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Las muestras de rechazo contra el racismo
a nivel mundial no solo han ido contra gobiernos y cuerpos policiacos, sino a
también contra figuras simbólicas que han representado una apología al
esclavismo.
En la ciudad de Briston en Inglaterra fue
derribada la estatua de Edward Colston, un comerciante y traficante de esclavos
que logró acumular su fortuna a base del sufrimiento humano. Se estima que
alrededor de 80 mil hombres, mujeres y niños fueron transportados en sus barcos
desde África a finales del siglo XVII. Su figura fue llevada por manifestantes
a la bahía, donde en medio de insultos fue arrojada al mar.
Otro caso similar fue el de Robert
Milligan, famoso empresario escocés del siglo XVIII, que también era
comerciante de esclavos. Su estatua fue retirada por las autoridades del
distrito de West India Quay en Londres para ser llevada a un museo. Esto
después de que protestantes la cubrieran con una manta y le colocaran un
letrero que decía “Black Lives Matter”. En días anteriores varios ciudadanos
habían firmado una petición para su remoción.
En las ciudades de Amberes y Bruselas,
Bélgica, las estatuas del rey Leopoldo II fueron vandalizadas bajo el mismo
contexto. A este monarca se le atribuyó explotar los recursos del Congo
entre 1865 y 1908, causando la muerte de millones de personas. Otros bustos y
monumentos relacionados a su persona fueron pintados de rojo y quitados de su
sitio por las autoridades.
Finalmente, la estatua de Cristóbal
Colón en Richmond, en el estado de Virginia, Estados Unidos, fue objeto de la
furia de manifestantes, quienes llegaron hasta el Byrd Park para derribarla y
posteriormente arrojarla a un lago.
Con las palabras “mentiras” y “genocidio”,
la figura a la que se le atribuyó el descubrimiento de América, pero también el
inicio de la colonización europea y la opresión de los pueblos indígenas, vio
su ocaso después de casi 100 años de haber sido colocada.
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