ese mismo día, falleció.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, el 10
de junio, al abrir su conferencia de prensa, dijo, al recordar los
acontecimientos mencionados, que nunca más
se debe reprimir al pueblo.
Ni perdón, ni olvido, por los caídos el 2 de
octubre de 1968 y los del 10 de junio de 1971, No Un Minuto de Silencio, sino
Toda Una Vida de Lucha.
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