Por Lucía
Barrios - Sputnik
El tiempo no
hace que las personas y las naciones lo olviden todo. El conflicto más
sangriento de América del Sur, la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), es
un recuerdo permanente para el pueblo paraguayo, y su simbolismo e importancia
siguen vivos en sus calles, canciones, billetes y conmemoraciones.
Tampoco lo han
podido olvidar sus gobernantes. Ante cualquier problema o discrepancia que
surja en el Mercado Común del Sur (Mercosur), el recuerdo de la pérdida
de más de 90% de la población masculina paraguaya vuelve a relucir en
las relaciones que tiene ese país con Argentina, Brasil y Uruguay, sus socios
del bloque regional.
El 1 de
marzo se cumplieron 150 años del fin esta
guerra, que sigue presente en las relaciones de esos cuatro países.
El conflicto
militar se desarrolló entre una coalición formada por el Imperio del Brasil,
Uruguay, y Argentina, quienes se aliaron en su lucha contra Paraguay.
"Los
paraguayos tenemos una herida abierta por la guerra y es algo que
permanentemente se ha visto en momentos de crisis recientes. Siempre que hay
problemas en el Mercosur se habla sobre la triple alianza o cuando hay
negociaciones de interés para el país siempre hay alusión a ese conflicto. La
guerra está en nuestra calle, en nuestro billete, en nuestras conmemoraciones y
en la construcción de la nación paraguaya", dijo a Sputnik el historiador
y miembro del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas, Herid Caballero.
Por su parte, el
historiador y docente uruguayo, asesor del Ministerio de
Educación y Cultura de Uruguay, Alejandro Giménez Rodríguez, dijo a Sputnik que
esta guerra es una "piedra en el zapato" y una "acción
vergonzosa" para Uruguay.
"Algunos
han definido a esta guerra como una piedra en el zapato para Uruguay: sigue
siendo una acción vergonzosa, porque los intereses que tenía el país no eran
los mismos que los de Brasil y Argentina desde el punto de vista limítrofe,
empezando porque no limitamos con Paraguay. Distintos gobiernos posteriores
entregaron los trofeos de guerra. Hubo una especie de lavar culpas, pero sigue
siendo una mancha en la diplomacia uruguaya", reflexionó.
La guerra
terminó en 1870 con la derrota de Paraguay, que conllevó también a un desastre
demográfico: el país perdió entre 50% y 85% de su población y quizá más de 90%
de su población masculina adulta.
Además, Paraguay
perdió gran parte de los territorios que tenía todavía en disputa diplomática
con Brasil, alrededor de 334.126 kilómetros cuadrados, y fue condenado a pagar
una abultada indemnización de guerra, si bien el pago se fue atrasando a través
de diferentes gobiernos de posguerra y no se llegó a efectuar en su totalidad.
El motivo del
conflicto
Giménez afirmó
que Paraguay había desarrollado un modelo autónomo con respecto a los otros que
se impusieron en América, los cuales habían quedado sometidos a los intereses de los ingleses.
"Esta
diferencia de modelos no caía bien a Brasil y Argentina. En el caso de
Argentina, había un motivo para la confrontación con Paraguay, porque si salía
derrotado eliminaba el apoyo que daba este país a los federales, que se
enfrentaban al Gobierno unitario porteño", explicó el historiador
uruguayo, autor de varios libros, entre ellos Por mi honor. Vida de los
presidentes de la República, Breve historia de Montevideo, La Pasión
Laica, e Ilustrados y Valientes.
Mientras tanto,
Brasil tenía problemas de límites con los guaraníes y pretendía tener una
salida para la región de Mato Grosso.
Asimismo, el
docente uruguayo afirmó que el Imperio británico, que estaba en plena
revolución industrial, observaba a América del Sur como el lugar ideal
para colocar materias primas.
Sin embargo,
para Giménez, la influencia inglesa en esta guerra nunca fue probada.
Por su parte,
Caballero negó que Inglaterra haya influido en la guerra, y puso como ejemplo
el hecho de que las relaciones entre ambos países fueron mucho más amplias
antes del conflicto.
"Creo que
lo más relevante aquí son los intereses de las élites de Río de Janeiro, Buenos
Aires y Montevideo, como por ejemplo el tránsito que pretendía Brasil hasta
Mato Grosso, que era fundamental para su desarrollo, o la política bonaerense
de impuestos y derechos aduaneros", señaló el especialista.
Trofeos de
guerra
Uruguay fue el
primer país en devolverle los trofeos de guerra a Paraguay. En 1885, el
entonces presidente Máximo Santos se encargó del simbólico acto, así como de la
condonación de su deuda de guerra.
El 16 de agosto
de 1954, el presidente argentino Juan Domingo Perón entregó los
trofeos de guerra al país vecino.
Sin embargo, en
el caso de Brasil, hace diez años se empezaron algunas negociaciones, que
después se vieron interrumpidas, para que ese país devuelva el llamado 'cañón
cristiano', que hasta hoy en día es un trofeo de guerra, dijo Caballero.
El célebre gran
cañón defensivo lleva ese nombre dado que fue forjado con el bronce de varias
de las campanas de las iglesias católicas paraguayas.
"A
diferencia de Uruguay y Argentina, Brasil sigue en el debe. Las relaciones
entre Paraguay y Brasil siempre han sido tensas, mientras que con Uruguay
siempre han sido cercanas", expresó el historiador.
Hasta el
presente, Brasil jamás ha devuelto los varios trofeos de guerra que
obtuvo en Paraguay ni lo que queda de los archivos militares, entre otros
objetos y bienes en general que saqueó durante el infame conflicto armado que
desangró a Paraguay y dejó una marca indeleble en su memoria histórica.
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