Dr. Jorge A. Lera Mejía
Desde el 24 de abril de 2020, cuando el
Gobierno de Estados Unidos notificó a su Congreso el cumplimiento de los
gobiernos de México y Canadá de todos los procedimientos internos requeridos
por ellos para la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y
Canadá (T-MEC), la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador
apuesta que una vez entrada esta nueva etapa comercial, podremos retomar la
senda del crecimiento.
Esta acción se sumó a las notificaciones
realizadas por separado, por los gobiernos de México y Canadá, el 2 de abril y
con ella concluyeron los requisitos entre los tres países para entrar en vigor.
Para México, la entrada en vigor del
T-MEC, apuesta todo su resto de la crisis actual sanitaria y económica, donde
los estragos registrados hasta esta semana de junio son devastadores: caída del
empleo formal superior a 2 millones de trabajadores; paro laboral de otros 10
millones del sector informal, expectativas de una caída del PIB entre el 8.4% o
cerca del 10% negativo al cierre de 2020.
Por ello, este gobierno buscará impulsar
la recuperación económica de nuestro país y de la región de América del Norte
posterior a la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19.
Por desgracia, las muestras de seriedad
institucional han caído drásticamente siendo en mayo el índice de confianza del
productor menor a un 15%. Lo mismo sucede con la confianza del consumidor.
Significa que los mexicanos no creen en el futuro cercano.
Sin embargo, aún se pueden tener ciertas
esperanzas positivas del impacto en la economía del T-MEC desde Julio. Aquí
algunas opciones:
En términos generales permitiría a
México conservar un acceso preferencial al mercado más
grande del mundo y brindará certidumbre para
la inversión y el empleo.
También garantiza estabilidad a
los flujos comerciales y de inversión, además
de reforzar la competitividad regional con reglas de
origen que permiten la integración de cadenas de valor.
El T-MEC coloca a México en
una posición ventajosa a nivel global en beneficio de trabajadores
y empresas nacionales, debido a que millones de empleos en nuestro
país dependen de las exportaciones a Estados Unidos.
De acuerdo con datos
oficiales, desde que se firmó el antiguo Tratado de Libre Comercio para
América del Norte (TLCAN) el comercio agrícola entre México y Estados
Unidos se multiplicó siete veces. Sin embargo, el T-MEC moderniza las
disciplinas del tratado anterior para aprovechar las oportunidades del
Siglo XXI, avanza hacia un comercio más inclusivo y
responsable, fortalece la competitividad de México y
la región y mantiene la certidumbre para
el comercio y las inversiones.
El T-MEC también coadyuvará en la
implementación del nuevo modelo laboral en México establecido por
la reforma laboral mexicana publicada el 1 de mayo de 2019. Por
último, fortalecerá el combate a la corrupción, pilar del Plan
Nacional de Desarrollo de México.
Estaremos atentos lo que se presente en
Julio, pero principalmente se tendrá que estimar como seguirá la evolución de
la pandemia del Coronavirus que no da muestras de aminorar su efecto sanitario
y económico.
Mientras que no aparezca la vacuna y la
cura, seguramente seguiremos maniatados a poder aprovechar al máximo la entrada
en vigor del T-MEC.
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